Capítulo X: Amargos Recuerdos
Flashback
Baja Silesia, Breslavia, Polonia
22 de abril de 1940
Mi cuerpo duele, mis ojos seguramente tienen bolsas de ojeras, me siento más liviana; más delgada. Mi hermano tiene sus ojos cerrados, las calles son oscuras, el callejón es levemente iluminado por la luz de la luna, mezclado con la luz de los apartamentos que se filtran por las ventanas de cristal. No sé si podre resistir demasiado, la vida en la calle es dura, tengo la suerte de que estamos en abril, el calor veraniego nos abriga por las noches. Recién habíamos llegado a Breslavia, había decidido empezar a viajar por Santa Cruz, era el camino más largo, debía recorrer cinco ciudades para llegar, pero eran las ciudades con menor intervención nazi y hasta ahora no habíamos encontrado a más soldados desde Varsovia, cuando llegamos a la ciudad de Cracovia pensé en buscar a mis abuelos y pedirles ayuda, pero deseche la idea cuando recordé el último deseo de mis padres; yo debía viajar a Londres, aunque fuera lo último que hiciera. Debo decir que no estoy orgullosa de lo que he hecho, en la ciudad de Opole tuve incluso que usurpar una casa para recaudar los suministros necesarios; en todo este viaje lo único que llevamos son dos mochilas con sábanas y ropa. Lo único que sobrevivió de todo este viaje es un hermoso tren de una colección que mi padre le obsequio a Jorge días antes del trágico incidente. Pudieran pensar que lo más difícil ha sido conseguir comida, pero eso es secundario; lo más difícil de esta desgracia ha sido ver los ojos cristalizados de mi pequeño hermano mientras llama a mis padres, lo más difícil ha sido cargar con la culpa emocional que me carcome por las noches y no me deja dormir, lo más difícil ha sido tener que madurar de golpe, deje de ser una niña de catorce años para convertirme en una adulta con un niño que depende de ella. Lo más difícil es tragarme las lágrimas por las noches, tapar mi boca para que mi pequeño no pueda oír los sollozos que salen de lo más profundo de mi alma rota. A veces íbamos con mi hermano a una tienda donde vendían televisores, cada día era una mala noticia, la programación estaba repleta de noticias de los alemanes masacrando a los judíos que residían en Polonia y despojando a las personas de sus casas. Las calles de Breslavia estaban desiertas de las cuatro de la tarde en adelante, aún no hay toque de queda en la ciudad como en Varsovia, pero las personas están aterradas, duramente se miran personas en las mañanas incluso, las personas solo salen para comprar suministros, el ejército nazi cada vez gana más terreno en Polonia, a unos pocos meses de haber invadido ya tenían a ciudades como; Varma, Podlaquia, Lublin, Pomerania y Pomerania Occidental. Cada día el imperio nazi gana poderío en Polonia, yo creo que solo falta un mes más para que ellos ganen todo el territorio polaco. Mi más grande miedo es ser descubierta, si bien es cierto que mi padre era polaco, mi madre era judía, lo que nos convierte a nosotros en judíos y los nazis comen judíos de desayuno, el único lugar donde estaríamos seguros seria en la unión europea. Yo practico mi acento por si algún día me encuentro con alemanes, la verdad es que por más optimista que fuera hasta yo tengo miedo de lo que nos depara el destino, pero de lo único de lo que estoy segura es que peleare hasta mi último respiro por salvar a mi hermano.
