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El gran Manni. Un pueblo extraño.
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El gran Manni. Un pueblo extraño.

El gran Manni. Un pueblo extraño. Los ojos de las noches. Hartman, el último Fenrir. -

Este mundo es bastante hostil, para un



viajero de otra dimensión. -















Hermes termina de cenar y deja aquella lata de sardinas en el suelo. Al colocarse boca arriba veía como una nube se desplazaba en dirección a la derecha tapando la luna. Solo coloco la palma de sus manos detrás. Tenía un cansancio como para descansar bien, sin embargo no quería bajar la guardia en un lugar que podría ser hostil. Las llamas de la fogata chispeaban un poco. Mac y Cleo estaban profundamente dormidos. Los ronquidos de Cleo no cesaban. De ello Hermes se dio por sentado que sería una larga noche.



- Ni los enemigos se acercarían con esos ruidos – Pensaba. En un momento vio que ella recostada en su bolsa de dormir temblaba un poco. Se levantó tomando su cobija y se acercó a ella para colocarla de forma que cubriera desde sus pies hasta su cuerpo. De forma brusca ella despertó y en un acto reflejo propinó un golpe certero de gancho con su puño en la nariz de Hermes. Éste se lanzó cayendo al suelo.



- ¡Mmm! ¡Hooo! – Se despereza Cleo con un bostezo estirando los brazos. -



¿Qué hora es? ¿Hermes que haces ahí?



- Nada – Le dice tomándose con sus manos su rostro.



- ¿Te golpeaste? ¡Ahh! Debes ser más cuidadoso. Bueno continuaré ¡Buenas noches!









Hermes no tuvo expresión y regresó a su lugar. Pronto el también estaba cerrando sus ojos y otro los abría para observarlos



Era la confusión perfecta entre el silencio nocturno y el correr del aire que alimenta los sortilegios profundos del tacto de las criaturas que se estaban acercando. Pronto y sin mediar aviso la seda se anexó al pie derecho de Mac y fue arrastrado con sumo cuidado por el pastizal. Eran perfectos cazadores y su compañera se encargaba de Cleo que en un sueño profundo a penas se había dado por enterada que estaba siendo llevada a una madriguera. Los fluidos se intensificaron en ambas personas como un hilo que cubría la totalidad de cuerpo. Una roca ante el movimiento se clavó en la espalda de Mac que despertó en un alarido. Esto advirtió que Hermes abriera sus ojos para llevarse una sorpresa antes dos criaturas del tamaño de un humano arrastrando a sus amigos.



- ¡¡¡Despierten!!!- Ordena con levantando la voz en gritos. Y toma un leño y se lo arroja a uno de los arácnidos que intenta huir, pero solo retrocede unos pocos metros para contraatacar. El desorden genera que Cleo se despierte y vea delante de ella ese monstruo con tenazas queriendo raptarla.



- Señor Hermes auxilio – Se desespera Mac. Phileas toma su cuchillo de largo y se acerca a Mac cortando la red de a poco desde el hilo que une a éste con el arácnido. La araña contraataca pero Hermes saca su revólver y dispara en su rostro hiriéndola. Lo que hizo que se alejara. Luego apunta a la otra bestia. Cleo apenas del pánico puede moverse.



- Cleo voy por ti. – Da un salto hacia ella. Entre la araña y Cleo. Hermes intenta atinarle al disparo y el gatillo se falsea al no tener balas. –¡No puede ser! Debí cargarla.



- H..Heerm...¡¡Hermesss!! – Grita con toda fuerza Cleo. Mac está quitándose la seda, luego de lograr ello se lanza unos metros atrás al carruaje para buscar algún objeto que pareciese un arma para ayudar a Hermes. Los









caballos del susto comenzaron a correr desplomándose por el suelo ante varios movimientos, por el miedo y el tumulto – ¡¡Hermessss!!!



- ¡¡¡Deja de gritar Cleoo!!!



- NOO SEAAS IDIOTAA ¿NOO VESS QUE ESA COSA NO VA DEVORARR?



