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Cleo, conoce todo de Hermes. Invasión al sur. Llegada a Azaria/Azarea. - PARTE 2
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Cleo, conoce todo de Hermes. Invasión al sur. Llegada a Azaria/Azarea. - PARTE 2

Feumaidh tu do phian a roinn, agus mar sin bheir thu fois dha uair is uair.

(Es necesario que tu dolor sea compartido, y así le darás descanso de una vez por todas.)

- Deja de sufrir Hermes. Tienes que ser fuerte. –

- Pero no puedo. – Se dijo. Ella sonrió. –

- Te acompañaré siempre, pero es hora de que vivas, lo que no pudimos vivir. En algún punto me has salvado. –

- ¿Por qué me lo dices?



- No lo está, nunca lo estará. –



- Si, lo está. Solo que no quieres aceptarlo. Cuando lo aceptes, ya podré irme de manera definitiva. – Ella se fue desvaneciendo. -



- ¡¡Leticia!! – Dijo Hermes en su hipnosis, y entre el sueño y la realidad la nombraba. Cleo escuchó esas palabras y sentía lastima por él. –



Hermes despertó de inmediato transpirando. Se tapó el rostro con la palma de sus manos. Y luego miraba al cielo, y luego a ellas.



- ¿Qué me está sucediendo?



- ¡Estas confundido! Cuando vine aquí también lo estaba. Regrese a donde pertenecía, pero jamás pude separarme de aquí. -



- ¿Quién eres?



- ¡Solo alguien de ti! -Y esa voz desapareció. –







dormía plácidamente.

Se incorporó y caminó cerca del mirador, luego se acomodó para tener una mejor vista panorámica. Hermes alzó su mirada a la nocturna noche en la lomada de la sierra de Finn. Allí se contuvo para no pensar más en la situación. Había en aquel cielo infinidad de estrellas y un ciclo lunar enorme que alumbraba todo su rostro. Se recostó entre el pasto colocando sus manos detrás, en la nuca. Un pequeño escarabajo de luz hacía las veces de recolector en lugar y otro. Cleo despertó, y se incorporó de inmediato con una leve sonrisa hacia Hermes. Se acercó a él, mientras la fogata se estaba consumiendo y Nela







- ¿En qué piensas Hermes? – Le preguntó poniéndose de cuclillas y acercando sus brazos a sus piernas. Hermes no contestaba – ¡Veo que estas callado! Él le dirigió la mirada.



- Perdona Cleo – ¿Vez esas estrellas? – Cleo levantó la mirada.



- Son hermosas. - Se inspiró al verlas. -



- Son muy parecidas a las que hay en mi mundo. Dicen que cuando se alinean se puede pedir un deseo.









- Es muy bello ¿Y tú pediste uno? – Sonríe ella. Nuevamente mantenía el silencio.



- Supongo. Pero nunca se cumplió – Hermes hace una mueca casi riendo de sí mismo – Son puras tonterías. -



- No digas eso – Se ilusiona Cleo – Pediré uno. Cleo cerró sus ojos. Y la luz del cielo iluminó su mirada alegre. Fue solo un instante para que suspirara y de nuevo observase la noche y luego a Hermes.



- ¿Qué has pedido? – Preguntó





Ella no lo dijo, porque no hacía falta decirlo. Los dos se mantuvieron firmes, mientras el escarabajo caminaba. Cleo no pudo guardar silencio. -



- A veces nombras a alguien – Dijo Cleo. – Hermes no quiso hablar. –



- Siempre te mantienes callado. – Cleo. Ahora Hermes se puso de cuclillas con la cabeza gacha al suelo abrazándose las rodillas. Cleo pasó su mano por el hombro. Quería ver más allá de Hermes.



Hermes estaba corriendo por el campo de girasoles. Delante de él, una mujer sonriendo iba a todos los sitios. –



- ¡Son hermosos! ¡Gracias por traerme! – Ella danza. Phileas sonríe cruzado de manos y brazos.



