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Se ordena el ejército. La anciana de los portales. Alza tu poder. - PARTE 2
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Se ordena el ejército. La anciana de los portales. Alza tu poder. - PARTE 2

- ¡Pero Cleo!



- ¡¡Pero nada!! – Se irrita Cleo – ¡Es importante!



- Bueno, ¿Antes desayunamos? - Dice un tanto asustado por el rostro de mando de Cleo



- ¡Mmm! Bueno - Asiente ella. –





Luego de concluir, los dos prepararon un pequeño bolso y salieron. -









Cleo a raíz de la misiva recibida por la sacerdotisa, inquirió la importancia de su llamado y ella aparte de ello debía resolver asuntos que no solo la inmiscuían, sino también a Hermes.



En su letargo de hipnosis mental y sentimental, descubrió algo interno de Hermes que no pudo visualizar con totalidad. Ese algo podría ser fundamental. No obstante sus poderes no eran tales como para lograr descifrarlo por completo. Aquel discernimiento otrora pensamiento empírico era sumamente escaso.



Al concluir el desayuno con té y masas. Tomaron unos caballos. El posadero conocía muy bien a la familia Everlast. Cleo para Azaria era como una reina. Y su esperanza llevaba su nombre.



Cabalgaron hacia la puerta principal. La sacerdotisa suele mudar de lugar, o dirección conforme las estaciones del año. Y en el verano permanecía en el oasis del desierto que se encuentra al oeste de Azaria. Cleo releyó la carta varias veces. Las runas de Kik eran ininteligibles. Pues la clave era que no fuera descubierto su contenido interno.



Por medio de las dunas el viento en las arenas comenzó a expandirse. Eso redujo la velocidad del viaje. Como un tornado se avecinaba una tormenta de arena. Hermes conocedor en sus viajes luchando en el desierto advirtió a Cleo.



- Cleo. Debemos refugiarnos es se avecinan problemas.



- ¡Descuida! Es muy común que ocurran este tipo de situaciones. Debemos acelerar el paso – Explaya con decisión



- ¿Eh? ¿Te volviste loca? – Es una tormenta de arena ¡Terminaremos sepultados entre dunas! – Le grita Hermes tapándose con el codo el viento talante.



- ¡No seas tonto! Hazme caso ¡Se bien lo que ocurrirá! – Ordenó con decisión de mando. – ¡Vamos! ¡rápido! – tira de las riendas de su caballo.



- ¡Espero sepas lo que haces! – Se resigna Hermes en un apuro. - ¡¡¡Arre!!!



¡Arre!









Los dos volaban a la velocidad en la tierra. Cleo tenía preparada una sorpresa cuando sus ojos mudaron al color celeste y un aura cubrió todo su perímetro. Hermes se estaba quedando detrás.



- Hermes más rápido – Grita dándose vuelta El caballo galopaba a mayor velocidad.



- Vamos niña no me falles. No voy a lograrlo – Grita hacia Cleo. El viento los introdujo en un hoyo. Cleo delante no podía reducir la velocidad para completar su magia, e hizo un acto de fuerza para expandir sus poderes, lo que debilitaría su posición vital.



Al hacerlo, Hermes por extraña causa comenzó a viajar con mayor velocidad entre las arenas su caballo parecía danzar como si no tocase el suelo, lo que sorprendió a Cleo. En menos tiempo Phileas ingresaba al campo de fuerza de Cleo. De esa forma lograron traspasar quebrando al viento cortante de las arenas del desierto hasta cruzar del otro lado de la tormenta.



Al ver que solo la brisa los acompañaba redujeron el paso.





- ¡¡Cleo gracias!! ¡Me salvaste! ¡Eres mi heroína! – Se alegra éste.



- Mmm. No fui yo exactamente. Pero viniendo de ti, me quedo con el cumplido – Se ríe



- ¿Qué? ¡Oye! La próxima avísame si haremos alguna maniobra rara – se enfada.



- Tranquilo ¿No que eras muy valiente?



- Si, aunque no quiero concluir mis días tragando arena.



- Calma. Hay peores situaciones en la vida – Se ríe nuevamente Cleo.





Hicieron un trayecto bordeando la zona. Cleo conocía como de memoria el camino que estaba trazado en huellas de pictografías que solo ella podía observar. Allí a unos metros el oasis.