- ¡¡¡SI SIGUESS GRITANDOI TE DEJARE CON EL PARA QUE SEAS CENAA!!! – Hermes enfadado sacó su cuchillo y lo arrojó con fuerza perforando su cabeza. – ¡¡Le dí!! – Festeja Hermes contra su enemigo al ver que éste comienza a retroceder y cae al suelo



- Muy bien Hermes, ¡¡¡ahora sácame de aquí!!! – Lo regaña Cleo Y Hermes se da vuelta sonriendo a ella y va a desatarla con un gesto de salvador. La araña comienza a incorporarse de nuevo. Cleo comienza temblar y señala a Hermes detrás de él. –¡¡¡ Peh!!!¡¡Peh!!



- ¿Qué te ocurre? Pareces que perdiste la voz – Dice riendo Hermes.



- Mira detrás de ti – Grita Cleo.



- ¿Eh? – Duda Phileas temblando. La bestia estaba allí sobre él. – ¡¡Oh no!! Y justo sale Mac desde la nada golpeando con una vara de metal al monstruo. Hermes no lo duda y ante la sumisión de esa criatura le quita el cuchillo y vuelve a insertarlo una y otra vez, mientras salpica su cuerpo de un viscoso pus. – ¡¡Muere maldita!! – Son sus palabras finales. Pronto aquel cayo rendida y sin vida.



Su forma macabra y peluda, daba una impresión de espanto. Cleo estaba paralizada en un estado shock interno. En su mundo tanto Mac y ella sabían en los libros de biología de los diferentes seres que habitan los ecosistemas, sin embargo jamás habían visto algo semejante en persona. Para Hermes fue también una sorpresa que no podía quitar de su mente. Tenía frente de si mismo, una araña del tamaño de un automóvil. Y se dijo. Éste viaje no será fácil. Mac respiraba con dificultad por el miedo causado. Los caballos volvieron a estar inquietos y ese palpitar fue mensaje claro para Phileas.









- ¿Mac? ¡¡¡Mac!!! – Expresa Hermes – ¡los caballos! – Comenta Hermes tomando su cuchillo.



- Si lo siento – Comenta. -



- No importa – tomemos nuestras cosas saldremos de inmediato. Tenemos la suerte de que esta amaneciendo



- Sí señor.



- Cleo. Ven conmigo – Hermes la tomó entre sus brazos y ella se acurruca sobre su chaqueta – Tranquila ya todo está bien. Fue solo el susto.



- ¡Esa cosa! Tenía su mirada en mí. Lo sé muy bien, aunque no nos atacó de inmediato. Tenía su mirada en mí.



- ¿A qué te refieres?



- Pude ver su malicia desde mi interior, como si intentaran llevarnos.



- He leído que esas criaturas no son cazadoras, sino caes en su trampa. No suelen ir por sus presas.



- ¿Quiere decir?... Vinieron por sus medios ¡Mac makdición!



- Probablemente. No tengo una respuesta - Mac como un estudiante prodigio sabía todo sobre naturaleza. Pero no podía determinar sin experiencia tanta teoría.



- Por lo pronto larguémonos. Desayunaremos en el camino. – Prepararon todas sus pertenencias y Hermes esta vez tomo las riendas. El sol estaba apareciendo al alba de la mañana húmeda que con sus primeros rayos de sol obligaron a los pájaros a su cantico arrancando un día más.



Los caballos reanudaron la marcha. Cleo continuaba sintiéndose extraña.





- ¡Cleo! Deberías relajarte – Explica Mac –



- Claro solo fue un insecto – Se burla Hermes con muecas graciosas. -



- Deja ya de tonterías Hermes. A juzgar por las apariencias tú parecías más acobardado.



- Solamente te diré que estas aquí por nosotros. Aparte si no te gustan los bosques y aventuras no deberías haber venido.









- De algo tendría que servir tu ayuda hombre de la selva ¿Pero no si sabes de algo llamado civilización? – le explica Cleo irónicamente.



- ¿Qué? ¿Te refieres a esos lugares atestados de personas, crimen, mal olor y contaminación? – Se pregunta Hermes con un poco de sarcasmo – Creo que



¿Sí sé de qué hablas? – se burla con irónica sonrisa ante el rostro sumamente irritado de Cleo



- Bien. No me interesa, de todas formas creí ver algo más es esa criatura a juzgar por su apariencia veía un humano.



- ¿Humano? – Se pregunta Mac.



- Si. No es fácil de explicar.



- La explicación es siempre la deducción más fácil. – se jacta de ciencia Mac -



Eso es Mac – Contesta Hermes – Solamente le falta ser más específica –



Manifiesta con mordacidad moviendo las manos como con cierta sátira.



