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Capítulo VIII: El dragón Azul
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Capítulo VIII: El dragón Azul

El Páramo, Sur de Arthegón

Existen escasos momentos de tranquilidad, cuando las palabras son silenciadas con el escalofriante sonido de un grito ahogado de terror, cuando un momento mágico es cortado abruptamente por un sonido escabroso, mis pies se mueven con velocidad, mi corazón late con rapidez en mi pecho y todo parece ir en cámara lenta, corro con rapidez pero parece que no llego nunca, mi cuerpo pesa y no puedo mantener el ritmo de mi acelerado corazón, mi cuerpo empieza a temblar conforme veo a la distancia el gran Sauce donde montamos el campamento, con la poca fuerza que me queda en las piernas corro hasta llegar hacia donde mi hermano se encuentra, su pequeño cuerpo se sacude temblando con fervor, me acerco a él y coloco mis manos en sus brazos, pero él se exalta ante mi contacto, sus ojos me miran con miedo, le llamo por su nombre pero él no contesta, luego me doy cuenta que no me mira con miedo, su mirada está fija en algún punto detrás de mí. Me levanto con lentitud y mi cuerpo se voltea lentamente, mis ojos se agrandan cuando veo el por qué mi hermano había gritado de aquella manera. Unos ojos rojos brillantes me miran, yo parezco una muñeca pequeña a comparación de la criatura. Su cuerpo es de un color azul oscuro, su piel es escamosa y brillante, dos enormes orejas puntiagudas sobresalen de su cabeza, cerca de ellas dos cuernos grandes curveados de un color azul más oscuro que el de su cuerpo, al igual que dos enormes bigotes largos en su hocico que parecen ondear con el viento, un cabello largo azul que cae en desordenados risos a un lado de su rostro, sus patas delanteras y traseras son enormes, con largas garras negras y sus alas se mueven frenéticamente sobrevolando el suelo, su enorme cola se mueve frenéticamente de manera amistosa, me recuerda a un pequeño perro que tuve cuando era niña, siempre movía su cola de la misma forma cuando me veía, pero esto es totalmente diferente; estoy segura que esta criatura no mueve su cola por el mismo motivo. Yo trago en seco al ver que el dragón se acerca a mí con una peligrosa lentitud, como si disfrutará del miedo que provoca con su intimidante presencia. Yo no sé qué hacer ante su acercamiento, el dragón baja de su vuelo y sus patas tocan el césped, queda a pocos centímetros de mí, acerca su rostro al mío, mis ojos miran los suyos y parece hipnotizarme con el azul eléctrico de los suyos mezclado con motas rojas, casi sin entender por qué; ya que no puedo moverme de mi lugar, solo me quedo estática mientras él se acerca más a mí.

-¡Vete de aquí! -escuchó la voz de Andrew, el dragón quien hasta ese momento se había mantenido tranquilo, con su enorme mano me golpea arrojando mi cuerpo a un lado del gran árbol, mi vista es borrosa y mi corazón late con fuerza, intento levantarme, pero es inútil, mi cuerpo pesa demasiado en estos momentos, mis ojos como un borrón pueden ver como el gigante animal lanza un fuego morado al capitán, no pude distinguir si le había lastimado o no. Mis ojos pesan demasiado y al final mi cuerpo no puede más y colapso.

20 de diciembre de 1945

Mi cuerpo duele, mis ojos poco a poco van acostumbrándose a la luz, el cielo es celeste, el silencio es levemente interrumpido por el cantar de algún pájaro a la lejanía. Me levanto con lentitud, me duele horrores el cuerpo como para hacer movimientos muy bruscos. Mi mirada se dirige a mi hermano, él se encuentra sentado en la raíz del árbol, me mira con atención, los recuerdos de la noche anterior llegan a mi memoria de golpe, abro mis ojos con sorpresa y con la rapidez que me permite mi cuerpo me acerco a mi hermano, le abrazo fuertemente y sorprendentemente él me corresponde. Mi cuerpo reclama el abrupto movimiento, pero ignoro mi dolor, lo único que me importa ahora mismo es que Jorge se encuentra bien.

