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El gran Manni. Un pueblo extraño. - PARTE 3
- ¡¡¡Ahh!!! – Despierta con un susto Hermes –
- Hermes ¿Qué ocurre? – Le dice Cleo, junto a Mac que estaban cenando – Toma, y le da una rebanada de Pan, con queso, y carne seca. –
- Beba algo señor Hermes. Es increíble estaba todo cerrado, y pude encontrar un lugar abierto. El hombre que me atendió tenía cara de pocos amigos, así que compré de inmediato y me esfume de allí. Era como si su mirada se estuviera borrando ¿Pueden imaginarlo?
- No me sorprendería – Aclara Cleo – Desde que comenzó este viaje a Azarea. No ha pasado algunas situaciones muy extrañas. –
- Es un mundo de locos – Confiesa Hermes. –
- Es un gran mundo, solo debes acostumbrarte. Supongo que del sitio que vienes es mucho más seguro. –
- No, tanto así – Hermes vislumbro la guerra, y los combates. El servicio. –
Cada sitio tiene su lado bueno y malo.
- Concuerdo con ello – Expresa Mac, que levanta su copa de agua apuntando al techo en cuanto Cleo mastica la comida pensando. –
Esa tertulia se acabó de inmediato, al concluir la comida. Fueron a descansar nuevamente. En la noche se había estrellado y esta vez la luna, se estaba aferrando a su resplandeciente color blanco lumínico. En el techo de una de las casas. Un hombre de capa se había posado firmemente al lado de una de la bestia de cemento. Allí apreciaba la noche y las sombras que arrancaban sus movimientos con sus ojos brillantes como dos redondeles.
La gran ventana del cuarto de huéspedes tenía visitantes que miraban a los recién llegados. Lo hacían con todos aquellos viajeros que pasaban una noche eterna en el pueblo de la umbría. Con cierto acercamiento tímido fueron desplazándose. Se movían con cierta ligereza como si estuvieran desplazándose como lo hace el magma de la lava cuando se va arrastrando al terreno que intenta tomar y luego lo absorbe. Eran unas figuras de humanos como sombras en las cuales solo sus ojos que brillaban podían verse. Uno se fue posando encima de Cleo que como siempre roncaba sin cesar, las otras opacidades fueron hacia Mac y Hermes que continuaban descansado.
Hermes sentía el cosquilleo que palpaba su rostro, acariciando su mejilla. Las opacidades estaban dentro de la habitación y su forma espectral abarcó todas las partes y objetos animados, e inanimados. Una abrió la boca de Mac y observaba a su presa con entusiasmo, será uno de los nuestros, y la otra intentaba retener a Cleo depositando un gas hipnótico en su interior queriendo llevarla consigo. Ella se despierta bajo las órdenes de las sombras. La opacidad le indica que tome la espada, y luego la invita a irse. Hermes sería aniquilado. No es de aquí esa criatura se decían.
- Lord Drake ,el pueblo de Umbría, está en su apogeo. -
- Lo sé. Ellos son una raza muy interesante. – Se ríe con forma maquiavélica. – No puedo esperar que llegue ella, es mejor traerla con la espada de inmediato.
- Pero señor. Ella vendrá. Es posible que la lastimen. No. Las opacidades, vienen de aquí. Son la misma forma – abre su mano Drake mostrando la palma de su mano que oscurecía todo. Somos lo mismo. – Se ríe con gracia maquiavélica. -
Las opacidades pronto concretarían su trabajo. Un trabajo bien hecho. Su premio las victimas que formaban su tribu. Criaturas de la noche, humanos alegres de día.
Hermes presentía el temor. Nuevamente su mente se dibujaba y estaba allí como espectador de todo lo que ocurría. Los veía a esas criaturas siniestras.
Faigh grèim air an armachd hermes agad agus thoir ionnsaigh a-nis
(Empuña tu arma Hermes y ataca ahora)
- ¿Qué sucede? ¿Qué nos está pasando? ¡Cleo! ¡Mac!
- Empuña tu arma – le dice la voz de su interior. Empuña ¡¡¡Ahora!!!
Hermes se acerca a la opacidad y saca su cuchilla que se encuentra iluminada corta en pedazos a la sombra, al despertar ve como una figura desaparece gritando. Y despierta con su arma en la mano.
- ¡¡Mac!! Despierta. ¡¡Cleo!! – Ven como uno la toma e intenta escapar y otro devorar a Mac.
Hermes se lanza y corta en dos a la sombra. La tercera intenta escapar, y sale por la ventana abierta de inmediato con Cleo en sus brazos que se sustentaba en un estado de sugestión hipnótica latente. Un sueño profundo sin manera de despertar.