- Dejen de burlarse – Se vuelve a irritar Cleo. -



- Es broma Cleo. Primero debemos salir de aquí.





Con paso ligero aprovecharon la mañana hasta localizar un cartel con unas inscripciones. Hermes tuvo curiosidad de ello sin poder denotar los jeroglíficos o pictografías que se declaraban.



- ¿Se puede saber que dice ahí? ¿O qué es eso?



- ¿Que no lo sabes? – Hablan al mismo tiempo Mac y Cleo y de inmediato se ríen



- ¡¡Noo!! ¡Nooo lo seee!!! – Con una gesticulación disgustánte. Cleo se sorprende.



- ¿Hermes tú fuiste a la escuela?– Se sorprende ella. - ¡Peroo claroo que fu!i – Se cabrea Phileas.



- Mmmm no lo sé. Para mi eres un asno.



- ¿Queeeee?



- ¡¡Señor Hermes!!



- ¡¡¡Quee no me digas señorr!!!







- ¡¡Bueno!! ¡¡bueno!! – Se inunda de terror y miedo Mac.



- ¡¡Son runas!! ¡¡Hermess!!



- ¿Runas?



- Claro. De hecho dice bienvenido ese cartel. Es nuestra escritura.



- ¡Ah! Bueno es muy diferente a la nuestra.



- ¿En serio? – Pregunta con duda Cleo, con un dedo en la mejilla. izquierda.



- Si. De hecho tenemos varias.



- Aquí es la oficial. Luego hay otra, pero no está permitida.



- ¿Cuál es?- con curiosidad pregunta Hermes.



- La mafia escrita de los nigromantes – Manifiesta Cleo.



- ¡¿Te refieres a los brujos?! - Se pregunta Hermes sin retoricas



- Bien dicho. Aunque. ¡¡¡MMM!!!.. No precisamente un brujo de esos comunes





que mueven objetos, o hacen aparecer una llama de fuego en el suelo.



- ¡Detente ahí! Lo explicas como si fuera trivial y sin sentido.



- Hermes – Confiesa Mac – Mover objetos para los brujos licenciados en cada ciudad es como comer y beber. Hay academias de ello.



- Incluso la magia es un arte u oficio. Pero bueno. Debe ser muy avanzado para ti – se burla Cleo y Mac.



- Oigan yo no tengo la culpa de ser alguien normal.



- ¿Normal? Bueno tú lo dices – Al decir ello Cleotilde, Hermes restó importancia – Bien, desvié el tema. Los nigromantes son especiales pueden su magia es demoniaca y prohibida. – Coloca un rostro maquiavélico Cleo como si narrara una historia de terror de la cual Mac se asusta y Hermes se ríe.



- ¿Qué hacen? ¿Mueven objetos más grandes? ¿Espían damas desnudas?



¿Trabajan para el gobierno?- Ironiza Hermes.



- No seas tonto. Para nada, eso lo puedes hacer tú y tu arrogancia desmedida. -



- Olvidado. Soy un caballero.









- ¿O un caballo? – Dice por sus adentros Cleo. Bien solo hacen desaparecer países regiones y habitan en las profundidades de un averno al cual no podemos llegar sin ellos y una vez ahí no podemos salir.



- Si señor Hermes y eso da miedo.



- ¿Y conocen alguno?



- Se habían extinto – Cuenta Cleo – No obstante se cree que dos trabajan para Drake.



- ¡Entiendo! Aunque solo son especulaciones ¿Y si fuera cierto?



- Allí es donde entra la espada – Manifiesta ella.



- ¿La espada?



- La misma que tú empuñaste Hermes contra la avanzada de los jinetes. Aunque es extraño que haya generado luz.



- No entiendo de lo que me hablas



- No te pido que comprendas. La espada es la reliquia principal de la orden de la mariposa. Es la que vence la oscuridad con su luz. En contra partida de ella se encuentra la espada oscura que nunca se ha visto, tal vez no existe. Drake manipula en la orden del dragón todo y quiere la espada. Ambas facciones, o mejor las tres, siempre han sido los polos opuestos de batallas y guerras. Hubo un cese de fuego y una tregua de años gracias al clan del lobo Fenrir. Quien es mediador eterno entre esas energías blancas y negras y juez imparcial de ello. Entre los clanes. Pero apareció Drake con su ambición y comenzó a manipular las energías oscuras, y quebró el acuerdo.



