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Capítulo XXII: La herida de snubed
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Capítulo XXII: La herida de snubed

28 de diciembre de 1945

Nada está bien, sino todo lo contrario; las cosas cada vez están más jodidas. Después de apenas salir libradas de la nube de oscuridad en Dhaos, Azul se desmayó por la herida de batalla. Tanto Scarlett como yo hemos intentado cuidarla, pero es inútil, su temperatura corporal es alta, su piel se vuelve más pálida a cada momento que pasa y no es capaz de abrir sus ojos. La noche anterior no pude dormir, cada media hora me acercaba al lecho de Azul para cambiar el paño caliente de su cabeza por uno fresco y húmedo, además que no pudimos movernos mucho, a penas pudimos llegar a un pedazo de bosque que no había sido contaminado con la nube de oscuridad. No me preocupa la seguridad de Jorge, estoy más que tranquila de saber que se encuentra con Phaos y Andrew, sé que ellos no dejaran que nada le pase a mi hermano, pero seguramente ellos deben estar preocupados por mí y lamento mucho no poder reencontrarme con ellos, pero no tengo corazón para dejar a Azul a su suerte. Scarlett había ido a recorrer los alrededores cuando el sol recién salió, aún no ha regresado y ya es medio día, comienza a preocuparme que le haya pasado algo malo en el camino. Me enoja no poder hacer más por Azul, con cada momento que pasa su condición empeora, además que unas líneas rojas comenzaron a marcarse alrededor de su herida y se extienden lentamente por todo su cuerpo, seguramente es doloroso porque algunas veces gime con dolencia. Mi mente tampoco ha tenido descanso desde el ataque a Dhaos, la flama me advirtió del ataque, me dijo que debía huir, tuve que haber retirado a todos antes, tal vez si lo hubiese hecho Azul no estaría en estas condiciones ahora mismo, además que ni siquiera estoy segura de que Zaul haya salvado a los habitantes de Dhaos, seguramente no pudieron huir de la nube de oscuridad, pero realmente espero que si lo hayan hecho, no soportaría que más personas sufran por mí, suficiente tuve ya con toda la comunidad del señor Colín y el sacrificio de este al no querer revelar nada sobre nosotros; jamás olvidare lo que hizo por Jorge y por mí, el señor Colín jamás será olvidado y algún día será recordado como un héroe. Una lagrima sale de mi ojo derecho; una que expresa todo el dolor que siento ahora mismo; toda la culpa y el duelo que lamenta mi alma. Aún estoy analizando lo que me dijo la flama de mi oscuridad y mi luz; estoy segura de que se refería a la culpabilidad que aún es latente por la muerte de mis padres, además de las muertes que sucedieron después con la finalidad de protegerme. No soy una adulta, más sin embargo he vivido tantas cosas en mi corta edad que un adulto promedio no podrá vivir ni en dos vidas, he de decir que no es algo de presumir o sentirse orgullosa, sino algo que al contrario me causa una tristeza profunda. Las jóvenes de mi edad pasan los días preocupadas por sacar buenas notas en la escuela, comprar un vestido nuevo para el baile, verse lindas para el chico que les gusta, comprar el nuevo libro de literatura juvenil, llegar a tiempo a la plaza para salir con sus amigas; todas cosas tan cotidianas que me da envidia no tener ninguna de esas preocupaciones, en cambio me preocupo por ser judía en plena guerra, por conseguir trabajo para mantener a mi pequeño hermano, lidiar con la temprana muerte de mis padres, llegar a un lugar nuevo y mágico donde hay una guerra peor que la que existió en mi mundo, encontrar un castillo en escombros donde los reyes no son nada más y nada menos que mis abuelos a los que creía simples aristócratas y descubrir que soy una princesa que posee poderes mágicos que no sabe controlar y para cerrar con broche de oro; ahora cuidar que una horda de seres malignos no me atrapen mientras intento de alguna manera torpe arreglar el desastre que mi descendencia causo en este lugar. Es demasiado que asimilar en tan poco tiempo.

-¿Cómo se encuentra? -la voz de Scarlett me trae de vuelta, yo niego con la cabeza.

-Nada bien. -respondo con tristeza, ella suelta un suspiro cansado. Se queda pensativa por un segundo.

-¿Dónde estabas? -le pregunto.

-Yo... fui a ver a mi madre. -dice con titubeos, yo me quedo en silencio, Scarlett es mi prima y su madre es Lourdes, aún no he procesado mucho esta noticia, pero si fue a verla es porque seguramente Lourdes puede ayudarnos a sanar la herida de Azul.

-¿Te dijo algo que pueda ayudarnos a sanarla? -pregunto, ella suelta un suspiro mientras asiente, su semblante es abatido a pesar de tener una forma de ayudarla.

-El filo de la espada de Emuneth tiene un encantamiento parecido al de la nube de oscuridad, en cuestión de tres días las líneas abarcaran el cuerpo de Azul hasta convertirla en un snubed. -comenta.

