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El camino interminable. Camino de otro mundo.
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El camino interminable. Camino de otro mundo.

Debería uno allanarse a las consecuencias nefastas de la realidad. Lo que ocurre entre el aceptar o no, es el instinto de supervivencia que nos obliga a pecar contra ello. - Cleotilde Everlast. -

............................



Era como un maizal de mis días de juventud.



Tenía principio, pero no tenía fin. Y si lo tenía era peor. -











En Necromancer la mayor parte del planeta suele ser agua. Su ecosistema consiste en una biología de bosques, desiertos, estepas, montañas, ríos, lagos, etc. En cada continente habitan sus seres terrestres y alados. Entre ellos la raza terrestre hominis la cual es muy similar a la humana en toda su morfología y estructura anatómica. Derivada de una descendencia divina. Los del océano en sus profundidades son híbridos cual tritones y sirenas. Los alados viven entre las montañas con sus pájaros. Entre ellos se encuentran los gigantes. Que pueden ser bestias peludas de tres ojos, o ciclopes con la piel seca. Los hominis tanto en la tierra como en el océano habitan modificándose según su ecosistema.



Entre Necromancer y el mundo que conocemos lo separa una dimensión. Ello quiere decir que hay otros mundos. Entre ellos el mundo oscuro.



Esa fue la primera explicación de Mac y Cleo a Hermes. -







Luego de incidente la mansión comenzó su reconstrucción. Cleo Había dejado todo a cargo de una amiga de la familia Isabel McCull, quien era como una tía para ella tras años de amistad entre los Everlast y McCull.



- Hija no deberías ir sola – Le comenta La tía Isabel. – ¡Sabes que es muy peligroso! – Por qué no llevas unos guardias para que hagan una custodia.







Cleo respiró hondo y luego exhaló al ver a su tía postiza preocupada por el



asunto tan trágico. -



- Tía, no quiero poner a mas nadie en peligro. Todo esto es por ese maniaco que quiere una espada que no puede manejar. La tía no sabía que



decir.



- Esa espada ha venido desde tiempos inmemorables a la familia. No sabemos que puede suceder por ella. – Se preocupa, mientras se acerca a Cleo para abrazarla. Cleo llora nuevamente, por lo sucedido.



- Tía quisiera que todo esto fuera más fácil. –



- Debes ser fuerte. Te prometo encargarme de todo, pero por favor vuelve sana y sa–lva.



- Cuida de ellas, hasta que podamos regresar con sus almas. –



- Déjalo en mis manos. - Aclara Hermes un tanto confundido con eso de las almas. -



- Si pudiera te acompañaría mi hijita – Se entristece Isabel.



- No tía, no quiero verte llorar. –



- Es que, para mi tú y Mary, son como mis hijas. Ambas se dan un último





abrazo de despedida. Unas mariposas revoloteaban alrededor de ellas. En la tierra de Murias cuando sucede ello, es porque el vínculo se sostiene de sangre, y no se puede romper jamás. -



Cleo se aleja para corroborar todo lo que tiene la carroza con los caballos. Hermes se coloca en su espalda una mochila con todos sus efectos que venían de su viaje, con ello los de Inu. Isabel se acerca a él, la mariposa que estaba con Cleo vuela a su alrededor, y ella lo nota y lanza una simple sonrisa de confianza. –



- Señor Phileas, ¡Cuídela si! – Expresa ella. –



Él le devuelve la mirada al escucharla, y asiente con otra sonrisa. –





- No se preocupe. Está en buenas manos ¿Mac estás listo?



- Sí, señor Phileas.-



- No me digas señor. Me haces pensar que soy un viejo decrepito. Soy Hermes.









- Bueno, señor Hermes. – Le grita desde lejos Mac



- ¡Bueh! ¡Qué Remedio! – Cleo, ¿Tú?



- Ya casi estoy. – Ella carga un bolso más. Hermes frunce el ceño.



- ¡Ey! Es un viaje que tiene una cierta seriedad, ¿Qué diablos traes ahí?



- Eso no te incumbe. -



- Oiga señorita importante. No es un viaje de turismo. Espero no sea ropa



- ¿Qué dijiste? – Ambos se ponen como perros ladrando. –



- ¡Bueno! – Dice Isabel observando la situación - calculo que se llevaran bien.





La carreta parte por el primer camino rumbo Azaria.





- Señora MCull, encontramos otro cuerpo en estado de sueño. Está en perfectas condiciones, y sobrevivió gracias a una pared que contuvo los bloques que caían.