- ¿Mac estas bien? - Lo toma con las manos Hermes –
- ¡Si! – Éste se siente un tanto impedido por el suceso – Estoy bien, ¿Qué está pasando?
- Luego te explico. – Se llevaron a Cleo. –
- ¿Queee?
- Vamos. – Ambos se acercan a la ventana desde abajo la sombra tiene a Cleo y comienza a moverse. Hermes desciende por el techo intentado llegar
más rápido. Toma un atajo al subsiguiente espacio para llegar al suelo. Le hace señas a Mac que lo siga, que con cierta torpeza se desplaza hacia el suelo de la calle. Éste cae.
- ¿Mac estas bien?
- Si, perdón señor..... Se resiente Mac. -
- Vamos. Es por allá. Debemos alcanzarlos. – los dos comienzan a correr a las opacidades que se desplazan con velocidad. En un momento la pierden, y entonces la cuchilla de Hermes se ilumina indicando uno de los caminos. La dirección a la parte sombría del pueblo que es un sitio cerrado. Pronto varias opacidades se fueron acercando queriendo asesinarlos. Hermes arremetió con su cuchillo pero eran demasiados. Mac estaba detrás de él.
– Mac no te muevas de mi lado. –
Por un momento se formó un círculo y cada vez más se iban amontonando.
- ¡Estamos atrapado señor Hermes!
- ¡Déjame pensar que hacer! – Hermes intentaba atacar a cuanto se acercase, pero eran una cantidad grande que los superaba en número.
Pronto una criatura amorfa salió del suelo haciendo que las opacidades se alejasen y fueran hacia él como presa. Era un gigante con ojos saltones y cuerpo deformado que estaba arrojaba baba al suelo. El líquido viscoso era sumamente resbaladizo, y el suelo se tiño del mismo.
- No hay tiempo que perder, a unos metros de la criatura, estaba el gran Manni.
- ¿Tu?
- No hay tiempo de regaños. Debemos salir de aquí, y comenzó a moverse como deslizándose por el suelo. Se llevaron a la chica por allá, y señala al callejón. –
- ¿Será una trampa señor Hermes?
- No tenemos más remedio que creerle – Dice Hermes resignado- Debemos ir por Cleo.
- De prisa – Grita Manni. Los tres se mueven con velocidad, mientras la criatura distraía a las sombras de las opacidades. Umbría se colmaba de oscuridad, en la noche estrellada. Muchos de los habitantes que ese día concurrieron ya eran parte de esos oscuros diseños.
Al llegar la opacidad que tenía a Cleo estaba intentando ascender hacia el techo de un edificio en el cual había un portal en forma de redondel que dimensional.
- Esa criatura abrió un vorterix espacial. Si salta del otro lado desaparecerá con su amiga – Grita Manni. -
- ¡¡Cleo!! – Alza la voz Hermes – ¡¡Despierta!! – ¡¡¡Cleoo!!! - Mac toma ésto - Y le otorga su arma Hermes a el niño para que cubra su alcance.
- ¡Señor Hermes!
- Solo atácalos como si tu vida estuviera en peligro. -
- ¡Peppep pero!
- ¡¡Hazlo!! ¡Iré por Cleo!
El susto que le dio a Mac, solo fue un rasguño cuando una opacidad se lanzó contra éste y cerrando los ojos lo acuchilló. Hermes con velocidad esquivaba los ataques intentando pasar entre todas las sombras. Manni generaba con su magia algunos trucos para confundirlo. Espérame Cleo, ya llegaré a ti, Hermes se desesperaba al intentar acercarse. Había sorteado a la mayoría y comenzó a escalar sobre las piedras. En cuando las sombras iban detrás de él. Hermes estaba a la mitad del camino.
- No voy a lograrlo - Se dijo maldiciéndose – Logró pasar escalando hacia un balcón y arriba de ello, estaba aquella criatura con ella.
La opacidad y Cleo estaba casi sobre la línea de paso. –
- ¡¡Cleoo!! – Gritó con fuerza Hermes – ¡¡¡Noo!!! ¡¡¡Cleoo!!! – Hermes dio un salto hacia el último tramo haciendo fuerza para aferrarse a la canaleta del último tejado del edificio.
La sombra estaba ingresando al portal, y Cleo detrás. Mac y Manni seguían batallando sin cesar contras las opacidades que estaban en la calle queriendo seguir los pasos de Hermes. Muchas se habían infiltrado, y una tomó los pies de éste que se mantenía colgado de las tejas como podía tratando de subir mientras pateaba a quien se aferrase a él.
