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Capítulo IX: Una cálida bienvenida
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Capítulo IX: Una cálida bienvenida

Reino de Arthegón

El viento sopla en mi rostro, cierro mis ojos respirando el aroma del bosque mezclado con aire fresco y el afrodisíaco olor de las flores de primavera, abro mis ojos para apreciar el paisaje, aunque el lugar que sobrevuela el dragón está plagado de naturaleza, si me esfuerzo un poco más puedo apreciar algo que no es muy hermoso de ver; los árboles completamente oscuros, de un color negro intenso que no ceden ni una minúscula hoja de sus ramas con el fuerte soplar del viento, parecen de piedra, inertes; sin vida. Después de dejar el campamento de los Ogros, seguimos nuestro viaje con la diferencia que; lejos de caminar, ahora recorremos el bosque volando. Había sido muy emocionante para todos, la primera vez volando; Jorge soltó un grito emocionado y yo reí ante su reacción, el capitán parecía indiferente, pero estaba igual de emocionado e incluso me atrevería a decir que nervioso, ya que sostenía el mango de su espada con fuerza y bajo ninguna circunstancia miraba hacia abajo. Ahora mismo llevamos horas quizás volando o días; no lo se. Mi hermano mira el cielo con aburrimiento, aunque su respiración es tranquila yo lo conozco demasiado bien como para saber que él está agobiado por todo lo que ha pasado últimamente; por los secretos de nuestros padres, por el hecho de estar en un lugar mágico lleno de seres increíbles que parecen irreales y por lo que sea que descubriremos en el castillo, no puedo culparlo; yo estoy igual de agobiada con la enorme cantidad de información nueva e increíble, no he podido dormir bien en toda la noche, las preguntas sin fin no me dejan estar tranquila incluso cuando mi consciencia supone estar descansando. Quiero saber todas las respuestas, es algo que he estado pensando mucho últimamente; necesito saber a lo que me estoy enfrentando, Jorge nunca estará seguro con esta desinformación y misterio que dejaron atrás mis padres, más sin embargo...estoy aterrada de esa avalancha de información.

Estuvimos todo el día volando, más sin embargo cayó el sol y aún no estábamos ni cerca de llegar, estoy segura que el dragón ha tomado el camino más largo para que ni Jorge y yo tuviésemos que ver el bosque oscuro, pero incluso una criatura tan poderosa necesita descansar, él parece leer mi mente ya que el vuelo disminuye de velocidad.

El dragón aterriza en la orilla de un hermoso lago rodeado de casas de un tamaño mediano-pequeño, antes de descender he podido ver como las pequeñas criaturas se escondieron al momento de bajar a tierra y realmente no los culpo, el dragón puede ser intimidante, es normal que el primer instinto de aquellas pequeñas criaturas haya sido esconderse ¿Habría hecho lo mismo aquella vez de no haber sido por la necesidad de salvar a Jorge lo que me impulso a enfrentarme al dragón? Seguramente si. Las casas son de arcilla y paja, es un campamento más grande que el de los ogros, con la diferencia que las casas de los ogros eran enormes y estas son quizás unos tres metros más altos que mi propia estatura -lo cual no es mucho ya que no soy alta- Jorge es el primero en bajar de Phaos, seguido del capitán quien me ayuda a bajar, el dragón azul simplemente se recuesta a la orilla del lago y cierra sus ojos. Mi hermano por otro lado se acerca más a una de las pequeñas casas de arcilla y toca la puerta hecha de trozos de madera, todos sabemos que hay personas dentro de la casa, más sin embargo nadie abre la puerta, seguramente están aterrados por el enorme dragón azul recostado a unos metros de nosotros. Mi hermano insiste en la puerta mientras el capitán Aldridge y yo solamente nos mantenemos en silencio, expectantes de lo que fuese a pasar. El joven capitán está callado, había estado así todo el día, no me había dirigido la palabra para nada, no entiendo su actitud; un momento es dulce y tierno, afable y simpático, al otro momento es distante, con aire de superioridad y frio como el hielo, siempre es una ruleta de la suerte cuando se trata de él, nunca tengo idea de cómo actuará, él es impredecible como el océano; en un momento impasible y cautivador y al siguiente arrasador y caótico; tal vez solo tal vez sea eso es lo que más me atrae de él La puerta es abierta lentamente, un pequeño hombrecillo sale de la casa; de cabello rojizo, piel blanca y ojos verdes, además de sus puntiagudas orejas. El pequeño que es de la mitad de tamaño que mi hermano nos mira con miedo. Viste un sencillo pantalón de tela café y una camisa de manta blanca bajo un chaleco azul además de un sombrero que mantiene sus salvajes cabellos rojizos fuera de su rostro.