Flashback
Praga, Checoslovaquia
10 de marzo de 1940
Las cosas cada vez estaban más difíciles, mi cuerpo ha dejado la adolescencia, mi hermano y yo estamos viviendo debajo de un puente en un parque abandonado rodeado de un bosque. Hace algunos días habíamos encontrado un pequeño claro en lo profundo del bosque, exactamente el primero de marzo, el cumpleaños de Jorge, mi pequeño hermano cumplía los seis años y yo me sentía tan miserable por no poder darle aunque sea un techo caliente y seguro donde dormir, mucho menos podía darle un obsequio, él es un niño inocente y humilde, jamás me ha exigido nada en absoluto en los meses que llevamos de viaje, ese día estábamos jugando en el bosque y nos alejamos de los limites conocidos, él quería explorar "el altamar" según decía, yo le seguí porque era su cumpleaños y amaba verlo reír y divertirse como un niño normal. Sin querer encontramos el hermoso claro en el bosque, a pesar de las guerras y las calamidades de estos tiempos ambos nos tiramos al agua y jugamos toda la tarde como si fuese un día normal y no un día más de guerra, no un día más de crueldad, por ese momento pude olvidar que estábamos huyendo de los nazis. Ese claro fue nuestra salvación por lo menos mientras estuvimos en Praga, el agua era rica de peces, yo nunca había pescado antes, pero la necesidad me obligo a aprender con rapidez, mi hermano también aprendió, pero le era más difícil por sus pequeños brazos. El ocho de marzo empecé a sentirme demasiado cansada, mi cuerpo estaba más pesado de lo normal y me cansaba más rápido. Para la mañana del nueve de marzo un dolor agudo me ataco el cuerpo, mis brazos dolían sin razón alguna al igual que mis piernas, mi cuerpo estaba más sensible a la leve temperatura fría; pensé que sería un resfriado, así que seguí como si no me estuviera desmoronando, no podía darme el lujo de descansar, mi hermano dependía de mí así que pensé que lo mejor sería darme un baño en el lago, lo que no espere es que al momento de entrar en las aguas estas se tiñeron levemente de rojo; yo salí asustada por aquel acontecimiento, no entendía porque estaba sangrando si no tenía herida alguna, revise mi pie y piernas pero no tenía nada, entonces sentí un fuerte dolor en mi vientre, mire directamente a mi zona íntima y efectivamente la sangre provenía de allí, al principio me asuste horrores, luego recordé una charla con mi madre donde me explicaba los cambios que seguramente sufriría luego de mis quince años; la menstruación; la etapa en que mi cuerpo iba a evolucionar a adulto o algo así entendí, lo que ella no me dijo fue de lo doloroso que era aquello, mi cuerpo dolía demasiado y los dolores en mi vientre bajo no se hicieron esperar, mi cuerpo se sentía cansado. Aun con el dolor creciente en mi vientre me levante, lave mi ropa manchada, recogí algunos peces para Jorge y junte un poco de leña para la fogata en la noche. Luego de eso caí en profundo sueño y no desperté hasta ahora, lo primero que veo es la fogata encendida, mis ojos enfocan mejor y puedo ver a mi hermano asado un pescado en el fuego, siento algo húmedo en mi frente, al tocar me doy cuenta de que es un trapo húmedo. Me levanto con cuidado y el dolor me reclama rápidamente, pero lo ignoro, miro como la ropa de ayer esta seca y doblada, hay leña tirada a un lado de nosotros, varios peces en un balde de hierro que habíamos encontrado.
-¿Cómo te sientes? -pregunta mi hermano.
-Un poco mejor bicho. -le digo con una sonrisa, él con cuidado me ofrece un vaso de plástico, lo tomo con curiosidad por que no había visto ese vaso antes. Al ver el contenido del recipiente lo miro con sorpresa y terror al mismo tiempo.
-Jorge Edwards Colingwood Boone ¿Dónde has conseguido esto? -le pregunto y él traga en seco.
-El hombre de la cafetería me lo regalo. -me dice el con cuidado, yo abro mis ojos con sorpresa.
-¿Has salido a la ciudad? ¿Cómo se te ocurre? ¡Pudieron haberte visto los alemanes! ¡Oh por Dios! ¿Te han visto los alemanes? -yo estoy demasiado exaltada, miles de escenarios donde él era descubierto llegan a mi mente exaltándome más.
-Nadie me vio Eli, solo fui en la mañana y el señor me regalo un vaso de café y regrese aquí. -me dice él con un tono bajo. Yo suelto un suspiro.
-¿Por qué has salido Jorge? -le pregunto más calmada, él comienza a jugar con el borde de su camisa.
-Porque estás enferma y quería ayudarte, pensé que un café te curaría. -me dice, mi corazón se estruja ante sus palabras y las lágrimas salen de mis ojos al oír aquello, deje el vaso a un lado y lo abrace fuertemente.
-Tú me curas mi pequeño, tú eres mi medicina, prométeme que no volverás a hacer nada parecido. - le digo al pequeño.
-Lo prometo Eli. -me dice con una sonrisa. Yo acerco el vaso de café a mis labios dando un sorbo, un gemido de conformidad sale de mis labios, no sentía el afrodisiaco sabor del café desde el ultimo desayuno con mis padres. Me tome el café con rapidez disfrutando del delicioso sabor, muchas veces no valoramos lo que tenemos, yo jamás imagine si quiera esa mañana que aquel seria el ultimo café que tomaría en mucho tiempo, no abrace a mis padres por última vez, porque tenía la certeza de que los vería siempre y no fue así, jamás valore todo lo que tuve y ahora que lo he perdido todo desearía pasar una noche en mi cómoda cama con sabanas de seda, degustar un buen desayuno hecho por mi madre, salir a jugar pelota con mi padre en la tarde, deseo tener ropa más limpia, tener un techo donde me sienta segura, deseo ver a mis padres por última vez, pero no siempre tenemos lo que deseamos. Mi hermano se acerca a mi rostro y limpia unas lágrimas que se escaparon de mis ojos. El me abraza fuerte, después de todo nada es imposible si estamos juntos, no hay nada que no podamos hacer.
Fin del capítulo
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