- ¿En serio? ¿Entonces tienen tres almas, y nos dos? - se dijo ella





- ¿Qué rayos ocurrió? – Se enfada Drake. – La bestia, había llegado, con uno de los jinetes que traía en su interior de un frasco de vidrio oscuro, tres almas.





- Señor, nos fue imposible conseguir la espada. Su poder es aterrador. Trajimos las dos almas que precisaba, y una más de alguien desconocido.





- Lo suponía – Drake camina hacia unas plantas a las cuales les da alimento. Unas plantas que devoran carne humana preferentemente. No te preocupes, han hecho un buen trabajo. Esas almas pronto serán parte del conjuro, y así podremos tomar la espada, sin importar su ubicación. El brujo Loge hizo su aparición. –



- ¡Señor! - toma la palabra Loge. Drake asiente. - Tú, montaraz de la muerte, dame las almas –



Le pide cautelosamente Loge. Luego hace su aparición Wotan.













- Tenemos las almas. Sí, tenemos las almas ¿Y la espada? ¿Y la espada?





- Wotan, silencio – Expresa Loge. – Señor las llevaré a los aposentos. Allí aguardaran para su uso especial.





- Bien, hazlo – Expresa Drake. El jinete aguarda esperando – Tú, has hecho un buen trabajo Heraldo de muerte. – Wotan necesitaremos su servicio como de otros jinetes.





- Debe pagarnos por nuestro trabajo. –





- ¿Qué dices? La orden Dragón no paga. – Expresa con arrogancia. El montaraz se acerca a él, y este con sus ojos color oscuro comienza a sofocar al esqueleto que cae rendido al suelo. – ¿Lo ves? Hasta los muertos me temen – Y levanta su mano hacia él, haciendo que se arrodille más todavía. – Luego con una sacudida de su mano derecha parte en pedazos al montaraz que se desvanece sin dejar rastro. – No te necesitamos, llamaremos más de los tuyos. Ustedes solo son repuestos de basura mal oliente que ya no forma parte de este mundo miserable. El palacio comienza a oscurecerse, y el salón se tiñe de plena repulsión en energías que son toxicas al humano normal. Aquel sitio estaba adornado por un corredor extenso desde una puerta principal a la cual al ingresar el pasillo poseía una alfombra de terciopelo violeta con adornos del color del oro. Diez pilares de cada lado y entre cada uno de ellos una estatua de dragón observando a quienes caminan por allí. Las paredes y pilares de color rojo tiñen el lugar al final de aquel un trono con forma de calavera de Monstruo, en la cual Drake se sentada como su silla principal de mandato. A su lado dos animales muy parecidos a las hienas de dos metros de altura encadenadas en sus cuellos al mármol cerca del trono devoran a quienes no









son invitados a su lecho. Ahora se encuentran entre ambas disputándose una un torso humano que ha sido devorado poco a poco por ellos. Un servidor de la raza Alverich, una raza de enanos de menos de un metro se acerca cuidadosamente a limpiar el desastre. Una de las fieras se percata de ello y lo ataca, éste quiere alejarse pero es inútil, su cuello es partido de inmediato. Uno de los soldados de Drake se acerca con cuidado a quitar el desastre. Drake se ríe.



- Déjalos que coman. Total, esa raza de inútiles enanos es escoria. El guardia personal de él, asiente, y retoma su posición. – El techo en su cúspide se notaba la negritud de la luna oscura. Un astro diferente que no posee luz, pues Los ancestros se la quitaron ubicándolo en el reino dragón en el cual siempre es de noche, y siempre hay niebla.



Alrededor sorteando el rio de sangre, se encuentra el laberinto de los caídos. Allí quien se entrometa debe sortear innumerables peligros de personas que han ingresado y perecieron perdiéndose en lo más oscuro. Hasta ser parte de aquel sortilegio del cual no se puede escapar bajo ningún aspecto. Todos lo que fallecen constan en sus cuerpos, que jamás regresan. Nadie documenta de ello, sino por quienes dicen haber salido, pero son pobres diablos que han caducado en su sano juicio. Ese laberinto es la entrada principal al rio de sangre. Solo se interpreta que el poder sortear y encontrar la salida, hará desaparecer al mismo para siempre transformando en llanura todo a su alrededor.



En las demás direcciones de la noche que marcan el terreno, las montañas malditas que escoden secretos de terror por quienes han querido sortearlas sin éxito. Dicen que posee vidas, otros que se esconden los gigantes peludos que forman el clan de Fasolt. Nadie puede ingresar al impenetrable mundo.