Al cruce antes de ingresar había dos estaturas firmes de dos hombres con lanzas vestidos de guerreros. Cleo se detuvo e hizo un gesto a Hermes que no entendía bien.



- Quienes son ustedes – Dijo una de ellas. Hermes se contuvo y luego no tuvo remedio que preguntar a Cleo.



- Cleo ¿Las estatuas hablan aquí? – preguntó rascándose la cabeza.



- No seas idiota ¡Cierra la boca! Estoy tratando de hacer que no permitan el paso. Hay que demostrar estatus, y ser dignos.



- ¿En serio? ¿estatus? – Se preguntó así mismo. -



- ¿Quién eres tú? – Preguntó la otra estatua a Hermes con arrogancia indemne.



- ¡¡¡Estemm!!! Soy el Sr. Smith, y ella es mi adorable esposa la Sra. Mmm Smith. Sí, eso está bien, y venimos de nuestro lujoso palacio para disfrutar de las arenas del oasis, ¿por cierto no tienen calor aquí? ¡Va! No lo creo son estatuas – Aclara Hermes con altanería en su mentira.



- ¡¡Hermes!! Discúlpenlo es que es mi marido es un idiota. Soy Cleo Everlast y él es mi marido el conde Hermes Phileas, y saca la carta de kik y la entrega como salvoconducto. Las estatuas abren al verla presienten la energía que emana de la pluma de la sacerdotisa, ambos concedieron el paso.



Al ingresar Hermes comprendía menos.





- ¿Por qué dijiste eso? – Se enoja Cleo regañando a Hermes.



- ¡Ey! Dijiste que hay que demostrar altanería.-



- ¡Y tú dijiste que estamos casados!. -





- Es que no te iban a dejar ingresar ¡Gr! – Se enfada más Cleo.



- No es mi culpa si tu mundo está lleno de orates, ¿Y desde cuanto hablan las estatuas?



- ¡Mmm! – Mejor sigamos, no quiero tener que reprenderte delante de ellos. Y por favor no hagas bromas con la sacerdotisa. Como buenos días, su piel está muy gastada, o como tratan sus años.









- ¡Ey! ¿Cómo sabias que iba a decir eso? –Pregunta Hermes asombrado. Cleo lo mira con reojo de desconfianza. –



Ya dentro del oasis, se veían palmeras y una vegetación oriunda de un paraíso. Unos guacamayos del tamaño de un humano sobre volaban. El oasis, parecía diminuto, aunque al ingresar se transformaba en una jungla exótica de criaturas dóciles. Este era el poder de la sacerdotisa que mantenía el equilibrio sobre todo un ecosistema que se gestaba con sus poderes. En el centro de aquel lugar de paz, una choza con varias efigies que tomaban diferentes formas. Allí se tallaban símbolos que pertenecían a la brujería olvidada, y debajo de ellos las palabras que Hermes podía ver en su mente.



Aiseirigh nan dearmadach (La resurrección de los olvidados)



Hermes entendía aquella lengua escrita, algo que Cleo al verlo leer sus labios supuso, y era la pregunta que quería hacerle a la sacerdotisa Kik. -



Si otra cuestión que explicar de ello, sortearon las efigies hasta la puerta de entrada. Un cobertizo de mimbre cubierto con paños de color blanco. Cleo palpó con sus manos la capa espesa, para sentir la energía. De no ser así no podrían ingresar.



Al abrirse la cortina de mimbre, Cleo y Hermes ingresaron a un sitio lleno de especias, y objetos propios de un brujo chaman. Vasijas con elementos naturales y no. Formulas en frascos, objetos y muñecos. Todos apilados en estanterías de tres plazas. Las paredes corroídas con adobe, y en las grietas algunas telas de araña. En el suelo de una tierra fija, un tapete persa con dibujos de líneas en cruces. Y sobre el final de aquella primera habitación en posición de yoga estaba una mujer con un velo en su cabeza que le cubría todo el rostro.



- Acérquense - Le expresa ella. -









Kik, poseía un airé parsimonioso. Su velo cubría de tal manera su rostro con una tela gris brillante que se extendía por su cuello descendiendo como si fuere un rio que desemboca en las líneas de su piel reseca y antigua. Su atuendo era de una toga del mismo color. De ser posible se misturaba con la alfombra del suelo y todo era una mitosis artificial. Delante de ella, delante de Cleo y Hermes la mesa rectangular en la cual se dibujaba un circulo con petroglifos, con unas piedras que ella recogía y lanzaba, produciendo un rebote en su efecto. La voz tenebrosa de sus cuerdas vocales eran cabales testigos de una posesión.