-¿Estás bien? -le preguntó.

-No te preocupes por mí ¿Cómo te sientes tú? -pregunta él.

-Me duele un poco el cuerpo. -digo y él asiente.

-Es lógico después del golpe que la criatura le proporciono ayer -escuchó su cálida voz, el capitán me mira con preocupación.

-¿Por qué nos atacó? -pregunto y él solo suspira.

-No lo sé, le he dado vueltas al asunto toda la noche y no encuentro una razón válida para el ataque de ayer, los dragones viven en las montañas del norte y no suelen bajar al páramo o al bosque, no encuentro motivo por el que este dragón anduviese por los alrededores. -dice él.

-Tal vez la oscuridad ya está llegando a las montañas y ellos están huyendo. -le digo, pero él niega.

-Las montañas son tierra sagrada, es el único lugar que no será afectado con la oscuridad. -dice él y yo asiento lentamente.

-Este viaje resultó ser más peligroso de lo que creímos, será mejor que continuemos, no quiero estar aquí más tiempo del necesario. -dice mi hermano y se aleja para empezar a guardar las cosas.

-¿Se siente bien para continuar? -me pregunta suavemente, en sus ojos hay preocupación por mi persona y aquello hace que mi corazón salte de emoción. Le dedico una sonrisa cálida.

-Solo tengo un dolor leve, puedo seguir viajando además que... Jorge tiene razón; mientras más rápido podamos irnos, mejor, un problema menos para usted también ¿No es así? -digo y él asiente lentamente, por un momento puedo ver un ápice de tristeza en sus ojos, pero él baja su mirada y se aleja de mi sin decir nada más.

Media hora después habíamos retomado el camino hacia el castillo, Andrew no me dirigió una mirada en todo el día, los tres caminamos en silencio, en el camino nos encontramos a Tincus y Rango junto al pequeño ciervo en brazos. Ellos nos comentaron que habían hablado con toda su comunidad y habían decidido no comer más a los animales pequeños, me sentí bastante feliz al escucharlos; había hecho un cambio real con ellos. Me pidieron ayuda, para enseñarles a los demás a cocinar sin carne y a reconocer los vegetales comestibles en el páramo, el campamento de los ogros queda de pasada hacia el castillo, así que cuando llegamos como a las cinco de la tarde ellos nos ofrecieron pasar la noche y aceptamos ya que Andrew tenía temor de que el dragón anduviera por allí merodeando y sinceramente es lo mejor ya que por lo que vi los dragones son peligrosos, así que el campamento de los Ogros parece lo más atractivo y seguro. Yo había ido con Tincus y otros Ogros por las frutas y verduras, yo les había explicado la diferencia entre las plantas venenosas y las comestibles, en estos momentos agradezco mi travesía en los bosques de Checoslovaquia ya que gracias a las malas y buenas experiencias allí había aprendido todo sobre la supervivencia en la naturaleza. Al regresar hembras y yo las cocinamos de distintas maneras, así no se aburrirán de comer verduras y podrían variar sus comidas. Más sin embargo y a pesar de que mi mente se mantuvo ocupada todo el día, no deje de pensar en el dragón, la actitud primera de la criatura no coincidía con su agresiva actitud después, cuando sus ojos y los míos se conectaron yo no sentí miedo por extraño que parezca, sus ojos parecían impasibles, tiernos, pacíficos y podría decir que temerosos. Es una extraña sensación, pero no estoy segura de que el dragón hubiese querido lastimarme, tal vez el grito del capitán le asustó y no pudo contener un espasmo, aunque no puedo estar completamente segura de ello, no conozco este lugar y no puedo argumentar a ciencia cierta que aquel animal no es peligroso, pero algo en mi corazón me dice que no lo es.