-¿Qué es un snubed? -cuestiono.

-Son las criaturas que acompañaban a Emuneth en Dhaos, criaturas sanguinarias que solo responden ante su creador. -comenta.

-¿Podemos hacer algo para evitar que Azul se convierta en una de ellos? -le pregunto, ella suspira.

-Mi madre dice que solo hay una forma de ayudarla, pero no quiso decirme al principio ya que es demasiado peligroso y casi imposible...

-¿De qué se trata? -cuestiono.

-Existe una leyenda de que en lo alto de la colina Ostred hay una cueva donde nacieron claveles de luna, son flores con una magia arcana muy poderosa. -comenta, yo asiento lentamente.

-Debemos ir por ellos. -digo.

-No es tan simple Eliana, la colina de Ostred es el lugar más peligroso de los límites de Arthegón, además que según dicen, el templo de luna esta custodiado por el ultimo dragón lunar, es imposible conseguir llegar allí sin morir en el intento. -dice desanimada.

-Debemos intentarlo Scarlett. -digo, ella suspira.

-Es demasiado peligroso Eliana, no sé si sea buena idea arriesgarse por una leyenda que ni siquiera sabemos si es cierta. -dice desanimada. Yo suspiro.

-Debemos intentarlo, ella salvo mi vida dos veces, no puedo simplemente sentarme a esperar que se convierta en una criatura maligna, no le daré a Emuneth el gusto de arrebatarme a alguien más. -digo. Ella se queda en silencio por unos segundos. Abre su boca para decir algo, pero antes si quiera de pronunciar palabra, una sombra grande nos cubre, ella mira hacia arriba, yo hago lo mismo, puedo ver las enormes alas de Phaos disminuir su vuelo hasta llegar hacia el suelo, entonces veo a Jorge y Andrew bajarse con rapidez del lomo robusto del dragón para acercarse hacia mí con rapidez.

-¡Eli! -exclama Jorge mientras corre hasta abrazarme, yo correspondo su abrazo con fuerza.

-¡No sabes cuánto me alegro de verte! -digo alejándome de él y revolviendo sus rubios cabellos con cariño. Él sonríe.

-¿Dónde estuvo todo este tiempo princesa? Todos estábamos sumamente preocupados por usted. -dice ahora el capitán con el entrecejo fruncido. Yo le dedico una sonrisa triste; me hubiese gustado que por lo menos por esta ocasión dejase los formalismos y me llamase por mi nombre, pero desde que se enteró de mi procedencia pareciera que hay un abismo entre nosotros.

-No hay nada que preocuparse, mi prima cuido de mí. -digo mirando a Scarlett con una sonrisa, ella corresponde con las mejillas sonrojadas. Tanto el capitán como Jorge miran con sorpresa a Scarlett y después a mí. De ninguna manera volveré a guardarle un secreto a Jorge, la última vez que lo hice las consecuencias fueron catastróficas entre nosotros y no deseo bajo ninguna circunstancia que esa situación se repita.

-¿Prima? -cuestiona Jorge con brillo en sus ojos; él nunca ha conocido a más familia además de mí, entiendo su emoción por conocer a alguien más que comparta su sangre.

-Así es Jorge, Scarlett es nuestra prima. -digo, él sonríe dulcemente.

-¡Genial! -dice sonriente. Scarlett le sonríe, pero hay algo en su mirada, como si la afirmación le diese tristeza.

-¿Quién es ella? -cuestiona el capitán mirando a Cailyn con curiosidad.

-Es una amiga que necesita de nuestra ayuda. -digo, él se acerca a ella con curiosidad, se agacha para revisar su herida, pero al verla se aleja de golpe, como si la cercanía de Azul le quemase.

-Una herida de snubed. -dice en shock mientras su mirada se oscurece y su semblante se vuelve duro y taciturno.

-Si... debemos ayudarla. -digo, él niega con la cabeza.

-No podemos hacer nada por ella. -dice.

-Debemos intentarlo....

-¡No! Yo no pienso seguir con esto, si quiere salir a buscar una maldita flor que no existe, no la seguiré, no esta vez. -dice con molestia, yo abro mis ojos con sorpresa; él nunca había perdido los estribos de esa manera, nunca le escuche levantar su voz así y su actitud parece a la defensiva, vulnerable y atemorizada. Él no dice nada más, solamente se aleja. Yo suelto un suspiro mientras me acerco a Phaos y acaricio su enorme cabeza, él cierra sus ojos con tranquilidad, lo extrañe demasiado.

-También te extrañe Eliana. -escucho que habla en mi cabeza, yo sonrío.

-Es de mala educación leer los pensamientos de las personas Phaos. -digo mentalmente.

-No es mi culpa que sus pensamientos sean igual de fuertes que los gritos, aunque quiera no pasan desapercibidos. -dice con cierto tinte de gracia.