- Al lanzar las rocas del destino veo tu esencia transmitirse nigromante. – Kik acercó su mano a Cleo y con uno de sus dedos manchó de sangre su frente. Un agujero de color que solo haría efecto con la voluntad de la integrante del clan. – Deja que hierva en tu mente la sola idea de tu poder bruja de los tiempos y de los demonios. Tú que invocaste sin querer, deseando al peregrino del otro mundo. Tú que me lo pediste.



- ¿Qué debo hacer?– Se pregunta ella – Debo vencer, eso deseo. Proteger a los que quiero.



- Deseas vencer. Y aún no te has vencido a ti misma nigromante. Deseas proteger, y eres vulnerable. Abre tu mente a partir de hoy y para siempre. Deja que la luz de la espada se consuma en tu interior. Brilla tu alma. Solo ello.



La mujer quebraba el trance de cierta manera. Y volvía en sí. De su velo escapa un humo que ingresaba en las fosas nasales de Cleo que parecía desvanecerse. Hermes se contuvo, sin mediar palabra que interrumpiera el rito. Fue como si algo ingresara en Cleo poseyendo su cuerpo. Su cuerpo temblaba y la transpiración se ajustaba a los latidos de su corazón escapando por los poros fragmentados de la piel. La llegada de una serie de convulsiones la lanzó al suelo.



- Sostenla peregrino. Tú la debes proteger. Es tu misión desde milenios atrás cuando llegaste aquí.









- ¡No la entiendo! – Comenta Hermes en cuanto tiene a Cleo entre sus brazos que deja de temblar. Kik se ríe, y destapa su velo dejando al descubierto su rostro, lo que sorprendió a Phileas por completo.



- ¡No! ¡No puede ser!. Usted – La señala con el dedo sorprendido. – Usted es la mujer anciana del rio. Usted sabía que esto pasaría.



- Todas las cosas deben suceder de una u otra forma. Es un destino que ella te haya traído por mí. Su petición fue clara



- ¿Pero por qué? – Continua sorprendido Hermes sin saber que decir más escuchar.



- Porque tú ya has estado. Tú fuiste parte de la orden y robaste las reglas de la lengua que solo tu como enigmático guerrero puede ver en su mente escribiendo cada historia en los sucesos. Te lo diré francamente. Haz regresado a tu lugar para librar con ella la batalla.



- ¡Espera tengo muchas preguntas!– Confiesa, mientras Cleo despierta aunque sigue su trance. Kik sonríe



- No es tan complicado. No hay vuelta atrás, solo continuar ¿Puedes hacerlo?



- Mmm. – Hermes piensa



- Debes hacerlo – Kik la observa a Cleo. Y Hermes la ve a ella descansando y en su interior sintió esa llama de fuerza que le pide escapar. Esa calidez que abraza su corazón. Era Cleo que dentro de sí estaba.



- Debo hacerlo – Se dijo con valor Hermes. – Estaré con ella. Kik sonrió con el deseo de que su trabajo estaba hecho. Aún aguardaban dudas. Pero en Cleo y Hermes veía el futuro del amor.







En el centro del conjuro Kik se aseguraba de cerrar todas puertas que quedasen abiertas. Para cuando ella concluyó su tarea Cleo y Hermes descansaban. El agotamiento del trance los hizo introducirse en ellos mismos. Ese es el fin imperativo de la espada de la luz. El poder brillante sea el arma en cuerpo, mente y corazón.









La primera en despertar fue Cleo.





- Toma esto – Le dice Kik. Le ofrece un vaso con un líquido especial que estabiliza y calma el sistema nervioso. – Te ayudará a recuperarte Cleo. Qué bueno que al fin han salido de ti esos poderes. Cleo se veía sorprendida. Un impulso en su cuerpo bramaba en su magia.



- Kik. Yo no sé qué decir. Siempre nos has ayudado. Ahora estoy completamente segura de poder afrontar esta batalla.



- No digas más. Eres de la familia Everlast. Tu esencia te precede. El temor siempre existirá.



- Es cierto aún late en mí el miedo.