Por ello el fuerte de Drake estaba bien protegido. Y sus custodias y habitantes tienen el poder de ir y venir sin problema por esos peligros que son manejados por los brujos Loge y Wotan. Leales servidores de Drake y por la plenitud del mundo oscuro. –









Drake se acerca a la ventana del último piso de la gran torre llega al infinito cielo, luego de haber realizado su cometido. En ella siempre está mirando el horizonte.



- Vendrán por las almas – Confiesa riendo – ¡Si vendrán!, Y cuando sea ello, te atraparé, y tomaré la espada cortando tu preciosa mano, y la usaré sin problemas con tu sangre, y sus almas confundiendo su luz. Y el poder absoluto en el continente será solamente mío. Soy el gran rey de la Orden del Dragón. Del linaje que puede dominar toda la existencia. El dios del caos. El único que puede decir quien vive y quien muere. Azote de los desposeídos, pisaré los campos y yacerán bajo la palma de mi mano todos lo que se atrevan a darme batalla. Y luego iré más allá de Murias retando a todo ser sin piedad. Los ínvidos de mi fiesta personal serán acabados como lo he hecho siempre. Estarás orgulloso de mi padre – Observa la montaña, Drake, la cual se personifica una Figura de un gran hombre de barba entre la nieve y los matorrales, que se entremezclan con la neblina nubosa y el oscuro canto de los reptiles voladores que van y vienen con sus presas diminutas. Drake había transfigurado lo que una vez fue un lugar apacible y lleno de luz. Su poder viene muy a lo lejos de las tinieblas ofuscadas de los demonios con los cuales pacto con su sangre dañina y prometiendo la sangre inocua de los seres de la tierra. Su plan es el dominio total en la oscuridad en donde siempre sea de noche.



Cleo se mantiene descansado dentro de la carroza en cuanto avanzaban. Mac maneja los corceles y Hermes está a su lado en silencio hasta que ve un insecto muy parecido a una mosca con el tamaño de una mano. Estaban en medio del camino de uno de los tantos bosques tupidos del continente que se encuentra muy cerca en donde está el pueblo, y en el cual Hermes despertó luego del accidente. El camino es de tierra lisa con algunas piedras alrededor. Los dos corceles fuertes caballos de carga tienen unas piernas fortalecidas que les permite desplazarse en todo los terrenos posibles. La cría de los caballos en Tocasicha. – Todos los









caminos estaban marcados, otros eran solo senderos o huellas. Allí los mapas eran inútiles. -



- No se asuste señor, perdón digo Helmer, ¡No! - Se toma la cabeza con una mano por la equivocación al ver los ojos sigilosos sobre él de Hermes – ¡Perdón!, señor Hermes – Dios Hermes



- Así está bien, no hay problema. Supongo que no puedo evitar que llames señor. Dime Mac, y este continente Murias, Cómo surgió, o de dónde es?



- Le decía señor.



- ¡Bueh!



- Hermes.. que ese es un morca. Es un insecto muy parecido a las moscas, pero poco usual, solo se los ve en verano.



- Mi pregunta principal ¿Son peligrosos?



- Si no, nos acercamos al nido principal, no hay problema.



- Y.. estaba por preguntar Hermes.



- Si no acercamos nos atacaran con sus mordeduras. Tienen mandíbulas que cortan todo a su alrededor



- Como las hormigas. Parece que todo es un peligro por aquí.



- Eso mismo y no. No necesariamente Hermes. ¿Lo dije bien? Murias se formó con otros cinco continentes en la tierra. Somos parte de la creación de cinco dioses que se disputaron el mundo. Cada dios designo a sus subalternos. En



este caso En murias. La orden Dragón, la orden Fenrir del Lobo, y la orden de Everlast de la mariposa.



- Parece muy complejo.



- No tal así. Ambas mantiene un equilibrio, pero a veces hay disputas entre ellos. Bueno batallas con la orden del



Dragón



- ¿Y la espada?



- No conozco muy bien su historia.









- La espada pertenecía a mis ancestros. Mantiene el equilibrio y otorga la luz de poder – Expresa Cleo que despertaba tras u movimiento brusco del carruaje.



- ¿Por qué la querían? - Pregunta Phileas.