- No te adelantes mucho Leticia. No puedo correr por ti ¡ja! ¡Ja! – Se ríe Hermes que va por ella. –



- ¡Es hermoso! ¡Gracias por Darme felicidad siempre le dice ella. - Él fue por ella, cuando el sonido del cielo se estaba ampliando.



- ¿Eh? - ¿Qué ocurre? -Se preguntó Hermes. No faltó el tiempo para darse cuenta de ello. Un fuerte impacto de aire y polvo de color gris lanzó a Phileas al suelo. Hermes estaba en el suelo y millones de pequeñas piedras fueron a su cuerpo. Éste se encontraba en el suelo aturdido. Tenía algunas









heridas de la colisión. De a poco se incorporó y con una mano se tomó la cabeza por el dolor. Al abrir sus ojos nublados de inmediato un zumbido en sus oídos no le permitían escuchar solo una sombra en la imagen de Leticia gritando. Podía leer sus labios. ¡Hermes!. Luego la neblina se fue aclarando. Todo voló en mil pedazos alrededor de ellos. Fue un ataque aéreo. -



¡Leticia! – Hermes fue por ella pero no encontró nada, luego se dirigió a un lugar y otro y no podía hallar nada - ¿Dónde estás? – La llamaba incesantemente, hasta dar con una mujer sentada en un troncó que parecía firme pensando. Estaba mirando el horizonte. Y él se acercó a ella –



¿Leticia? – dijo Phileas, y ella lo corrió la vista a él.



- Solo rezó porqué estés bien. – Y desapareció



- ¡¡¡No!!! – gritó llorando Hermes, mientras agarraba su cuerpo que estaba en el suelo sin vida. –



Cleo, lloraba al encontrar todo ello en él. Y unas palabras ¡Cuídalo por favor! Entonces Hermes se imaginó a Leticia. Cleo averiguó cada momento de la guerra que vivió Hermes, y como su dolor lo llevó a no respetar su vida. La muerte para él era su única salida. Supo de su valor temerario, y su sufrimiento en el alcohol y las peleas. Ya no importaba más. Y cada vez que recorría su mente, Cleo lanzaba lágrimas sin parar. Ella decía por sus adentros:



- ¡Hermes no quiero que mueras! ¡No! Leticia quería que siguieras delante tu vida. – No debes morir. – Cleo no podía contener las lágrimas mientras la lluvia de angustias y recuerdos de la mente de Hermes la invadían asolándola hasta que no pudo aguantar más y lo abrazó muy fuerte. –No estás solo. Nunca lo estarás. Hermes estaba llorando como un niño desconsolado. –



- ¡No te vayas! ¡No quiero que me dejes! – Imploró Hermes.



- Es hora de irme – Aclaró ella. -









Cleo no se apartaba, mientras veía como estaban frente a frente como un filme Hermes y Leticia y Cleo. Y todas las personas que fueron parte de su vida, todas las situaciones que ha vivido fueron absorbidas por Cleo. –



- Yo voy a sanarte Hermes – Confeso Cleo -Ya no estás solo – Cleo se acercó a él en el sueño, y Leticia se alegró por ello. Hermes en el suelo se lamentaba sin cesar. -



- ¡Yo no quería perderla! Y todo fue mi culpa. Yo la llevé allí, y no pude protegerla.



- ¡No Hermes! – Dijo Leticia. Tu siempre estuviste allí para mí – Ella se acercó también y acariciaba su cabeza – Siempre y estoy muy feliz por ello. – Las palabras de ella, viajaban en el corazón de Hermes y al mismo tiempo se comunicaban al de Cleo, que lo contenía. – Un toque mágico hizo que ella se alegrara. Tu tiene un nuevo mundo en el que vivir. Tu nueva razón – Y entonces un rayo voló por el cielo y ambos levantaron la mirada, de esa luz que se iba por los cielos de la noche, y esparcía millones de pequeñas luces y unos pétalos de girasol caían del cielo. Leticia y Cleo parecian una sola persona.