- El miedo es parte del proceso. Si no tienes miedo será mejor que ni te presentes contra Drake. Es por ello que te cité. Tus poderes existían desde siempre y la espada terminó de sellarlos, pero el miedo es un sentimiento plausible que no puede frenarse. Sin embargo también es un aliado. Es precaución, y es valor al mismo tiempo.



- ¡Entiendo! Podré manejarlo –Supone Cleo



- Podrás, y el miedo propio de obligará. En cuanto a él. – Lo observa a Hermes – Es tu otra parte. Como una fracción de ti y tú una fracción de él.



- ¿Qué quieres decir?



- Ustedes eran parte de una vida. Tu aquí, el en el mundo oscuro. El bien y el mal que durante mucho tiempo han compartido un vínculo. Lo bueno, lo deseable y respetable. Lo malo, lo trágico o maltrecho. Un ángel y un demonio. La orden no toleraba ello. No, no podía tolerarlo. Él fue parte de nosotros y escapó del mundo de Necromicom ya que la misma orden no aceptaba que tú en el bien compartieras una vida con el mal. Eran dos vínculos que fueron reencarnando. Y aquel antepasado se robó las palabras. Esas son las que sellan este mundo del otro. Pero dejó una sola frase que he guardado para abrir el camino del vorterix y traerlo de nuevo. Tú me pediste que lo trajera inconscientemente.









- ¡Hermes! –



- Lo extraño, y por ello te he pedido que lo traigas a mí. Es que él ha podido empuñar la espada. De alguna manera ese mal se ha ido limpiando a pesar de su naturaleza. Y ello es por ti. – la niña está en manos de la institutriz del consejo



- ¿Se refiere a Nela?



- Debe permanecer allí. Te habrás percatado de sus poderes.



- Lo he visto. Ella no es humana.



- Es de raza noble en el mundo de la oscuridad. Manténganla a salvo de Drake.



- ¡Bien! – Cleo en su despertar intuía sobre Nela y su historia. Pero su naturaleza no le permitía descifrar su memoria totalmente. Aunque las imágenes y lo ocurrido en ella y con ella, para lograr encontrar las piezas de su origen demoniaco y real, coincidían con la fuerza de Cleo y sus pálpitos visuales en los cuales Ella escapó de Drake y el encarcelamiento de sus padres.



Hermes estaba aún dormido, aunque su conciencia latía en las palabras de Kik. No estaba seguro de sí mismo. Cleo agradeció los dichos de la sacerdotisa, en tanto acariciaba el cabello de Phileas. Luego de una hora Hermes despertó, y junto a él la primera imagen fue de Cleo y sus cambiantes ojos, café y luego celeste.



- ¿Dormiste bastante? – Sonríe



- ¡Eh! ¡Sí! – la jaqueca de Hermes se podía notar con su sola expresión. Cleo le dio de beber la misma pócima que ella consumió.



Debemos regresar en breve.





- ¿Y Kik?



- Ha salido. Se ha ido de aquí



- ¿Se fue?



- Si. Ella muda su hogar como su vida.









Hermes se incorporó y traspasó la que fuera una puerta de mimbre del otro lado solo existía desierto. Unos caballos listos esperando bebían de una vasija grande agua suficiente. El oasis estaba desapareciendo y una nimia brisa se respetaba en el ambiente. No tardaron más que una hora para prepararse y salir de allí. Al tomar cada cual su caballo comenzaron el regreso.



- ¿No sé por qué? No me siento distinto al verla. Incluso no recuerdo lo que ocurrió. Pero algo en mí me dice que no todo está como debe ser – Expresa Hermes con cierto misticismo.



- ¡Ja! ¡Ja! Será porque hay algo malo en ti – Se burla ella.



- ¿Eh? ¡¡Va!! Deja de decir tonterías. – Se enoja de las palabras mofadas



– soy un humano en todas sus características



- ¡Si tú lo dices! – Ironiza Cleo, volteando los ojos hacia arriba con indiferencia. -



- ¿Cómo? – Pregunta extrañado frunciendo el ceño. -



- ¡Nada! ¡Nada! Apurémonos – Ordena Cleo con alguna risita guiñando el ojo.