- ¿Y el clan de Fenrir?



- Fue destruido. Aniquilaron a todos los sacerdotes y profanaron al ídolo que imparte justicia destruyéndolo. Y ahora solo sé que debo recuperar las almas de mi madre y hermana - Expresa un tanto triste Cleotilde.



- Comprendo. Y en la ciudad de Azarea. Esta tu ejército.



- Si. Allí aguardan órdenes.



- Es bastante peligroso – Comenta Hermes. Mac no emite palabra alguna.









- ¿Qué sugieres que haga? – Comenta Cleo un tanto ¿Conoces la perdida Hermes? Perdí a parte de mi familia. No dejaré que más nadie salga de mi vida.



- Si, se lo que es perder – Hermes pronto recordó Leticia. Luego las batallas y esos campos inmensos de humo y cenizas de pólvora. – se bien lo que es que alguien a quien proteges se escape de tus manos – se entristece Hermes. Cleo entiende y no expresa nada de momento. Mac intentó preguntar algo de ello.



- ¿Hermes? ¿Puedo hacerte una pregunta?



- ¿Eh? – Titubea Phileas.



- ¿Por qué te llaman teniente? ¿Es un señorío? Título leal, o sobrenombre.



- Es mi rango militar de guerra.



- ¿Eres militar? ¡¡Wow!! Ahora entiendo como luchas tan bien. Y cuéntame



¿Cómo han sido tus batallas? - Se entusiasma Mac. Hermes genero una esfera interna de silencio. Cleo hizo un gesto negativo a Mac con su dedo índice, sobre aquella pregunta indebida. Mac agacho la cabeza sin decir nada.



Avanzando por un terreno pedregoso tenían en frente una pequeña comarca de los enanos. Hombres y mujeres de apenas cincuenta centímetro que labraban la tierra. Había como una especie o suerte de feria campestre. Muchos de los diminutos seres se divertían entre juegos y actividades. Había muchos puestos en los cuales se exponían platos, y objetos de venta. Algunos hasta prestaban servicios. Se la denominaba la feria de Blaind que se realizaba una vez al año. La multitud se acercó para ver al gran Manni. El mago de los mil hechizos fantásticos. O esa era su vertiginosa publicidad para atraer a las personas a sus shows.



- Pasen, pasen. Vengan a divertirse. Adivinen donde se encuentra la moneda. Vean – Aquel mago diminuto realizaba su magia del azar. Coloca una moneda y con velocidad mueve tres vasos de color oscuro retando a quien adivine dónde se encuentra. Nadie logra encontrarlo. – Pasen. Vean y









adivine ¿En qué lugar estará la moneda? – La mayoría arriesga y pierde su dinero, una y otra vez, en cuanto aquel enano ríe a carcajadas continuando su rutina. – ¡Soy sí! Lo soy, el brujo de los aposentos del Nifghem. Y aquí estoy para ustedes. – El Nifghem, si, la escuela de los brujos destacados.



La carroza se detiene, y Cleo, Mac, y Hermes descienden haciendo una pequeña parada en la comarca para descansar un poco antes de llegar al siguiente poblado y abastecerse. Mac como todo curioso observa a ese pequeño brujo y es tentado por la idea de descubrir la moneda.



- Espérenme, quiero ver algo – Expresa Mac. –



- Mac. ¡No pierdas el tiempo en tonterías!–



- Si, Mac – Es solo un juego. –



- Es que me interesa – Mac se acerca, y saca de su bolsillo una moneda a fin de apostar. –



- Así que quiere jugar mi amigo – El brujo mueve los vasos – Obsérvalos –



¡Busca la moneda! - Al moverlos una y otra vez a gran velocidad se detiene.







- Es aquí - Dice Mac – Al levantar el vaso del centro, no hay nada. Y la moneda está en el vaso de la derecha



- ¡Rayos! – Mac saca otra moneda – Continuemos –



- ¡Bien! Eres un gran jugador – Le comenta con voz carraspeada. Realiza el mismo proceso. Y Mac vuelve a perder.



- ¡¡¡No!!! ¡Intentemos nuevamente! – Se enoja Mac y toma otra moneda más.