La noche se refleja en el cielo y los ogros se retiran luego de la amena comida, yo por otro lado luego de la cena me pierdo con dificultad por unos momentos, Andrew y Jorge estaban preocupados por mí y no me dejaron sola todo el día, si uno no estaba conmigo, estaba el otro y aunque agradezco enormemente su preocupación, realmente necesito un momento de soledad.

Camino entre el campo de flores silvestres, la luna brilla con intensidad, las flores adoptan un color más opaco en la noche, pero no pierden su belleza, el césped parece brillante por las gotas de rocío nocturno, las acaricio levemente y con cuidado me adentro al campo de flores, los árboles parecen rodear todo el campo, al estar en el centro solo respiro; necesito un respiro, solo un momento de quietud y tranquilidad, sin pensar en nada, sin sentir nada más que paz, el aire es cálido y abrazador, los sonidos nocturnos son susurros lejanos. Mis oídos captan un sonido diferente, no hay mucho ruido por lo cual el sonido no pasa desapercibido, un aletear entre el suspiro del aire, abro mis ojos una sombra oscura se extiende sobre el césped, una imponente y enorme figura, levanto mi mirada hacia el cielo, una criatura sobrevuela el césped, sus alas se mueven lentamente para descender hasta quedar frente a mí.

El mismo dragón que irrumpió en el campamento se encuentra frente a mí. Yo me quedo paralizada, sin poder mover un solo musculo de mi cuerpo, pero mi mente al contrario va a cien kilómetros por hora. No es coincidencia que estuviese aquí también, algo más pasa. La criatura inclina su cabeza, sus ojos son amables y suplicantes, como si estuviese pidiendo una disculpa con aquella mirada, se acerca mucho más hacia mí y baja su cabeza a mi altura, con cuidado me acerco, el dragón no se aleja lo cual es una buena señal -a menos que quiera comerme, lo cual sería una muy mala señal-, con mi mano temblorosa acaricio su enorme cabeza, él cierra sus ojos ante mi contacto, al abrir sus ojos me mira fijamente, de alguna extraña manera siento una familiaridad increíble con la criatura, sé que no me lastimara, puedo verlo en sus ojos, el me busca a mí, yo soy el motivo por el cual dejo las montañas pero aun no entiendo qué quiere conmigo.

-Quiero ayudarla en su viaje. -escuché una voz profunda y con un leve eco, pero él no había movido el hocico y no hay nadie más cerca.

-Me escucha en su mente. -escucho de nuevo la voz, le miró con sorpresa y curiosidad.

-¿Por qué? No entiendo su interés en mí. -exclamó en voz alta.

-Aún no lo sabe. -escucho, pero parece más como un pensamiento propio que un diálogo conmigo.

-¿Saber qué? -cuestionó. El silencio se extiende por un largo rato, la criatura me mira como si fuese la cosa más curiosa que ha visto en su vida, a pesar de no hablar textualmente, su rostro es sumamente expresivo.

-Todo se sabe a su propio tiempo. -dice al fin.

-No entiendo. -digo en un susurro.

-No debe hacerlo... aún, solo déjeme acompañarla. -

-No viajo sola. -digo y él hace un pequeño movimiento con su cabeza, como un asentimiento leve.

-Lo sé y doy mis más sinceras disculpas por el encuentro anterior, no estoy acostumbrado a relacionarme con otros seres, espero no haberle lastimado. -dice y sus ojos me miran con preocupación.

-Estoy bien, no se preocupe dragón. -digo.

-Mi nombre es Phaos. -dice él y yo le dedico una sonrisa amable.

-Muy bien Phaos mi nombre es...-

-Eliana, lo sé. -me sorprende que él conociera mi nombre, aunque no quise preguntar al respecto.