-Disculpe señor, no queremos incomodar, no pretendemos lastimar a nadie, nuestro dragón está cansado, no estaremos mucho aquí. -dice mi hermano con cautela.

-¿Quiénes son ustedes? -pregunta el hombrecillo con más calma al escuchar la voz inofensiva de Jorge.

-Mi nombre es Jorge Colingwood, ella es Eliana y el capitán Aldridge. -dice mi hermano, tanto el pequeño hombrecillo como el mismo capitán nos miran con los ojos abiertos de sorpresa.

-¿Ustedes se apellidan Colingwood? -pregunta con sorpresa el capitán con su mirada fija en mí.

-Así es. -digo con simpleza, todos se quedan en silencio, ellos solo nos miran a mi hermano y a mí con sorpresa en sus ojos, como si de alguna manera creyesen imposible aquella afirmación de mi parte. El hombrecito y el capitán se miran por unos minutos con interrogante, como si estuviesen teniendo una conversación visual de la cual no soy participe, pero ninguno se dice nada, solo se miran y nos miran por momentos.

-Mi nombre es Colin, será un honor recibirlos en nuestra comunidad. -dice luego de un rato el hombrecito.

-Gracias por su amabilidad señor Colin. -dice mi hermano, el hombre hace una leve reverencia hacia nosotros y se aleja para entrar a la casa, a los minutos sale de nuevo con un cuerno en sus manos, el señor Colin hace sonar el artefacto, el sonido escandaloso hace que todos los que viven en el lugar salgan; a los minutos el campo verde está lleno de personas pequeñas quienes nos ven con curiosidad.

-Escuchen todos y todas; ellos son los hermanos Colingwood, escoltados por el capitán Aldridge, van a estar esta noche con nosotros, tratarles con amabilidad por favor. -dice el hombre y todos asienten en conformidad.

Rápidamente se dispersó la multitud personas, el capitán se aleja rápidamente de nosotros para acercarse a Phaos y hablar algo que no puedo escuchar. Por otro lado, el señor Colin nos lleva a una casa un poco más grande y nos asigna habitaciones, nos comentó que cenan a las ocho y nos pidió con demasiada amabilidad unirnos a ellos en la merienda. Yo aún estoy un poco curiosa por lo que había pasado respecto a nuestros apellidos, pero no pude hablar con el capitán en lo que resto del día, él se mantuvo alejado ayudando a los que ahora conozco como duendes. La cena fue muy cálida, todos nos trataron de manera amable y por alguna razón nos hacían una sutil reverencia al acercarse a hablar o al terminar una conversación, no tengo idea si aquello es alguna costumbre de los duendes o es propio de todo el reino hacer aquello. El señor Colin estuvo hablando ilusionado de la llegada de una luz que sería el fin de la era de oscuridad que por más de un siglo los ha asechado. El capitán no se había aparecido en toda la noche, cuando le pregunte al señor Colin de su paradero simplemente me comento que le había encargado la tarea de buscar provisiones y que el gustoso había aceptado.

Por alguna extraña razón que él estuviese evitándome desde el casi beso en el bosque me hace sentir triste, él actúa raro cuando está cerca de mí, además de que después de ese momento intimo entre nosotros jamás volvimos a hablar al respecto, tal vez porque simplemente yo he exagerado las cosas en mi cabeza y el momento no fue tan mágico como recuerdo, tal vez simplemente he malinterpretado todo. Andrew me provoca tantos sentimientos abrumadores que no sé cómo controlarlos, jamás había experimentado esa clase de emociones; cuando él está cerca de mi siento que nada malo puede pasarme, una simple mirada suya desaparece el miedo, su voz hace que mi corazón se acelere, no puedo pensar con claridad cuando sus ojos y los míos se conectan, me siento como una niña que no sabe cómo comportarse, pero al mismo tiempo me siento plenamente tranquila y feliz.