- Ya pueden descansar todos, y tu – Ordenó Hermes secándose las lágrimas abrazado a Cleo que tomaba su mano fuertemente. Leticia se habia ido o no, y ahora estaba Cleo. En Cleo. Como si su energía se trasladase a ella ¡Hazlo feliz!





Y se quedaron dormidos en un sueño inmaculado hasta el amanecer.





La primera en despertar fue Nela, que ya estaba con apetito para seguir comienzo. Cleo luego despertó a lado de Hermes que aún seguía descansado. Al verlo en su posición, esbozó una leve sonrisa y con su mano derecha acarició su cabello. Suspiró con angustia por lo sucedido en la noche, y todo lo que el teniente Hermes Phileas tuvo que soportar. Y algo más se escondía en un pasado que Hermes no recordaría pero tenía que ver con él.



Presuroso, Hermes se despertó creyendo que era muy tarde, empujando como si querer a Cleo.









- ¡Oye cuidado! - dijo Cleo regañándolo -



- ¿Qué haces aquí? ¿qué hora es? Debemos irnos. – Dijo Hermes. Un coscorrón de Cleo lo hizo regresar en sí. –



- ¡¡¡Es temprano!!! ¡Come algo! – Le dice Cleo y vuelve a golpearlo. –





No tuvo más remedio que seguir órdenes de Cleo y se sentó alrededor de lo que fuera la fogata. Luego de beber algo de agua inhaló el aire que estaba limpio de aquel veneno que recorría las sierras. -



- Debemos partir ¿Si les parece?



- Nela está lista para seguir – Dice feliz –



- Eso es – Expresa Cleo que terminaba de desayunar. – ¡Vamos!





Tomaron sus pertenencias y reanudaron camino nuevamente por el sendero que los guiaba hacia la parte desértica, y luego de ello Azarea/Azaria.



Habían ido por una bajada que los comunicaba con un rio de agua marrón. Al ver ello Nela se acercó sintiéndose atraída por unas burbujas que se estaban presentando.



- Nela no te alejes de nosotros, es muy peligroso. – Dijo Cleo. –



- Descuida Cleo – Ella fue la que me rescató en el incidente del pulpo, y hasta se hizo de un buen fuego y comida. Los niños de aquí están muy bien preparados. –



- Yo no diría eso.



- ¿A qué te refieres? – Pregunta Hermes. –



- Sé que ella te rescató. Ella no es de este mundo, viene del mundo oscuro.



- ¿En serio? – Pregunta un tanto sorprendido Hermes. –



- No es preciso que te sorprendas ¡Ja! ¡Ja! – Se ríe Cleo – ¡Es un demonio!



- ¿Un que...?



- Lo que oíste Hermes. El mundo oscuro, es una suerte de submundo infernal, habitado por reinos cuyos líderes son demonios que ostentan un poder amplio. Y hay algo más.









- ¿Drake?



- ¡En efecto! – No solo tiene paso, sino que ejerció un poder sobre los demonios. Por lo que pienso que querrá tomar el poder total en todos los mundos.



- ¿Incluyendo el mío?



- ¡Posiblemente! – Tu mundo es muy extraño y despiadado, y no tiene la fuerza para resistir.



Nela regresaba tarareando el canto de algún pájaro.





- Mi mundo está en guerra. Devastado entre países que se matan por poder.



- Eso es lo malo Hermes, el poder. Nuestra tierra siempre mantuvieron la paz entre los clanes, incluso los demás continentes con sus órdenes. Pero la orden del dragón ha estado corrompida desde muchos años. La orden dragón no esa nativa de las tierras de murias, ni de ninguna otra que se encuentre en el planeta, viene del mundo oscuro.



