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El viaje continuo de problemas. El grupo se separa. El túnel y la mujer araña. - PARTE 4
- ¿Oigan? Y Song?
- ¡No está aquí! – dijo Hartman - ¡Rayos! Este lugar me tiene harto.
- ¡Debemos encontrarla! – Ordena Cleo
- No podemos separarnos – Manni le había manifestado
Solamente avanzaron unos metros. Solo lo necesario. Cleo empezó a palpar las paredes. Había visto un brillo interesante.
- ¡Oigan! ¡vean esto! – Informa Cleo – Éste brillo color celeste. – Oigan no se queden en silencio. No es bueno hacer bromas ¿muchachos? ¿Hartman, Manni, Mac? – ¡No dios! Esto no puede estar pasando.
Cleo ante la incertidumbre persistió.
- No debo dudar – Se dijo así misma. La determinación era la primera lección que tuvo en la academia.
Se guiaba con uno de los contornos de las paredes cuyas piedras se materializaban en esa brillantez celeste. Al palpar seguidamente una corrosión en su mano hizo que su tacto se pausará. Tenía su mano una seda pegajosa. Luego avanzó unos metros y una pared que cruzó la bañó en esa seda. Comenzó a sacudirse el cuerpo. Pero era bastante molesto. Luego el brillo fue clarificando la oscuridad. No podía creer lo que veía. Todo a su alrededor era una enorme red de telas. Y en un costado lejos unos capullos. Pronto se hizo presente un fluido que le atrapó el pie derecho. Sin mediar respuesta se mantuvo paralizada. Una baba se desprendía del techo. Era como un ácido que todo lo quemaba. En el susto Cleo se soltó de la red y comenzó a correr desesperada.
- Ya casi te tengo niña – Le manifestó la voz femenina. Cleo continúo escapando pero sus pies cada vez se volvían más pesados como si algo le impidiese seguir delante. Sin respuesta se desplomó en suelo. Un golpe en su cabeza le produjo una confusión en sí misma. Un mareo leve y la visión nublada en una figura femenina con ojos ensangrentados. La capa del brillo se expandió y allí pudo observar sorprendida lo que tenía en frente. Una enorme bestia mitad humano mitad araña.
- ¿Song eres tú? – Interpeló Cleo asustada
- No soy Song. Song es parte de mí. – Se reía y lanzaba por su boca fluidos. Se fue acercando lentamente. No te preocupes no te devoraré. Solo ven conmigo.
La mujer araña se iba compenetrando con cada paso lanzando en el cuerpo de Cleo todo tipo de seda. Pudo percatarse que la espada no estaba con ella. No era lo solicitado. No importa es una presa. Cleo pedía auxilio desesperada. En un instante pensó en el sueño en Hermes.
- ¡¡¡Auxilio!!! – Llamaba a quién estuviera presente - ¡¡¡Ayúdenme!!! – Gritaba Cleo sin ser oída por nadie más que la mujer araña. Ella se iba acercando muy sigilosamente. Sus extremidades se iban alargando, y palpando la suave seda, en cuanto iba cubriendo hasta llegar a la cabeza al cuello de Cleo. Frente a frente se compararon. La muera araña, que fuera Song, se acercó lo suficiente. De su boca al abrirse se extendieron dos colmillos que se iban extendiendo.
- La orden es no matarte, y llevarte a ti y la espada. Aunque admito que tu rostro ese jugoso, no creo que sea problema argumentar que he fallado. – Se jacta de burlarse de ella ¿Así que querías a Hermes?
- ¡Song! ¡No lo hagas!
- No soy Song. Song ya no existe – Sus colmillos se iban acercando. Una y otra vez al cuello de Cleo.
Ella cerró los ojos, y se vio en un espacio voluminoso, sin que nada alrededor pudiere tocarla.
- ¿En qué lugar me encuentro?
Era como estar en una dimensión paralela, y la espada estaba allí delante de Cleo que fue por ella. Su cuerpo estaba flotando entre estrellas que iban iluminando el espesor de todo lo que fuere oscuro. –
- Debo ir por la espada - Se dijo, y empezó a moverse como si estuviera nadando. – Ya casi estoy más cerca. – Si puedo verla. –
Pronto la espada se invirtió de su plano vertical, y uno horizontal apuntando hacia Cleo, que se detuvo. –
-¿Qué ocurre? – se contuvo a seguir yendo a ella. Una mano sostenía la espada. –
- El poder significa sacrificio – Aclaró la mano con una voz que provenía de una luminosa figura que se iba mimetizando con el polvo de las estrellas del espacio vacío en el cual se ubicaba Cleo.