-Salimos mañana al amanecer, debería descansar, mañana será un día cansado. -digo y con una última caricia me alejo de la criatura. Escuchó el sonido de sus alas en movimiento al alejarse del campo, camino hasta llegar al campamento de los Ogros, la fogata está levemente encendida y dos figuras caminan de un lado a otro, una grande y la otra pequeña, ambos al verme corren a mi dirección.

-Eliana ¿Dónde estabas? -exclama mi hermano exaltado.

-¡Estábamos preocupados por usted! -exclama ahora Andrew.

-Solo fui a dar un paseo. -les digo con calma.

-¡Es muy peligroso que caminé a estas horas por el páramo! -dice el joven de ojos ámbar.

-Nada me ha pasado, así que si me disculpan iré a descansar, les aconsejo hacer lo mismo, mañana debemos avanzar en nuestro viaje. -les digo y me retiro del lugar.

21 de diciembre de 1945

El sol levemente alumbra con rayos vagos el páramo, en el firmamento aún se pueden ver levemente dibujadas las estrellas y el color azul oscuro está mezclado con el anaranjado que reflejan los rayos del sol, mis ojos miran aquel lienzo como arte, cada pequeño pedazo de cielo parece en una sincronía perfecta, me levanto con pesadez, hace más de una hora que había despertado, para ser sincera conmigo misma no había podido dormir muy bien últimamente, tengo tantas cosas en que pensar que mi cerebro no deja de trabajar incluso mientras duermo, más aún con la extraña conversación que mantuve con aquel dragón. No quiero pensar en ello, todo parece un rompecabezas y siento como si no tuviese todas las piezas, todo parece confuso e indiscutiblemente peligroso. Salgo de mi tienda al mismo tiempo que mi hermano y Andrew salen de las suyas. Minutos después la imponente criatura desciende del cielo, mi hermano y el capitán Aldridge inmediatamente se ponen en guardia. Algunos Ogros ya están a la intemperie, otros recién salen de sus carpas, pero todos miran con asombro la escena del dragón frente a ellos, como dijo el capitán antes; es muy raro que un dragón saliera de tierras sagradas, así que seguramente ninguno de ellos había visto un dragón antes. Yo rápidamente me acerco a Phaos.

-¿Qué hace? ¡Alejad de la criatura! -exclama el capitán, pero no le hago caso, el dragón agacha su cabeza hacia mí, con cuidado le acaricio ante la atónita mirada del capitán, mi hermano y algunos Ogros.

-Ven Jorge, él no va a lastimar a nadie. -le digo, el niño con un poco de miedo se acerca al dragón, le toca su cabeza con delicadeza, el dragón le mira, mi hermano sonríe. Sus ojos brillan, Jorge parece emocionado y me siento feliz de verlo de esa manera; como un niño emocionado por algo increíble, como si por un momento el peso del pasado desapareciese de sus hombros.

-Es hermoso. -susurra con su mano en la cabeza. Yo asiento lentamente con una sonrisa. Mi mirada se dirige hacia él, su rostro muestra sorpresa y terror al mismo tiempo.

-Acérquese Capitán. -le digo, él me mira con desconfianza.

-No sé si sea buena idea. -me dice inseguro.

-¡Por favor! Es inofensivo además de que debería acostumbrarse a su presencia ya que Phaos viajará con nosotros de ahora en adelante. -le digo, él se sorprende ante aquella afirmación. Finalmente se acerca hasta quedar frente a frente con la imponente figura de Phaos.

-¿Por qué ha salido de las tierras sagradas? ¿Cuál es el motivo por el cual ha decidido viajará con nosotros? -le pregunta Andrew.

-Porque es mi deber. -dice el dragón, pude escuchar lo que le decía al Capitán por alguna extraña razón, incluso aunque el dragón no articulo ni una sola palabra.

-¿Por qué? -articula el Capitán Aldridge.

-Todas tus preguntas serán respondidas en el Castillo, allí encontrarán las respuestas. -dice el dragón.

Fin del capítulo

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Silvia Rosales
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