- ¡Ahora todo tiene una razón! – Piensa Hermes. –



- Fueron expulsados, por su barbarie, porque hasta el mundo oscuro por mayor maldad que posea tiene sus reglas en cada uno de sus reinos. Y muy por debajo de ellos está el Averno de los infiernos, que allí nadie desearía ir, y más allá, los tártaros en la cual nada tiene vida.



- ¿Drake va por todo? – Pregunta Hermes. –



- ¡Está loco! Pero ya ha causado mucho mal. Tiene las almas de mi madre y hermana, y posiblemente otras almas, pero esas, junto a la mía, le permiten tomar la espada de luz, y oscurecerla. La espada es el símbolo de mayor poder de la orden de la mariposa, como la lanza de la orden de los lobos del Fenrir. La espada como se ha mencionado no puede ser portada por nadie, ni siquiera tocada, solo con su funda, pero es un artefacto inútil. Solo la familia Everlast puede hacerlo. Y él quería obtener y utilizar la espada a través de nuestras almas; la espada no opondría defensa









- Entiendo. Por ello él envía monstruos del mundo oscuro para capturarte a ti y la espada. Jamás te hicieron daño alguno hasta ahora. Aunque no comprendo. La tuve en mis manos, y se iluminó, como mi arma – Señala se cuchilla Phileas. –



- Ello es lo que no puedo determinar el porqué. Deberías haberte desintegrado.



- ¡Gracias por avisarme!



- ¡Ja! ¡Ja! No te preocupes, prometo decirte toda la información posible, si nos vuelven atacar.



- Nela, está confundida, muchas guerras. Nela quiere paz.



- Pronto todo volverá a la normalidad. Te lo prometo - Expresa Cleo, acariciando con la palma de su mano el cabello de Nela. –



Los tres se fueron por el camino del rio de aguas amarronadas, que fueron sedimentadas. Bordearon todos lo el alrededor, y se desplazaron a paso rápido para no tener que perder tiempo siguiendo el sendero. Calcularon que podría llevarlos a Azaria/Azarea. Hermes sugirió ir por el otro camino que se veía muy a lo lejos.



- Iremos por allá - Expresó Hermes guiándose. –



- Es extraño – No recuerdo ese camino. Incluso tampoco éste, por el cual vamos.



- No tenemos muchas opciones. –



- Así parece. –



- ¡Cleo!



- Si, ¡Hermes! –





Hermes preguntó algo que con seguridad, Cleo respondería. –





- Deseaba preguntarte algo importante. – Dijo Hermes. Cleo se sonrojó, por la mirada de Hermes que parecía tierna. –



- Si. – Dime creyendo que algo de Phileas saldría de su corazón. –









- ¿Qué ocurrió con la espada? - Preguntó intrigado con su dedo de la mano izquierda en la sien. Cleo dibujo un rostro de desilusión con su mano tapándose la frente –



- ¡¡Ahh este tipooo tonto!! – Se dijo, y luego cambió de irritada a cierta alegría – ¡Estem! La espada está bien Hermes – Colocó semblante sonriente. -



- Bueno, si tú lo dices. – expresa como si estuviera todo en su lugar sin estarlo por la extraña contestación. –



La ruta se estaba alargando, y venían unas horas a paso de pie sin desviarse. Mientras en la otra senda se iba ampliando.



Al sortear una vuelta siguiendo al rio, Cleo divisó pos el descenso del rio de lodo a dos seres de gran tamaño. Eran dos criaturas idénticas. Cabeza redonda con cuernos y tres ojos en posición horizontal. Nariz de cerdo con una argolla cruzada como aro. Grandes bocas con dientes. Sus cuerpos robustos y peludos. Cleo se detuvo, pero ambos gigantes comenzaron a acercarse con sus armas. Garrotes con púas de hierro oxidadas. Hermes venía con Nela cargada en su cuello detrás como caballito.



- ¿Cleo? – Dice Hermes. Cleo señala con su dedo. Hermes bajo a Nela – Manténganse detrás de mí.