-Gracias por cuidar a Jorge. -gesticulo, él asiente con una sonrisa.

-Es un honor. -gesticula en voz alta. Yo sonrío.

-¿Iras conmigo a Ostred conmigo? -pregunto. El dragón hace un asentimiento con la cabeza sin decir nada más. Yo le dedico una sonrisa.

-Descansa Phaos, saldremos al anochecer para que puedas recuperar fuerzas. -digo mientras dejo una leve caricia en su cabeza antes de ir con Scarlett y Jorge que tienen una animada conversación.

-Estábamos perdidas, cuando ella levanto una barrera para salvarnos de la nube oscura ¡Fue increíble! -comenta Scarlett, al tiempo que me siento al lado de mi hermano, quien voltea hacia mí con emoción.

-¿Es cierto que hiciste explotar a un ejército entero y creaste una barrera para salvarlos de la nube oscura? -cuestiona emocionado, yo suelto una risa.

-Scarlett es una exagerada, no fue tan épico como lo relata, en realidad fue bastante aburrido ¡No te perdiste de nada interesante! -digo golpeando su hombro, él suelta una risa divertida; me encanta verlo tan alucinantemente feliz, me hace sentir que por una vez en mi vida estoy haciendo algo bien. Por suerte Jorge y el capitán habían recolectado algunas verduras y frutas en el camino hacia aquí, Scarlett se ofrece a cocinar, le agradezco enormemente ya que con todo lo que tengo en la cabeza muy probablemente se me consuma el agua de la sopa o algo parecido. No dejo de pensar en Andrew, muy a pesar de su mala actitud, se veía bastante afectado al ver la herida de Azul, como si le hubiese traído un recuerdo raído y enterrado.

Andrew no nos acompañó a la hora de la merienda, tampoco volvió a aparecerse en lo que resto del día, más sin embargo unas horas antes de que el sol hubiese caído decidí salir a buscarlo, si algo me llegase a pasar en el viaje hacia Ostred no quisiera que quedáramos en malos términos. Casi una hora después lo encuentro recostado en un árbol, con una pequeña insignia dorada entre sus manos. Él levanta la mirada, pero no dice nada. Tampoco lo hago, solo me siento a su lado sin pronunciar palabra por un rato. Nos quedamos envueltos en un silencio extraño; no es cómodo, pero tampoco incomodo, está en un intermedio.

-Partimos hoy en la noche. -digo.

-Buen viaje. -espeta sin mirarme.

-Le pido que cuide de Jorge, sin importar que pase, incluso aunque yo no vuelva con vida, cuide de él. -digo y finalmente sus ojos me miran fijamente, nos quedamos en silencio nuevamente, su mirada es intensa y pareciera que su alma se desnuda por un momento.

-Lamento exaltarme hace rato. No fue correcto mi comportamiento. -dice después de un rato. Yo asiento lentamente.

-No importa. -digo, él suspira fuertemente. Yo me levanto del suelo.

-Es hora de irme, cuiden los unos de los otros. -digo sin mirarle y comienzo a caminar para alejarme de allí, pero no llego muy lejos cuando siento la calidez de una mano tomar la mía.

-Espere por favor. -escucho un susurro de sus labios que apenas pudo salir, tan pequeño y vulnerable que mi corazón se encogió. Volteo hacia él, mi garganta se seca al ver sus ojos cubiertos por una cristalina manta de lágrimas, además de una rebelde que hizo su camino por su mejilla dejando un camino brillante de sal. Yo trago en seco y me acerco más hacia él. Mi mano temblorosa se posa en su mejilla limpiando con la yema de mi dedo su lagrima.

-Estoy aquí. -le susurro con una pequeña sonrisa. Él solamente se acerca más a mi hasta que nuestros cuerpos se rozan.

-Vi padecer a toda mi gente con la misma espada, con la misma herida, sin ser capaz de hacer absolutamente nada por ellos. -dice en un susurro, su voz se quebró por un momento. Mi corazón se detiene; ahora entiendo todo, ver a Cailyn fue con reabrir la herida, recordarle todo lo que perdió en manos de Emuneth sin ser capaz de hacer nada para poder evitarlo, fue como traer ese horrible recuerdo de nuevo a la vida. Sin pensarlo mis brazos envuelven su cuerpo y lo estrecho con fuerza, como si de esa manera sus penas se irán, puedo escuchar el leve sonido de su respiración tranquila y acomodada, sus brazos también me envuelven con fuerza, como si fuese imposible dejarme ir, como si aferrándose a mí su dolor se iría para siempre.

-No vaya a Ostred. -me pide en voz baja, yo acaricio su espalda con tranquilidad.

-Debo ir. Regresare con la cura, ahora hay esperanza, encontrare los claveles y salvaremos no solo a Azul, sino también a todo Arthegón. He entendido que esta es mi batalla. -

-Hoy hay esperanza porque estás aquí. -

Fin del capítulo

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