- ¿Qué ere eres? – pregunta Cleo. –
- El poder de la luz es un sacrificio – ¡Quieres la luz tu nigromante! ¡Quieres fuerza!
Cleo no respondió. –
- ¡¿Qué buscas de mí?! – Preguntó Cleo con férrea forma –
- ¿Lo que buscas tú?
- Quiero a mi madre, y mi hermana. Quiero terminar con Drake, terminar con todo. –
- Para terminar hay que empezar nigromante. Tu poder apenas quiere nacer. No tiene remedio, ni determinación para ello. No podrás lograr nada. -
- ¿Qué puedo hacer?
- Te preguntaré una vez más. ¿Quieres la luz? –
Cleo lo consideró, no sabía en qué sitio estaba metida, solo que debía sobrevivir. –
- ¡Quiero lograrlo! ¡Quiero Poder! – Explicó Cleo. –
La figura asintió y con una estocada con la espada del Clan de la orden de las mariposas atravesó a Cleo desde su corazón hacia el otro lado. Ella cerraba los ojos anonadada, escupiendo sangre con un dolor agonizante llegando a su límite.
- ¡El poder es sacrificio! – Se acercó a su oído. - Y terminó de penetrar su cuerpo escapando toda la sangre que se expandía ese universo misterioso. Sus sentidos se iban acallando, y todo ese asombroso cumulo de estrellas desaparecía.
Cleo volvió en sí, cuando aquella bestia venía hacia ella. Sus ojos color celeste produjeron una energía que hizo retroceder a la mujer araña. Una vibración espiritual quebró la totalidad de la seda y todo el sitio se iluminó. Parecía que estaba poseída y extendió el brazo levitando hacia la criatura. –
- ¡Qué sucede! – Se sorprendió la bestia. - En un giro sorpresivo, La araña quiso escapar por el techo del túnel, y de los dedos de Cleo salió una electricidad chocante que golpeó el cuerpo de la bestia quemándola.
La misma se sumergió en el suelo y todo se transformó en fuego, en cuanto la nigromante extendía sus dos brazos y abría las manos en un círculo concéntrico generando una ráfaga de colores que hizo explotar el lugar completamente. Al consumirse las llamas. La bestia seguían aún viva y Cleo se iba acercando sin tener la necesidad de querer destruirla, y digo unas palabras en el antiguo idioma de los brujos perdido.
Del otro lado de la salida del túnel Hartman, Manni y Mac, encontraron la carreta.
- ¡Por fin hemos podido salir! - Confiesa Manni - ¡Cleo se ha perdido también! – Dijo Mac. -
Hartman regresa para ver si se encuentra ella, pero no pueden encontrar a nadie. Manni ayuda también en el proceso.
- No puede ser Ahora desapareció Cleo. – Se dijo preocupado. Al salir ambos. Mac les da la noticia. –
- ¡No está la espada de la orden de la mariposa! Solo su funda. –
- ¿Qué? – Se pasma Hartman con asombro. –
- ¡Eso quiere decir que Cleo ha estado aquí! – Solo ella puede portarla - Se desconcertaba Manni. -
- Pero se ha ido – Expreso Mac. –
- Todo es muy extraño. –
Cleo conformaba el conjuro y la araña se iba esfumando como un polvo. Song estaba en el suelo. –
- ¡Lo siento! – Manifestó Song – No puedo controlarla –
- ¿Quién eres?
- Soy una criatura del mundo oscuro. Drake, me ha traído para llevarte, pero he fallado, y me dejé consumir por el monstruo interno que domina mi alma. – Song se incorpora. Tú eres una nigromante y sabes que debes hacer. Ahora es imposible para Drake llevarte, y no tengo más nada que hacer aquí. Ve por esa persona. Te espera - Sonríe Song. -
- ¿Qué vas hacer? - Preguntó Cleo
Song, no dijo nada, y desapareció como polvo que se expandía con una brisa. –
Cleo se miró las manos sin comprender nada de lo que sucedida. Y la salida estaba allí a su ojos. Caminó a ella, hasta que fue tragada por la claridad del mediodía. Una arboleda la sorprendía con un mirador. Allí se acercó a ver todo el paisaje, que desde abajo se conformaba, y un diminuto ser se veía caminando con una niña de facetas misteriosas en una dirección. Ella fue allí. -
Fin del capítulo
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