- ¡ja! ¡ja! ¡ja! Vamos niño tu puedes. – Dice el enano. Hermes y Cleo se detienen a mirar fijamente. Posiblemente lo logre comenta Hermes, y Cleo frunciendo el ceño se acerca al juego. Mac vuelve a perder. – Lo siento niño.



- ¡¡No!! – Mac quiere regresar al juego. –



- ¡Mac espera un momento! – Expresa Cleotilde – A ver jugaré yo. –









- Bueno, si usted lo dice señorita. –



- Oh vamos Cleo tú también – Se queja Hermes. –



- ¡Callado! – Se enfada Ella. –



- ¡ja! ¡ja! – Aquí vamos. ¿Por aquí, o por allá?– El enano se detiene –



- Es aquí – Golpea ella y levanta el vaso. Y la moneda no estaba. Ella duda –



- Señorita ha perdido ¡ja! ¡ja!- y el enano coloca el vaso en su lugar



- Un momento. Los vaso estaban tapados y ella vuelve a destapar con brusco movimiento el mismo. Para el asombro de todos aparece la moneda. –



- ¡¿Qué?! – Se enfada el enano – No puede hacer eso. –



- Maldito engendro ¡Estabas haciendo trampa!



- ¡No es así asquerosa bruja!



- ¿Cómo me dijiste? ¡Grrr! – Un coscorrón y el enano cayó al suelo – Usas la ilusión y la velocidad de su manos para hipnotizar a las personas. Es un viejo truco de brujo aprendices. Las personas jugan y juegan sin cesar, ganar en su mayoría pero tú haces con una ilusión desaparecer la moneda que te dan. – Grita Cleo para que toda la muchedumbre se vaya contra él.



-



- ¡¡No!! yo soy Bertran Manni el brujo del Nifghem. No le hagan caso



- Estafador – Comenzaron los gritos de las personas



- Vámonos de aquí – Dice Cleo. -



- ¡Wow! Eso estuvo muy bien y tu Mac, deja los juegos por favor. –



- Vayamos por un poco de agua y comida y continuemos – Comenta Cleo que aún sigue con su enfado notorio. –



Recorrieron por unos alimentos; quesos, carne en conservación. La feria proseguía su fiesta, y de inmediato como sin querer una lluvia torrencial comenzó a caer sobre aquel día que parecía soleado, lo que provocó que muchos en su juerga más representativa, tuvieran que claudicar por cuestiones climáticas. Hermes, Cleo Y Mac, fueron a un mercado y regresaron corriendo. El viento soplaba muy fuerte hasta el punto que no podían proseguir.







~ 106 ~



- ¡Oigan! ¿Suelen ser muy fuertes las lluvias en estos sitios? – Pregunta Hermes –



- Para nada señor Hermes –



- ¡¡¡Incluso es extrañooo!!! – Habla con palpitaciones en su pecho. Cleo,





intentando con su mano izquierda sostener su sombrero, en cuanto corre en un sueño despierta en su mente. – Se ha extendido una larga lluvia. ¿Qué harás? se ve a ella misma en plática. - Debo ir a la orden Dragón. Esto no va quedar así. Debo hacer justicia – ¿Seguro que hablas de justicia? No quiero perderte a ti. No es justicia, es



venganza. Sea el propósito que fuere no puedo quedarme de brazos cruzados. Luego vendrán y exterminaran a todos los que quedan.



- No quiero perderte. – Se coloca en posición tocandose el pecho. -



- Ni yo a ti, pero el futuro depende de ello. – Se abrazan. - Cleo regresa, y Hermes se percató de que parecía extraña. -



Las lluvias se estaban prolongando en todos las regiones, y los viajeros escapaban. -



Hermes, Cleo, Mac, pronto se refugian debajo del techo de una casa de piedra de la comarca. Las calles de los pequeños hombres y mujeres estaban vacías y los charcos acuáticos se estaban gestando formando lagos que se iban unificando.



-



- Me gustaría que cesara un poco – Comenta Hermes –



- Es lo que debería ser – Expresa Mac. –



- ¿Algo no ésta bien?



- ¿Es tu intuición de nuevo Cleo? - Pregunta Hermes –



- Es que está lloviendo demasiado. Y no es época de lluvias en estas regiones. –



- Es cierto – Comenta Mac. El agua continuaba agolpándose hasta el punto



que llegaba a ellos de una manera que cubría sus pies. El torrente seguía





creciendo sin parar. –



- Vayámonos de aquí – Expresa Hermes. Todos asienten.