Los caballos se movían a gran velocidad para poder cruzar el páramo de entre las hierbas que se iban amplificando. Muy lejos se esfumaba el oasis, volviendo un desierto de arenas con incontables dunas que se movían como las olas. El paisaje del viento golpeaba los rostros de los dos jinetes que apuraban la marcha. Debían llegar, y completar todos los recaudos para partir en breve a la batalla. Los consejos de la sacerdotisa venían en la mente de Cleo, que no paraba de pensar en ello, y luego en Hermes. No solo debía salvar la vida de su madre y hermana, debía vencer a toda costa de los contrario, no cabría fuerza que fuese capaz de detener a la maquina devastadora de Drake, y estando su presencia el agujero del mundo oscuro no se cerraría nunca, permitiendo el vínculo entre ambas dimensiones. Ese era un verdadero problema, pues un mundo no está preparado para la oscuridad plena. Todo moriría, aquí, pues el verdadero plan de Drake era luego de conquistar el mundo, absorberlo, desde la dimensión de la oscuridad, y todo estará acabado entonces.









Los pasos de las herraduras dejaban las huellas hasta cruzar a la ciudad de Azarea/Azaria. No fueron directamente a la posada, sino al cuartel. Allí en un palenque amarraron los caballos, había noticias interesantes para Cleo, y era seguro que precisaba darse de ellas para saber la situación. Hartman, Manni, y Mac, estaban allí para escuchar la información.



El Avance de Drake, se estaba complicando lo que mejoró la expectativa de ordenar las tropas. Lo que ocurre, es que el portal del mundo Oscuro estaba ampliándose con el paso del tiempo, y cada vez más monstruos hacían su aparición, lo que dio lugar a tomar la decisión de salir en breve de Azarea rumbo al norte.



- Bien, Señorita Cleotilde Everlast, esas son las noticias de nuestros mensajeros. –



- No tenemos opciones. No podemos dejar que siga abriéndose el agujero del mundo. De lo contrario... - Pausa ella sus palabras. –


- De lo contario, ese gran hoyo podrá succionar este mundo.



- ¿Fusionarse? – Pregunta Mac. –



- No, peor, aún – Dice Manni – Tragárselo -



- Transportando todo lo existe aquí, allá – Aclara Hartman -



- Que todos vayas a sus posiciones capitán – Ordena Cleo – Es hora de comenzar. –



- Enterado Srta. Everlast – El capitán se retira. Todos hacen una pausa. El ataque a la orden del dragón será pronto. Cleo, se quedó en la sala de operaciones, para ordenar la batalla entre flancos de ataque. Un grupo a pie, otro a caballería, y el tercer grupo en el aire. –



Lo esperado es que la contienda arranque con el grupo a pie de escuadras. –





- De eso nos encargaremos nosotros – Dijo Hartman – Tengo mi gente esperando. Iremos al cuerpo a cuerpo. –









- Quisiera ayudar – Tu Manni manejaras los faros de ilusión. – Dijo Cleo – Son el prototipo para crear las distracciones – Necesitaremos de todo el apoyo. – Yo conduciré la caballería hasta el laberinto, donde se desarrollará el combate. Debemos ingresar y romper las ondas de la entrada, parar hacerlo desaparecer. Otro grupo de tierra e infantería, ira luego de ello ¿Tu Hermes podrás?



- Esperaba algo un poco más arriesgado. – Confiesa Phileas. –



- ¿Qué dices?



- Déjame el aire a mí. –



- Es muy peligroso.



- Todo lo será. No te olvides fui teniente – Expresa con seguridad Cleo. Ella sin desearlo, asiente



- ¡Ten cuidado! – Cleo estaba firme en sus palabras que daban las órdenes. – Estarás con la línea de los alados.



- ¿Alados? – Preguntó Hermes desde su ignorancia. –



- Hombres que manipulan las aves de Garza. –



- Aves de Garza. ¡Cleo por favor! – Requería una explicación amplia. Cleo le explicó con detallada información que las Aves de Garza, eran pájaros gigantes que son manipulados como lo sería un caballo. Allí Los jinetes lanzan su astillero. Bolas de fuego. – A Hermes le costaba mucho entender, pero asintió con sus ojos en blanco. -



- ¿Podrás hacerlo? – preguntó con inseguridad dudando de él. –



- ¡Mmm! Parece interesante, pero prefiero mi avión



- Bueno, si estas más cómodo en ese carro metálico



- No te preocupes. Aún tiene su arsenal bien cargado. – Guiña un ojo Hermes. -



- ¡Quiero ayudar!