- Porque con ello la contaminarían de oscuridad. Drake y la orden del Dragón tienen según nuestras fuentes, la idea de tomar el continente. Como veras la luz, es oposición a oscuridad. Él, y nadie que este metido en sus reinos puede obtenerla, entonces necesita de la pureza incorruptible para lograrlo. No estoy segura pero de hecho las almas de mi madre y mi hermana por ser linaje de sangre, como la mía son las indicadas para poder tomarla. Mientras tanto. Sea lo que fuere no puede hacer nada con la espada.



- Se me hace muy compleja esta historia – Confiesa Hermes con una mueca dubitativa.



- A mí también.



- ¡Bueno! No es de extrañar. Parece que no tienes mucho entendimiento en el asunto



- No es eso. – Piensa Hermes – ¡Oye! ¿Qué quisiste decir?



- ¡Lo ves!. ¡Tengo razón...!



- Niña bonita de risos atontados, sería mejor que expliques de una forma más sencilla.



- Te puedo hacer unos dibujos como a los niños, quizás así comprendas.



- ¡Muy graciosa! – Expresa Hermes – Mac se ríe de ello. –



- Mira de este modo. Drake precisa la espada para dominar todo. No puede tomarla con sus manos, ni nadie de la orden Dragón, pues son un linaje, y los que no han pactado la oscuridad, entonces para ello posiblemente quiera las almas que son del linaje Everlast de la mariposa, para poder tomar las espada y luego contaminarla.



- ¿O sea que las almas en cualquier momento estarán listas para ser succionadas por él?



- Si pero también la espada para fusionar todo, sino no podrá.









- ¿Cómo explicas que el jinete o esa cosa que nos atacó no pudiera tomarla?



- ¿Te refieres al montaraz? Son almas de muertos mercenarios. Ellos especialmente no pueden tomarla con sus manos, en cambio los vivos sí. Ahora no comprendo ¿el por qué, tú la usaste y la misma blandió una luz? Cualquiera puede tomarla con sus manos sin necesidad pero no tiene poder. Es como recoger una barra de metal, pero la orden oscura del dragón no, entonces eso me inquieta más aún.



- ¿Cómo? – Pregunta Mac. Hermes respira exhalando con sus brazos cruzados y cerrando los ojos.



- Es claro, Mac. Ellos o él, saben que iremos allá.



- ¿Y tú seguro trajiste la espada?



- En efecto, no la iba dejar allí.



- Bueno ahora sí que estamos en aprietos



- ¡No tengas miedo héroe! – Le dice Cleo sonriendo- En Azaria están los refuerzos. Y no te pedí que me ayudes en esto. –



- ¡O vamos! Los dices ahora.



- ¡Lo he dicho siempre! - Se acerca Cleo a Hermes burlándose. –



- De todas maneras sabias que los acompañaría. No dejaría a un niño y una dama histérica en apuros, desamparados por estos bosques y con esas cosas como quiera que se llamen – Comenta Hermes. Mac retracta lo que comenta Hermes.



- Son morcas, muy parecidas a las moscas.



- Bueno, sí, eso. No los dejaría, y por cierto ¿por qué hay tantas?



- ¡Estemm!





Todos se miraron con un poco de asombro





- ¿No estaremos acercándonos a dónde pienso que estamos yendo no?



- ¡Señor Hermes!



- Mac no quiero tener que correr, por si algo me ataca. Tengo bastante con



éste lugar, y con ustedes.









- Cállate Hermes. Mac está haciendo su trabajo, mientras tú solo observas



- Quisiera pensar que tú también pudieses hacer algo al respecto más que dormir allí como una holgazana.



- Para tu información soy la guía de ustedes



- Perfecto, ¿Ahora dime que es ese enjambre guía turística?





Cleo al ver eso se asusta.





- Mac es mejor que des la vuelta - Cleo se lo expresa de tal manera, que su fisonomía, como su rostro están temblando del miedo. El muchacho trata de dar la vuelta con los caballos, pero es tarde. Las morcas comienzan a dar vueltas alrededor de ellos en círculos. Algunas descienden hacia los caballos y muerden a uno que pronto hace un movimiento brusco en dos patas y obliga al otro a correr en dirección recta. Hermes toma las riendas cuando Mac sale disparado hacia atrás con Cleo por el impacto del movimiento del animal.



Hermes maniobra y el enjambre se consuma al lado de la carreta en gran velocidad. Salen del camino y se dirigen en dirección a un grupo de árboles vetusto de raíces. Pronto van disminuyendo la velocidad al adentrarse al fango de un pantano en el interior. Las morcas se reagrupan en pilares como las moscas mismas cuando se encargan de destrozan cuerpos en descomposición.



