Acto primero. El extraño suceso. - PARTE 2
Hermes salió de la tienda de campaña directo a su tienda. Debía descansar. Su cabeza daba vueltas como un trompo por los golpes y la bebida. Y tenían tanto desorden en aquel lugar, que de hecho no se había programado ninguna misión. Y ahora estaba enterado de ello. A pesar de tener aún el permiso del hospital. Lamentablemente la guerra había dado tantas bajas que precisaban de todos los disponibles, y no se toleraría, alguien que habiendo salido del hospital fuera por unas copas, y en medio de ello se causare un alboroto por su culpa. –
Hermes comió algo ligero antes de irse a dormir. Dos latas de atún, y un poco de pan rancio. Luego sin más pretextos se lavó el cuerpo con un poco de agua, y al concluir, se secó y se lanzó en la cama. El sueño y el día lo habían dejado agotado. Y no tardo en cerrar los ojos. Sentía que su mirada se desvanecía en una pradera frente a las montañas
- ¡Vamos!, ¿No me digas que no quieres ir?
- ¡Pero luego de acabar el servicio! Te gustaría ir allí.
- Comprar una casa, y vivir de la naturaleza. Sería bello amor.
- ¡Entonces haremos eso! – Le dice Hermes a su amada. –
- ¿Pero prométeme que no morirás? – Le comenta Leticia. –
La cabeza de Hermes sobre las rodillas de ella, se mantenía apacible, mientras se miraban en ese día de picnic. Él, ante la pregunta suspira. -
- Te prometo que no moriré. –
- TE LO PROMETO
- TE LO PROMETO
- NO MORIRE.
- NO MORIRE
- Gracias amor. De todas maneras debo irme. – La figura de Leticia pronto desaparece
- ¡No! ¡No te vayas! ¿Leticia? ¿LETICIAAA?
¡¡¡Ahhhh!!! El grito del teniente en medio de la noche, lo despierta, y él se levanta transpirando en todos sus poros.
- Solo era una pesadilla. Solo eso. – Phileas vuelve a dormirse en la noche. -
Y así en el eco se hizo el suspiro mayor al otro. Hermes despierta con el rayo de sol alumbrando sus retinas
Al despertar completamente, se lavó la cara, y desayunó algo ligero. Recordó que una vez en un campo de batalla, se alzaron en una forma bella infinidad de flores.
"A pesar de todo éste desastre los pétalos de muchas flores decidieron alzar su vuelo de entre la tristeza. Esa es una verdadera forma de amar la vida". -
Luego regresó en sì. Tenían una misión de reconocimiento junto a tres de sus hombres del escuadrón, más para el medio día cerca del otro lado de la colina que limitaba con el país lindero. Como en la mayoría de las veces recibieron el parte, y el teniente le había dado las órdenes al sargento Salva. –
- Señor estamos listos para el vuelo
- Perfecto Salva – Dame la lista del grupo -
- Tome teniente. –
- Salva, Brain, Takeda
- ¿Takeda?
- Es un nuevo señor. El cabo Takeda Inu. Ha sido asignado en el día de ayer.
–
- ¿Y ya lo envían con nosotros al reconocimiento? Siquiera sé si tiene experiencia en aviación, proviniendo de infantería.
- Está preparado con varias horas de vuelo. –
- No es suficiente. Varias horas. Esperemos no haya problemas.
- Esperemos eso señor. –
- Puede retirarse Salva.
- Gracias señor, con su permiso. –
Hermes observaba la lista. Estaba acostumbrando a tenerlas. Eran muchos los nombres que se perdían. No podía memorizarlos todos. Así es la guerra se dijo. –
Al media día una lluvia leve estaba tomando el cielo con nubes de gran calibre. La pista estaba preparada para los cuatro aviones listos de despegue.
- Teniente este será su nuevo modelo – Expresa un soldado. -
- Gracias. – Agradeció y se acercó a él. Es un Albatros D.R, muy parecido a los modelos D.V alemanes. Una copia de un color anaranjado. Mientras que sus
soldados de rango bajo usaban modelos estilo francés. –
- Bien Teniente estamos listos. –
- Perfecto. – Tanto el teniente como sus soldados, se habían colocado sus chaquetas de vuelo con bufandas y lentes para el ascenso de reconocimiento de área. Usaban pantalones de cuero, con zapatos.