Al verse empapados, decidieron continuar corriendo hasta las afueras de la comarca en la cual estaba la carreta y los caballos. En medio del camino que lleva a la salida Mac resbala y cae al suelo, como por un acto reflejo desaparece en aquel charco –



- ¡¡Mac!! – Gritan Cleo y Phileas. - ¡¡Mac!!



- ¡Auxilio! – Saca la mano Mac solicitando ayuda. Hermes se dirige a él y cae en la misma trampa siendo sumergido. –



- ¡Chicos! – Cleo se desespera por la situación, al ver solo burbujas de aire. Como una forma humanoide se transforma en un mini maremoto en todo ese sector y Cleo comienza a ser arrastrada logrando ganar resistencia componiéndose firme al suelo resvaladizo. Una forma de humano como agua se comienza a mimetizar en una mitosis con la tierra y el lodo dando una apariencia grotesca. –



- ¡¡Venid a mí!! – La llama pronto – ¡¡Ven!!



- ¡¡Noo!! ¡¡Déjame!!– Cleo estaba siendo succionada como a Mac y Hermes. Aquel lago, se hizo remolino y pronto un fango viscoso. -



La criatura de lodo intenta tragarse a Cleo, que se resiste y saca su sable de la funda incrustada en su espalda. Armada se dispone atacar, cortando el rostro en varias oportunidades sin éxito de eses algo que salpica su rostro con malévolas sonrisas. Pronto aprisiona sus piernas y como arenas movedizas empieza a querer disminuirla desde abajo. Ella ve que allí al agachar la vista, sale en exasperación la mano de Hermes que se mueve intentando sostener de lo que fuere. Cierra sus ojos, y en un intento de salvarlo, mordiéndose los dientes ante la imposibilidad, toma su arma por el metal aferrándose fuerte a él, como utilizándola de forma invertida para que la mano sostuviere el mango sin cortarse Hermes con el filo. Ella en esa arriesgada maniobra retuerce su piel para tomar el metal que se deslizaba hasta destajarse con el filo. Los gritos de Cleo se hicieron perceptibles, pero no podía pensar en el dolor. Sus amigos estaban atrapados. No tenía opción al sufrimiento. Debía esperar. Era relevante sacarlos de allí.



La mano de Hermes se aferra al mango, y mientras ella lucha para no ser deglutida, produce un mecanismo para sacar a Hermes con fuerza empujando hacia arriba con una mano y luego la otra.



- ¡¡No te rindas Cleo!! – Se dice ella, entre sus lágrimas de aflicción y las



gotas de sangre se mesclaron con la anómala configuración del monstruo que comenzó a retroceder gritando por ello como si estuviera evaporándose. La fuerza de Cleo se incrementó y pronto se veía la cabeza de Hermes y su cuerpo, a su lado Mac. El incesante movimiento de la criatura del agua se desvanecía en vapor, y la lluvia cedía hasta ya no caer más que en una simple garua que cesó al final de cuentas. En un último esfuerzo logró sacarlos a ambos, y se disipó por completo el monstruo de lodo y agua. Cleo se derrumbó en los brazos de Hermes. Mac estaba detrás de él.



- ¡¡Cleo!! – Le dice Hermes casi sin poder respirar bien, entre sus brazos - ¡Cleo!



- ¡¡Cleo!! – Se asusta Mac en cuanto lo sucedido. –



- ¡Qué bueno que están bien! – Cleo cierra los ojos, totalmente cansada. -



- ¡Estas herida! – Hermes la lleva pronto a la carreta con Mac, entre todo el





fango del camino. Allí en la carreta vendan su mano, que había cesado de expulsar sangre. Ahora está descansando cómodamente. – Es muy fuerte, dice él. Mac asiente, y toma el impulso de las riendas



- Es ahora de irnos mejor señor. –



- Si – Comenta Hermes. La herida de Cleo estaba bien. El sable de ella,



se encontraba en condiciones óptimas, y a su lado un bolso más.



-



Cleo se mantenía recostada y como era una costumbre sus ronquidos producían un amplio efecto distorsivo que arremetía en los oídos de Mac y Hermes. Lo que ellos no soportaban.