- Maldita sea son demasiados. ¡Mac! ¡Mac! – tenemos demasiados de estos insectos. ¿Tienen alguna idea ustedes cómo detenerlos?



- ¡Señor!



- Ya te dije que no me digas..... ¿Qué? – Hermes se cruza de frente con un puñado de larvas que parecen salir de la tierra. – Hermes denota una expresión de terror y al mismo efecto asco ante ello, con sus manos temblando. Mac y Cleo se acercan a Phileas.



- ¿Estás bien? – Dice Cleo - Parece que nuestro héroe le dan asco las larvas.



- Pe ..¿Pero vean el tamaño de eso?









- Descuida, no nos atacaran. Se alimentan de raíces.



- ¡Estem! Pero – Y Hermes señala en dirección al cuerpo de un buey semi carcomido.



- ¡Eh! – Cleo se impresiona. –



- mmm ...No sé cuándo se volvieron carnívoros - Se sorprende. -



- Larguémonos de aquí. – Hermes toma nuevamente las riendas queriendo que los caballos se muevan, pero están casi atrapados por el lodo del pantano – ¡Genial! Lo que nos faltaba. Una morca se acerca y luego otra en dirección de ataque, pero Cleo le da con un garrote que lleva consigo guardado en su bolso.



- ¿Y eso?



- ¿Qué creías que era una princesa? Esto y otras bellezas llevo escondidas aquí. – De inmediato comienza el enjambre a establecer territorio y las larvas se agrupan acercándose lentamente.



- ¿Mac tú conoces el terreno? Tienes alguna idea



- ¡Bueno yo!



- Vamos, deprisa, no puedo con todos les grita Cleo que había descendido de la carreta.



- Iré ayudarla. – Hermes se arroja y saca su cuchillo largo cortando a cuanto se acercase.



- No está mal para un novato. – Sonríe Cleotilde. Que reanuda su defensa. -



- Lo mismo digo. – Se agita Hermes entre el ir y venir de los insectos. Mac mientras intenta mover la carroza con los caballos que se agitan constantemente. –



Ante la imposibilidad, Hermes piensa en una solución que podría dar efecto, si es como en la tierra.



- Mac, ¿Estos insectos son como las moscas?



- Si señor! – Se mueve mac con la carroza. –









- Bien – Hermes toma de su bolsillo unas cerillas que poseía, y sale del perímetro de ataque.



- Mac – ¿Tenemos algo de alcohol, o algún líquido?. –



- ¡Estem!



- Busca en el bolso principal, allí debe haber bencina. –



- Eso es perfecto – Dice Hermes. Mac se apura ingresando en el carruaje, hasta que lo encuentra.



- Lo tengo – Dice Mac –



- ¡¡¡Arrójalo!!! – Grita Hermes –



- ¿Ya veo?, ¿Vas hacer fuego? - Pregunta Cleotilde – Aunque no alcanzará con una fogata. –



- No pienso hacer una fogata – Hermes, recoje una cerilla, y la enciende sobre un pedazo de trapo vertiendo el líquido. La tela en llamas, y se propaga, y él corre en dirección al primer árbol que encuentra cerca de las larvas. – Ahora verán insectos asquerosos. – Deposita aquel trapo en llamas en un agujero, produciendo un fogón inmenso en cuanto aquel árbol comienza arder. El efecto produce que llegue a todo su interior, y pronto este se derrame sobre otro con un efecto dominó. Las morcas



y larvas comienzan a retroceder. Algunas son parte de las llamas y vuelan como bolas de fuego desmembrándose. -



- Hermes eres un desquiciado – Le dice Cleo – ¡Vas a incendiar todo el bosque! – Se enfada con enojo putrido en sus ojos enmarañados. -



- Debemos sacar a los caballos - Grita Mac –

Oigan, si tenían una mejor idea me lo hubieran dicho. – Pronto tomó las cuerdas intentando calmar a los caballos, y movilizándolos hacia las afueras del pantano. – las llamas se pronunciaron hacia dentro lo que favoreció de deserción de las morcas y que se disipen. -