- ¡Hermes no! – Dijo Cleo. Hermes sacó su cuchilla. Las criaturas se fueron acercando, hasta detenerse ambas a tres metros de Hermes que ya estaba en guardia.



- Ser inferior ¿Quieres pasar? Tenemos hambre.



- No tenemos nada. Lárguense–ordenó Hermes.



- ¡Ja! ¡Tonto! Entréganos a la niña – Dijo uno de ellos.



- Olvídalo- sigue en guardia Hermes.



- ¡Tonto – dijo la otra bestia – te matare, yo el inteligente Joi



- ¿Tu?



- ¡No! – lo haré yo el inteligente Jai









- ¿Eh? – Hermes coloco expresión confusa y se rascaba la cabeza



- ¿Quién es el inteligente?- pregunta Cleo irónicamente



- Yo el inteligente Joi.



- ¿Entonces Jai no? – dice Cleo



- Por ende Jai no es inteligente – piensa Hermes. Asiente Cleo



- ¡¡Nooo!! Yo Jai soy el inteligente.



- ¡Aguarden! Si Jai es el inteligente Joi no – Aclara Cleo. Hermes se rascaba la cabeza.



- Nela no entiende ¿Quién es más inteligente?



- Noo – grita Jai. Hermes se acercó a Jai y le dijo al oído.



- ¡Oye!, Jai. Joi dice que es inteligente y tú no. Deberías hacer algo



- Yo Jai soy inteligente. Más que tu Joi



- ¿Es verdad eso Joi? – Preguntó Cleo que se acercó y le dijo ¡Hey! Para mi entender te está tratando de tonto. – Afirma Cleo con seguridad. -



- ¡¡¡Joi no es tonto!!! ¡¡¡Jai es tonto!!!



- ¿Vas a dejar esto así jai? Te está retando a que eres tonto. Eso de dónde vengo es un insulto.



- ¡¡¡ Jai no es tontoo!!!



- Bien dicho jai dale su merecido – Grita Hermes alentando y moviendo los puños. -



- ¡Joi esto no puede ser! ¡¡Ponlo en su lugar!! – Confiesa Cleo que se defienda. Ambos entre Cleo y Hermes daban ánimos.



- Nelaa está alentado. Pero Nela está confundida.





Las dos bestias comenzaron a pelear saliendo del camino.





- ¡¡¡Vamos tu puedes Jai!!! – Hermes seguía agitando los puños.



- ¡¡¡No te rindas Joi!!! – Aplaude Cleo





De tantos golpes Jai y Joi terminaron en el suelo.





- ¡Qué idiotas! – Dijo Cleo. Hermes asentía cerrando los ojos con ironía.









- Nela ve dos tontos.



- Tú los has dicho Nela. Tú lo has dicho.





Continuaron bordeando el rio de lodo, hasta que los dos caminos se unieron sin remedio.



- Azarea o Azaria. No sé por qué ponen varios nombres – Expresa con cierta arrogancia Hermes.



- Son modificaciones ¡Deja de quejarte!



- ¡Nela está cansada!





Hermes cargó a Nela nuevamente como caballito. –





- En Azaria se encuentra una importante guarnición del ejército de la orden de la Mariposa. Crecí allí, y es allí también en donde aprendí ciertas artes de guerra.



- Debes tener muchos recuerdos.



- Lo suficiente. Allí mi padre comandaba todas las líneas, mantenía a raya a todos los enemigos. Azaría o Azarea, está fuertemente fortificada. Drake no ha podido de romper sus líneas, por lo que decidió dar guerra a todas las otras regiones que son débiles.



- Ni siquiera con los monstruos del mundo oscuro.



- Veraz Azaria tiene una barrera mágica, impuesta por la luz de la espada.



- Ahora comprendo. Ese último bastión sin su luz, sería conquistado, y con ello el continente de Murias.-



- Bien dicho Hermes. Todo de alguna manera ha cambiado. Ve alrededor. Este rio no era así. Tenía claridad en sus aguas. Observa allá, y señala unos animales pequeños. No pertenecen a murias, son del mundo oscuro. Mira los campos como los pastizales de avena se han deteriorado.