- Mac, ¡es muy peligroso! – Aclara Hartman. Hermes veía en el muchacho el deseo de ir.









- Si, Mac, Hartman tiene razón – Se lamenta para no lastimar a Mac. – Nadie podrá protegerte.



- ¡Hermes di algo! – Suplica Mac – ¿Acaso no hemos luchado juntos?





Hermes no podía decirle nada, no obstante recordaba al padre del muchacho, pidiendo que lo cuidara. Comprendía el ser una persona protectora, y no iba a dejar que se fuera de sus manos Mac. -



- Déjame pensar Mac. – Hermes se toma el mentón con la mano analizando el mapa estratégico - Puedes participar con Manni. Asístelo en todo lo que sea necesario. – Hermes sabía con su experiencia que estaría resguardando a Mac, observó a Manni que asintió para protegerlo de ser necesario. -



- Bien – Dice él, no muy convencido. Cleo tomo la idea de Hermes como algo bueno, alejando al chico de la batalla principal. Mac fue un gran aliado a la hora de realizar el viaje y pudo afrontar los peligros con determinación, pero siempre alguien estaría



Posteriormente de realizada la planificación. Hermes se disponía a ir a la posada. La tarde se completó tan pronto. El viaje al desierto para entrevistarse con la sacerdotisa, y los diferentes acontecimientos que se realizaron, no paraban de sumar interrogantes en su cabeza. Fue al campo en el cual estaba su viejo avión de combate. Pidió unos favores, que le fueron dados como una idea suya. Al llegar, se encontró con él. Era una maquina como todas en las cuales lo derribaban. Al acercarse a ella pasó dos de sus dedos por el fino metal que tenía cierta suciedad, dejando color negro en la llena de ellos. Esa línea era una característica de él.



- Bueno otra vez a pilotear – Hablaba Hermes a su avión – Solo que esta vez será en otro campo de batalla – ¿Me pregunto que estará pasando allá? No siento el agrado de regresar. No hay nada en esa guerra que me espere, solo el bar para tomas las copas de siempre. Dirán que el teniente Phileas ha desertado, ¿No lo creo? Tres pilotos fueron a una misión de









reconocimiento. Uno derribado, y dos desaparecidos en la bruma de una luz. Y aquí estamos.



Comprobó todos los circuitos, y el motor de hélice. La metralleta está en su lugar con la recarga de balas efectivas para el ataque. Las alas traseras estaban en su condición normal.



Cleo después de concluir sus tareas bélicas fue a ver a Nela. Desde que regresaron, no hacía otra cosa que dormir. Solo se había despertado para poder comer algún alimento



Al ingresar al cuarto la pequeña descansaba cómodamente. La miró detenidamente. Su ternura le hacía pensar que podría ser su hija.



- ¿Veo que duermes demasiado? No te culpo. El viaje ha sido extenso y te encuentras muy lejos de casa. La energía de la ciudad en tu carácter debe tenerte agotada. – Cleo depositó su mano para acariciar su cabello. Allí intentó ingresar en una suerte de trance para descubrir más sobre ella. –



- Nela quiere a su madre. Nela quiere a su padre. – Decía repitiendo todas las veces que fuera posible.



- Hay pequeña. Te llevaré a casa. Te lo prometo – Volvió acariciar su cabello, y la pequeña roncaba dulcemente que podría despertar a la ciudad – Hasta se parece a mí en ello – Se dijo Cleo ironizando sobre su persona.



Luego comenzó a pensar en Hermes...y se tocó el pecho en su corazón reflexionando los sucesos de su viaje..



"Tengo un poder en mi corazón. Siempre pensé que solo era un absurdo pensar que un corazón tiene poder. Inclinarse a ello me causaba gracia. Y lo entendí la primera vez que lloré desconsolada. Era una tristeza que no venía de mí, ni de mí pensar, no, era mucho más profunda. Como si me arrancasen el corazón y éste llorase a mi lado. Eran dos criaturas con un mismo dolor. Y no sabíamos que hacer más que compartirlo.









También he reído con eso que llama felicidad. Es gracioso saber que somos seres con muchas capacidades. Eso nos hace único ante el dios que lo mira todo".

Fin del capítulo

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Diego Leandro Couselo
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Dedicado - Sinopsis
Un último momento.
Nuestra historia recién comienza.
La despedida. -
El rescate de Cleo. Muere Drake. -
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