Ya preparados el vigía dio la orden con sus banderas, y salieron desplegándose al cielo. En medio del aire se señalaban para dirigirse en cada sector. En medio
de la altura recorrían los diferentes poblados en su magnificencia. Eran puntos pequeños que apenas atisbaban. En una reflexión el teniente les pidió antes de salir que tuviesen cuidado. Pronto pudieron visualizar la gran montaña que se encontraba escondida entre las alturas. Hicieron un acercamiento próximo para tomar nota del sitio que podían consideran un campo lleno de alemanes. Entonces fue que se produjo un gran trueno. Aquel impacto se sintió en todos los alrededores. Phileas diviso que todos se encontrasen bien. El pulgar de la mano derecha de Brain lo tranquilizó. Haremos esto rápidamente y nos retiramos, vendrá una gran tormenta parece.
Luego de media hora de vuelo sobrepasaron la montaña, y veían un complejo de otras que se ramificaban. Raro, se supone que había un campo hace unos instantes. Sus compañeros se sintieron confundidos. Dieron la vuelta, y Brain con su seguridad sobrepasó al grupo que estaba liderado por el teniente, y detrás de él, los demás.
- ¿Brain! ¡Qué demonios haces? – Grita el teniente. – De inmediato, Brain es alcanzado por un disparo de proyectil del campo. –
- ¡¡¡Brain!!! Los alemanes nos descubrieron. – Grita el teniente – Brain caía estrellándose su avión al suelo y volando en mil pedazos. –
- Teniente nos están atacando. – Se acerca Salva al avión de Hermes
- Hagan maniobras con Takeda -Señala con señas - La balacera se hizo evidente entre los truenos que pronto dieron lugar a relámpagos. Habían sido emboscados, pronto tres cazas de aviones biplanos alemanes se hicieron presente.
Un giro inesperado de Takeda, dio en el blanco con uno de ellos-
- Muy bien niño – Se dijo El teniente – Ahora iremos por los otros. – Al dar la vuelta el sargento Salva es perseguido por uno de ellos, y el teniente llega de inmediato para socorrerlo dando en el blanco del ala derecha de ello se desprende aquel desciende.
- Gracias Teniente – Saluda Salva. – Al bajar la guardia – Aquel alemán en una locura se lanza contra el avión de Salva –
- Sargento ¡¡¡Cuidado!!! – Grita Takeda, pero es tarde golpea a éste explotando ambos en dirección a la cúspide de la gran montaña.
Lo relámpagos comenzaron a lanzarse en todas las direcciones haciendo imposible el vuelo. El teniente se encuentra en plena batalla con el último de los aviones del imperio. Éste ataca por detrás a Hermes que coloca la palanca en dirección al cielo subiendo lo que más podía entre tiros de proyectiles y metralletas, dando una vuelta circular de trescientos sesenta grados para aparecer detrás del imperial.
- Te tengo – Dispara Hermes acabando con aquel avión. –
- Bien hecho Señor – Se dice Takeda. – Ambos se colocan a la par. La lluvia crece en cada instante, y entre disparos deben salir de allí. Un rayo cae explota cerca de ambos, y las luces se pronuncian cegando a los dos aviadores.
- ¡Dios! No veo nada de nada. – Expresa Hermes que continúa su rumbo sin dirección. Pronto pierde el control de los motores. – ¡No! Esto no puede estar sucediendo – La luz era más intensa, y solo se oían truenos y ruidos de balas. A su lado, se colocaba una silueta de un biplano. Era Takeda que corría la misma suerte. – ¡Cabo! ¡Cabo! ¿Me oye? – Fue imposible entre las palabras y el sonido. Pronto la luz parecía succionarlo todo, y con ello a Hermes que junto a su avión caían en picada al suelo. – Este es el fin, se dijo. – Es el fin. –
- Uno debe buscar un motivo. Algo importante va pasar Hermes. Algo va ocurrir. –
La vehemente luz completaba todo el circulo en una aureola fugaz que todo lo adquiría como si fuera un agujero negro. Al gran trueno, la lluvia intensa. Pronto las balas cedieron. Y un silencio nato se estaba gestando hasta que un nuevo relámpago realizó su aparición. Y ese silencio se esfumó con nuevas lluvias, nuevos truenos, y una forma de luminiscencia desconocida. Todo detrás de las montañas en la cual puede suceder lo imposible, según las brujas del mundo que todo lo conocen y lo saben. –
.................... Aquí comienza la aventura. -
.............................. Volar, no fue un intento desesperado por querer ocupar mi tiempo, ni tampoco el ejército, ni ser un senderista, ni todas las ocupaciones. Solo quería calmar algo en mi interior que me lo pedía. Si pudiera escribiría una historia sobre un aviador en otra vida, en algún futuro en donde quizás existan motivos.
Fin del capítulo
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