- Lo detendremos Cleo ¡Te lo prometo! - Garantiza Hermes. –





En el avance el rio se transformó en un subterráneo y eso confundió más el mapeo de llegar a la ciudad de Azaria. Unos grandes pastizales de unos metros se









fueron interponiendo. Hermes comenzó a cortar uno por uno hasta que dieron con algunas plantas menos hostiles en la visualización de la zona. Allí había una casa abandonada. Se acercaron a ella, con cuidado por temor a recibir algún peligro. Era una casa de cuyas maderas estaban desgastadas, la puerta esta entreabierta y chirriaba por el viento que al soplar desplazaba la misma en un simple movimiento de ida y regreso. Hermes hizo un gesto con su mano levantada para que esperen. Cleo y Nela se mantuvieron firmes. Hermes abrió muy lentamente, y asomó su rostro con una simple mirada sigilosa. Dentro de ella había una mesa y unas sillas. No había indicios de que viviera alguien. Todo estaba desordenado. Cleo descubrió al acercarse, y tocar las maderas externas unas series de líneas rectas como afiladas, pronto, su mente diseño las imágenes de varias formas, hasta que la figura se hizo notoria. Eso la asustó por lo que quitó su mano de allí cortándose sin querer con una astilla, pronto con su otra mano hizo un proceso de curación para una herida menor, pero aún continuaba su pavor por lo que su mente le hizo ver.



- No hay nada, ni nadie aquí. Es como si algo hubiera destrozado el lugar y se



llevara todo. – Confesó Hermes dubitativo. –







Al abrirse el paso continuaron. El poder táctil de Cleo se estaba manifestando, aunque por el momento no era perceptible sino con unos segundos en lo que tocase, sintiendo, y analizando con el método mágico de poder ver dentro de casa objeto su historia. En una prueba posó la palma de la mano en el suelo. Aunque no podía determinar bien, sabía que lo que presintió en las maderas de la casa, estaba del otro lado cruzando el forraje. Fue solo unos metros cuando descubrieron que no estaban solos.



- ¡Hermes!



- ¡Si lo sé! Nela quédate con Cleo a su lado, y no te separes de ella – Decidió Hermes. Nela no mencionaba nada, aunque estaba temblando.









Entre el campo y los matorrales, grandes agujeros se abrieron, de allí comenzaron a salir disparadas como proyectiles complexos, siluetas alargadas. Al dejarse ver, podían determinarse en su forma como humana. Mujeres con alas de murciélago, ojos sueltos con retina de reptil. Sus cuerpos desnudos. Sus garras afiladas, en sus bocas escapaba una baba que olía a resina. Hermes sacó su cuchilla, en cuanto comenzaron a volar alrededor en un círculo. Eran demasiadas y el peligro estaba al acecho. Pronto una se dirigió a Cleo y Nela, Hermes se colocó delante apuñalándola. Su cuchilla comenzó a brillar, algo que había sucedido y Hermes no podía entender. La mujer se desintegró.



- ¡Hermes son arpías! ¡Cuidado! Que no te toquen, con sus garras, son venenosas. – Da el aviso Cleo que saca su sable, y con sus dos manos comienza a batallar. La pequeña Nela estaba entre las piernas de ella temblorosa.



Pronto la cantidad de las arpías se iban multiplicando. Se movían a gran velocidad. Por lo que estaban rodeados. Una de ellas atacar a Hermes y por detrás otra trató de herirlo. Cleo acertó el golpe justo para evitar que lo hirieran. Dos de ellas generaron una ráfaga de viento arrojándola con potencia a Cleo al suelo torciéndose el tobillo con una roca. Eso facilito el avance de las arpías que iban y venían como buitres por la carne. Cleo sentida se tomó la pierna para poder curarla, de inmediato una de los engendros se arrojó con velocidad encima de ella. Al verlo ella cerró sus ojos, y sintió con las gotas de sangre que caían en su rostro. Delante de ella Hermes, había evitado el ataque clavando su arma contra el rostro, sin embargo al mismo tiempo fue alcanzado por la garra siendo herido en su hombro. –



- ¡¡¡Hermes!!!