Luego de la cena los duendes empezaron a bailar, todos parecen regocijantes de felicidad por el héroe salvador que vendrá pronto a destruir la oscuridad, todos han recuperado la fe y la esperanza de que todo mejoraría, querían celebrar con jarras de cerveza y buena música y por un momento sentí envidia al verlos tan felices; yo nunca tendré esa felicidad. Varios de ellos me invitaron a bailar, yo acepte y baile con cada uno de ellos cambiando de pareja constantemente, yo soy más alta que ellos, pero no demasiado, mi hermano incluso es casi de mi tamaño y solo tiene once años. Me divertí demasiado, después de todo, ellos seguramente van a amanecer de fiesta, yo pude darme cuenta que mi hermano luego de unas horas ha desaparecido de la zona alegre, busque con mi mirada una cabellera rubia entre las personas, lo encontré; mi hermano está sentado a la orilla del lago, junto a Phaos quien seguramente sigue durmiendo profundamente, solo se levantó para digerir la comida que el señor Colin había preparado especialmente para él y con la misma se había dormido de nuevo, ni siquiera le despertó la ruidosa música, seguramente está demasiado cansado de volar todo el día, agradezco que él estuviese viajando con nosotros, el camino es más largo de lo que imagine, si volando no habíamos llegado en un día, caminando nos hubiese llevado una semana de viaje si no es que más. Me acerco lentamente a Jorge hasta sentarme a su lado, las cosas entre nosotros no están de lo mejor, por lo que siento la incomodidad de Jorge cuando estamos solos; sé que no me ha perdonado por no decirle lo del trabajo en Polonia. Mi mirada se dirige hacia el movimiento del agua en el lago, las olas parecen reflejar la luz de la luna. El me observa con pena, incluso aunque no le veo fijamente puedo sentir su mirada sobre mí, un silencio incomodo se extiende en el aire hasta que minutos después mi hermano habla;

-Lo siento. -me dice el con pena. Volteo hacia él.

-¿Por qué? -le pregunto sin saber muy bien a que se refiere, tengo una leve corazonada, pero prefiero que me confirme su propia voz.

-Por ser egoísta Eli, cuando me dijiste lo del trabajo exploté sin razón, debí escuchar tus razones y apoyarte, tú has sacrificado todo por mí, desde que tengo memoria te has exigido el doble de tu capacidad cuidando de mi sin descuidar nunca mis necesidades, siempre sobreponiéndolas a las tuyas y trabajando sin parar desde que tienes catorce años, a veces pienso que todo hubiera sido mejor si yo no hubiera nacido, todo hubiera sido más fácil para ti. -me dice él con los ojos cristalizados. Yo acuno su rostro con mis manos y le miró fijamente.

-¡No vuelvas a pensar eso! ¿Me oíste? Tu eres lo más importante en mi vida, mi motivo de vivir, jamás pienses que hubiera estado mejor sin ti porque eso no es cierto. -le digo.

-Me siento realmente mal; vives trabajando para pagar mi escuela de bellas artes y ahora por primera vez que piensas en ti yo lo arruino y te hago sentir egoísta cuando en realidad el egoísta soy yo por pensar en cómo me sentía, sin pensar en tu bienestar, perdóname por enojarme, estoy orgulloso de ti. -dice el con tristeza, yo niego con la cabeza y le abrazo fuertemente.

-No tengo nada que perdonarte cariño, nada. Te amo, no sabes cuánto hermanito. -digo con lágrimas en los ojos, sé que él está llorando también, yo solo lo abrazo; Jorge es mi vida, mi motor, mi motivo para levantarme cada mañana y seguir luchando. Nuestra relación es demasiado afectiva y el hecho de que él estuviera molesto conmigo me tenía realmente afligida, puedo notar ahora como ese peso se quita de mi pecho, me siento más liviana porque después de días de enojo al fin él me ha perdonado.

Fin del capítulo

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Silvia Rosales
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