- ¡Dios esta mujer! Con esos ruidos puede despertar a todo un país. Mac ve a



ver como se encuentran sus heridas –



- Si señor – Mac que viajaba a la par de Hermes se introdujo en la carroza. Al



verla descubrió que los vendajes estaban sueltos. Las heridas de las manos









de Cleo habían sanado por completo. Mac dudó al verla en ese estado. Uno de los paquetes comenzó a moverse y se sintió un estornudo. - ¿Eh? –



- ¿Qué sucede Mac?



- Señor Hermes ¿Los bolsos no hablan no? Algo no está bien.



- ¿Qué dices? – Se pregunta Hermes. Éste dio orden de alto a los caballos y fue rápidamente hacia el interior de la carroza. - ¿Qué está pasando? – pregunta. Mac señala detrás de los bolsos del lado de Cleo. Pensando que fuera alguna alimaña Hermes los va quitando cuidadosamente con su cuchillo en la mano. Quita uno y luego otro. Solo resta uno más. En su interior generó un estornudo. Al abrirlo cuidadosamente una imagen se lanzó a Hermes queriendo atacarlo. Mac reune el primer objeto que encuentra golpea desde atrás con una sartén. Ambos respiraron de alivio.



- ¡Ohh! – un bostezo de Cleo y los avista a ambos mirando a otra persona que despierta ¡Eh! ¿No es el enano estafador? – Se pregunta ella.



- No soy ningún estafador – Se enfada



- ¿Por qué estás aquí? ¡Grrrr!– lo toma por la ropa del cuello Hermes gruñendo



- ¡Espere por favor no le mate!



- No lo hare solo se cortaré en pedazos. Es más humano.



- ¡¡¡HERMESS!!!



- ¿¿Qué?? Solo estoy siendo buen anfitrión.



- ¡¡Déjalo!! – Regaña Cleo. Hermes lo suelta.



- Perdonen – Coloca un rostro de niño bueno – Es que corrí para escapar de la criatura de los lagos. Suele entre sus manjares devorar brujos – Se lamenta.



- ¿La conoces?



- S{e de ella de la escuela de brujos que esa criatura viene del Noroeste.



- ¿Oeste? ¿Noroeste? Es a donde nos dirigimos.



- De hecho es extraño los fenómenos que se suscitan. Mac recogió un libro que poseía en su mochila. Esta criatura no suele dirigirse a otras zonas. Por lo que no era lo que pensaban. -









- ¿Qué podría ser? ¿Y tú sabes algo? ¿Alguna información importante?



- No. Solo se rumorea entre los enanos de la comarca y otros pobladores que han aparecido avistamientos de criaturas o monstruos, fantasmas y demonios. Nadie sabe el porqué.



- ¿Piensan que puede ser Drake?



- ¿Van a dónde Drake? ¡Que los dioses los libren!



- Lo dices como si fuera una terrible noticia.



- Las regiones de la orden dragón, se han convertido en un infierno. El veneno de toda esa región eliminó rastros de vida.



- ¡Nuestro viaje es a Azarea! – Comenta Cleotilde. -



- ¿Pueden llevarme al siguiente pueblo? – Dice el gran Manni. -



- Posiblemente – Expresa Hermes que no estaba convencido. – ¡Pero no!



- Mmm. No podemos dejarlo aquí – Piensa Cleo – Que venga, y lo dejamos en el siguiente pueblo.



- ¿Cleo hablas en serio? Mac dile algo.



- ¡Estem! No sé – Se rasca la cabeza Mac meditabundo.



- Mac ser adulto significa tomar decisiones – Aclara Hermes – Di algo a esta mujer necia.



- ¡¡Esta decidido!!, ¡¡Hombre insensible!! Y ni metas a Mac. -



- Pero cállate ¡¡Pero es un estafador!! Y tú lo descubriste.



- Y tú un regañadientes. Si, pero no podemos dejarlo aquí. Esa cosa podría volver.



- Oigan – Quiere la palabra Mac.



- ¡¡CALLATEEE!! - Se enfadan ambos.



- No causaré problemas ¡¡ji!! ¡¡ji!! – Se ríe el enano Manni.



- Más te vale ¿por qué sino? - Aprieta el puño Hermes. - Debe relajarse señor...Hermes



Hermes se retira y toma las riendas. La carroza sigue su rumbo normal. Al pueblo de Lasaye.