- ¡¡¡Noo!!! ¡¡¡Cleoo despierta!!
Al instante de querer pasar al otro lado una lanza atraviesa a la opacidad que se desintegra. Desde muy lejos se ve la figura de un hombre que se desplaza rápidamente por los techos hasta llegar a Cleo. El portal pronto se cierra, y Cleo vuelve en si, recobrándo el sentido. -
- ¿Qué me ocurrió, dónde estoy?
El hombre se acerca y pronto varios enemigos se dirigen a él que toma su lanza y comienza a luchar contra ellos.
- ¡¡¡Hermes!!! – Grita ella – Que se resbala, y cae con la espada. –
- ¡¡Cleo!! – Hermes se suelta y se dispara intentando alcanzarla a ella con rapidez. Él, llega a Cleo, y la toma con sus brazos. – ¡¡Te tengo!!
Ambos se abrazan en la caída al suelo, y una fuerza produce que el espacio se vaya ralentizando. Un rayo en forma de laser los cubre, y aterriza al suelo. Las opacidades escapan del susto. Y regresan cercándolos a los dos. Hermes se coloca delante de Cleo.
- La espada. Alcanza la espada – Replica el hombre en el techo que continua
luchando. Hermes asintió; Cleo le dio la espada, y éste la desenfundó como si fuera propia una vez más como en la masión lo que sorprendió. Al quitarle su cubierta, la luz y las palabras salieron de allí, y resplandeció la zona desintegrando la totalidad de esas figuras. Una por una se iban descomponiendo hasta ser solo fragmentos que se esparcían en el aire como la nada misma.
Fue tal, que parecía que el día se había presentado de manera de la
albúmina, produciendo un hueco en el cual se introducían las maldades que habían atacado al poblado de Umbría. Luego el arma se fue apagando y se despojó de las manos de Hermes para ser tomada por Cleo a la cual su poder comenzó a hacer brillar sus ojos a un celeste y de ello se volvió a consumir.
El problema había terminado. La noche había sido extensa, y los crepúsculos se desvanecían con una vaporosa, y delicada línea de incandescencia que solo escapaba del acero de la espada.
- ¿Están todos bien?
- Si – dieron aviso todos. –
- Ha sido una noche larga – Expresa Manni. – El hombre desciende con su lanza. –
- ¡Gracias! – Expresa Hermes. – Éste no responde. –
- Pudiste empuñar la espada y abrir su poder ¿Eres de la orden de la mariposa?
- ¡No!. – Manifestó Hermes cuando Mac le devolvía su cuchilla. -
- ¡Yo soy de la orden de la mariposa! – Expresó Cleo. –
- Impresionante, que lo hayas hecho. –
El hombre pronto tomo su lanza y atacó a Hermes. Este lo esquivó defendiéndose. Los dos chocaron armas filosas. Una y otra vez. -
- ¿Haces? -Dice Hermes.
- ¡Alto! – Se asusta Cleo. Los demás se alarman. -
Una última estocada, y Hermes se mueve con cierta velocidad hacia el rostro del hombre que apenas logra moverse.
- Impresionante - Dijo. Y se detiene. –
- ¡Basta! ¡Dejen de pelear!
- La señorita tiene razón no somos enemigos. –Expresa Manni. –
- Mis disculpas señorita. Y a ti, que no eres de por aquí por lo que veo. Solo deseaba probar algo de este hombre. Mi nombre es Hartman, y vengo desde las lejanas tierras de Étain El bosque de los lobos.
- Eres del Clan Fenrir, por lo que dices. -
- En efecto. Y Vengo por lo mismo que ustedes.
- Drake – Expresa Phileas. – Hartman asiente.
- Entonces estamos todos en esto. – Explica Manni
- Tengo mis razones. -
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No le guardo temora lo que no puedo explicar. El pánico es un estado de la mente a la amenaza de un posiblepeligro. Y lo inexplicablepuede fundirse en ello. En mi caso solo me restaun respeto digno.
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- ¿Por qué Hermes?
- ¿Por qué, qué?
- ¿Por qué actúas así?
Hermes seriamente concluyó en la única forma posible que podría expresarse.
- Perdí toda noción cuando me abandoné mí espíritu. El cuerpo en definitiva es un vehículo, pero el espíritu trasciende. Si lo perdemos, volveremos al mismo lugar una y otra vez. Un caso perdido.
Cleo temió por Hermes.
- No eres un caso perdido.
Fin del capítulo
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