De inmediato las llamas consumen parte de los vetustos arboles sin hojas aclarando el campo del pantano. Desde un espacio lejano se desarrollan las









cenizas que van y vienen desde el aire. Hermes comienza a tener cierto dolor en su cabeza. Imagina un campo tal cual lo vivió hace un año. Trincheras de soldados que van gritando a esconderse en los agujeros. Una granada que cae al suelo y miles de partes humanas que se disuelven en fragmentos de cuerpos que aterrizan mojando con la sangre el rostro de Hermes Phileas, que estaba escondido; acurrucado en otro de esos huecos esperando la muerte en forma de pólvora, y disparando a cuanto pudiese. En un flash de tiempo al salir de ese tugurio de óbitos, el campo estaba en las mismas condiciones que el bosque. El silencio del aire, y las cenizas que venían en una dirección hacia otros sitios. Había sido una batalla despampanante en esa época en que solo era combatiente raso de campo en infantería. Recorrió ese sendero de destrucción. Un pantano en forma de bosque. Reconoció una mano, un cuerpo, una cabeza, unas entrañas. Ojos, sangre, rifles, pólvora, humo, llantos. Reconoció todo de tal manera que fue una fotografía de su mente que lo ha acompañado, y sería una de tantas de ellas. Se dijo asimismo ¿Es así como debe terminar todo?El mismo bosque, el mismo olor, otro destino.



- ¡Hermes! ¡Hermes! - Lo llama Cleo. -



- ¡Señor! Digo, ¡Hermes! . Ahora es Mac quien le dirige la palabra. -



- ¿Eh? –Hermes vuelve en sí -Lo siento - Ladea la cabeza - Estaba soñando despierto supongo. –



- ¿Todo está bien? – Le pregunta Cleo que se contiene a querer saber lo que le ocurre por ansiedad. -



- Sí, no te preocupes. Sigamos – Hermes se mantiene callado, hablando en sus adentros – ¿Cómo puedo recordar ello? ¿La guerra no deja nada, o no Leticia? ¡Tú si sabrías entender esto!



- Miren el fuego parece extinguirse - se complace Mac con lo que ves – Y desaparecieron la mayoría de las Morcas. –









- Si es perfecto. –Se regocija Cleo – ¡Hermes parece que tu idea dio resultado! - Hermes no le presta mínima atención – Vamos no es para tanto, podía haber sido peor – Expresa ella.



- Qué extraño verte felicitándome. –



- ¡No te felicité! - Se irrita Cleo – Solo dije que fue una buena idea. –



- ¡Ah! Cleo. Debes admitir que fue buena idea – Objeta Mac –



- ¡Bueno! – Lo mira a Hermes con cierta sonrisa Cleo. Al percatarse de que éste no devolvía la mirada, presintió que algo en su interior no estaba bien, y solo se remitió a observarlo con cierto agrado y curiosidad al mismo tiempo. -



- ¿Estamos bien ubicados no? – Prosigue Hermes saliendo del paso de los árboles y adentrándose en campo abierto.



- Seguramente Hermes – Recoge el mapa Cleo. – deberíamos ir en dirección al oeste, para retomar el camino que estábamos transitando para poder llegar a Azalea.



- ¿Seguro? No me parece que hubiéramos venido de por aquí. –



- Hermes no seas tan desconfiado – Se bien en qué dirección estamos avanzando. Recuerda que estas con una guerrera, y aparte de ello una gran guía. –



- Sí, eso es lo que más me inquieta, y me preocupa. –



- ¿Qué dices? - Se irrita Cleo como molestia acercándose lo más posible a Hermes con su vara para golpearlo.



- ¡! Ey!! – ¿Qué haces? ¡Eso dolió! ¿Qué también un bastón? – se alborota Hermes, en cuanto Mac se asusta con el ataque de Cleo. –



- Es evidente, mi querido Hermes. Una mujer como yo está preparada para todo. - Se jacta de su segura confianza ella. -



- ¡Uff! Este viaje sí que será largo – Expresa con forma de duda Hermes. – Bendito seas Mac que puedas aguantarla desde allí.





- Para tu información Mac es un caballero. No como tú que eres grosero, y poco recatado. – Y atina a querer golpearlo con la vara nuevamente. –









- Miren, ahí está el camino. –



- Bien hemos llegado. Ahora en dirección al Oeste. – Se levanta del asiento Cleo, y señala con algarabía el sitio al cual deben ir. Pronto con el movimiento se cae de la carroza hacia un charco de agua y tierra. Hermes se ríe con Mac, se detiene en su paso de caminar, y va hacia ella. –

Fin del capítulo

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Diego Leandro Couselo
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Dedicado - Sinopsis
Un último momento.
Nuestra historia recién comienza.
La despedida. -
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