- Señor es increíble cómo se han reproducido situaciones con los monstruos.

- No entiendo. Se encontraban extintas hace miles de años.

El disgusto de Hermes no duró mucho, se había distraído continuando con el viaje a pesar de llevar como polizón a Manni, un enano brujo de la escuela del Nifghem.

Los altibajos no son necesarios, aunque el viaje estaba gestándose en sus comienzos, se habían encaminado por muchos sitios que parecían peligrosos desde que salieron del pueblo. Hermes no podía comprender lo raro de aquel mundo mágico, y solo quería cumplir su deseo de ayudar a la familia Everlast, y pagar su culpa por la muerte de Takeda. Se decía si podría retornar al sitio en el cual pertenecía, aunque siendo sinceros, el teniente Phileas, desde aquel nefasto momento en si vida, se había quedado sin bandera, sin patria; sin razones evidentes. Si estuviere aquí, en su mundo, o en un planeta distinto, no importaba mucho, había perdido el concepto de hogar, y estaba totalmente seguro de no poder recuperarlo. Todas sus noches serán una violenta batalla en la cual siempre se va de su lado quien amaba a Hermes.

Y el viaje recién ha comenzado a las tierras de Lord Drake. La tierra del dragón. Alguien debe poner fin a ese caos producido. Así lo han determinado las morías que controlan las entradas de los vivos, y muertos, de las dimensiones.



......O chionn fhada, chaidh duine, taistealach, ceum air na tìrean sin, agus thog e an claidheamh, agus an uairsin thill e gu a shaoghal.

(....Hace mucho tiempo atrás, un humano, peregrino, piso estas tierras, y empuñó la espada, y luego regreso a su mundo)

Así lo dice un libro queguarda Mac, en el idioma del gaélico. Un idioma desplazado por los antiguosy que fue llevado por los antiguosal mundo con aquel hombre.-

Air a' mhòr-thìr bidh a h-uile càil ann an cothromachadh nuair a thilleas e. Agus cha till e ach ma tha an dàn dha.

"Tha e na chadal agus tillidh e nuair a tha feum aig Murias air"

(En el continente todo estará en equilibrio cuando aquel regrese. Y solo regresará si el destino lo pretende.

"él está dormido y regresará cuando Murias lo necesite")





- Lord Drake, espero se encuentre bien. Lo pedido por usted ha sido implementado. Las criaturas de la abominación de los orcos han comenzado a dispersarse por todo el mapa. Mientras el portal esté abierto continuarán.



- ¡Perfecto hechicero! Han hecho un buen trabajo.



- Podemos permanecer tranquilos. Mantenemos amplio control sobre todo aquel que pase del otro lado del agujero.



- Si pasasen, no tenemos que preocuparnos – Bebe una copa de vino que poseía en su mano Drake. Esos monstruos, bestias, engendros son solo basura. Solo quiero la espada y con ella controlar la luz a mi antojo, para crear solo oscuridad.



- Aún vienen en camino. No tendrán problemas.



- La espada vendrá con quien deba portarla. No habrá ningún inconveniente.



- ¡Señor! Pregunta Clarke. La mano derecha. Sombra de Drake. No sería mejor ir por ella. Usted solo pídalo, y pronto estaremos allí.



- No, no podrán tomarla. Deben ellos venir a nuestros dominios. La luz es potente fuera de la oscuridad. Y sé que vendrán. – Drake, abre su mano,









extiendo la palma, y unas imágenes energéticas vuelan alrededor de ella. Unas almas que penan. Vendrán. Lo sé.



- Señor las tropas estarán dirigiendo la región este.



- Tomaremos los reinados de aquella capital de Lumer, señor. Antes del amanecer.



- Bien – Todo marcha en la perfección. Primero la región Sur, la Oeste, y ahora Este. Todo marcha absolutamente bien, y eso es confortante. -

Fin del capítulo

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Diego Leandro Couselo
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Dedicado - Sinopsis
Un último momento.
Nuestra historia recién comienza.
La despedida. -
El rescate de Cleo. Muere Drake. -
Nela desaparece. La batalla comienza. Vence el interior del laberinto. - PARTE 2
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Se ordena el ejército. La anciana de los portales. Alza tu poder. - PARTE 3
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