- ¡No te preocupes Cleo!- Expresa con cierta dificultad de habla. Es mejor que salgan de aquí con Nela. –



- ¿Te has vuelto loco?- Grita Cleo – No me iré a ninguna parte. Hermes se puso de pie, pero se sentía mareado por el efecto veloz del veneno que









desintegraba músculos. Cleo con su pie lastimado también se puso de pie, y se aferró a Hermes. Las aves arpías dieron varias vueltas en círculos. Ellos intentaron ganar tiempo para escapar, aunque era inútil. En avanzada dos de ellas fueron contra Hermes, y al estirar sus garras sintieron el corte potente de una lanza que atravesaba las dos sin problemas.



- Crei que los habíamos perdido -. Hartman llegaba a tiempo con Mac y Manni.



- Hartman, Mac, Manni – Dijo alegre Cleo. – ¡Que gusto verlos!



- Es bueno verlos aquí. Hermes sí que eres un hueso duro de destruir ¡Ja!



¡Ja! – Se ríe Hartman. Manni lanza un hechizo confundiendo a las arpías que se desorientan golpeándose entre ellas, Mac mientras se acercaba para ayudar tomando un martillo e intentando golpear a cuanta se acercase.



- Son demasiadas – Dice Manni - Debemos movernos rápido. Hartman tomó su lanza y gener{o un rayo que iba desintegrando a todas las que iban a apareciendo. De los agujeros comenzaron a salir más de ellas, formando círculos. –



- Esto se pondrá muy difícil – Dice Hermes que apenas podía comunicarse. –



- Mantente detrás de nosotros - Dice Hartman. Las arpías escaparon en su totalidad, y Cleo con poco movimiento colocó sus manos en el suelo. Haciendo temblar éste, que comenzaron a cerrarse. Ello hizo que no salieran otras arpías de allí, pero su poder estaba limitado. Manni hizo el mismo hechizo para ayudar a Cleo.



- Estamos en aprietos - Expresa Hartman que continuaba con su lanza en la mano luchando con Mac. Nela estaba temblando de miedo, y al ver el rostro desvanecido de Hermes comenzó a gritar corriendo al medio del campo, lo que llamó la atención de las arpías.



- ¡¡¡Vuelve aquí Nela!!! – Grita Hermes. Todos se convulsionaron al ver a la niña alejándose.





Las arpías armaron un círculo en el aire en medio de Nela. Ella seguía guitando y cuando decidieron bajar una explosión salió de la boca de la niña aniquilando todo alrededor. En breve se veía desde el cielo como las cenizas de los cuerpos de las criaturas se desparramaban. Cleo fue a nela abrazarla.

- Nela está bien. Nela tenía miedo de que Hermes muriera. -

- Ya todo está bien – Dice Cleo aliviada sollozando. Luego lastimada fue a Hermes. – Te curaré – Le dice y abraza su cuerpo. Hermes sintió el calor de Cleo que ingresando, y mientras hacía ello desintegraba el veneno, regenerando todo a su cauce normal.

- Que buenos que todos están bien – Dice Mac – ¡Señor Hermes! – Se alegraba Mac. –

- Todos estamos de vuelta. – Dijo Manni. –

El proceso de curación duro solo una hora. Luego Cleo debía sanar sus heridas, y quienes tuvieran. Manni controlaba los agujeros. No había nada. Nela había destruido no solo las arpías que volaban alrededor, sino toda especie que estuviera en estas madrigueras. Pensaba en lo impresionante de su poder y lo destructivo.

Fin del capítulo

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Diego Leandro Couselo
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Un último momento.
Nuestra historia recién comienza.
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