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Se ordena el ejército. La anciana de los portales. Alza tu poder. - PARTE 2
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Se ordena el ejército. La anciana de los portales. Alza tu poder. - PARTE 2

..Ha pasado mucho tiempo, y el tiempo para mí es importante. Tenías que verme y yo debo verte a ti. El descendiente de Úlster debe saber todo. Y debo darte algo importante, tú que ahora eres una nigromante. Ven pronto...sabes dónde encontrarme...



Kik







Cleo cerró tranquilamente la carta y la guardo en su bolsillo, luego se estiró en la cama a pensar.



- Realmente soy una hechicera. Nunca supe de estos poderes, y ahora soy un enviado de los brujos eternos. Una nigromante. Eso me da miedo – Cleo se miraba las manos, y veía todo tipos de situaciones, y sus ojos podían determinar fuerzas como sus palabras – No se usar este poder, y eso me da miedo. Debo ir con la sacerdotisa kik. Es la única que puede decirme la verdad de todo. Este asunto debe concluir de inmediato ¿Y luego? será la gran pregunta – Cleo, no podía evitar en el importante existo de la misión, todo estaba en sus manos, y hasta no hace mucho tiempo, solo era una dama cumpliendo los quehaceres de doncella. Y luego llegó Hermes con su amigo, al que él llama Takeda, luego nos atacaron y comenzó un viaje hasta aquí el pueblo de Azaria, y vivimos peleando y discutiendo, y no sé cómo, pero me enamoré de él desde que lo conocí y ahora conozco toda su vida y he sentido su cuerpo y sus labios. Y temo que pueda perderlo ¡Qué difícil









situación! – Ella ahora se acurruca en un costado de la cama mirando al mueble de la mesa de luz que está a su alrededor. Extiende su brazo y mano, al reloj al cual acaricia. – Ojala el tiempo no tuviera que transcurrir nunca, y me pudiese quedar allí, en aquel pastizal de la tarde con Hermes abrazados y eternizados en un beso. Eso sería mi petición. – Cleo se fue quedando dormida en puro silencio de sus pedidos anhelados.



La puerta de la habitación toco varias veces. Cleo despertó, y dio aviso de que pasen. Era una dama que le traía la cena. Cleo se dispuso a comer. Era carne asada, y unos vegetales con un jugo de naranja. No sabía si luego de cenar pudiese ir a ver a Hermes, que estaba en la misma situación. El conflicto y pronta salida en unos días al norte, a los dominios de Drake, tenía a todos muy nerviosos. Cleo concluyó que era mejor descansar. Hermes pensaba lo mismo que ella, recostado en su cama. En la otra cama Mac, ya estaba durmiendo. Y él solo podía mirar el techo y pensar. Luego se fue apagando en la noche hasta que el alba del día lo despertó con el toque de la puerta. Él, se levantó un tanto desordenado a abrirla. Mac continuaba descansando.



- ¡Ya va! – Al abrirla Cleo estaba del otro lado – ¡Cleo! ¡Qué sorpresa! Pero es



muy ¡temprano! – Dice rascándose la cabeza –



- No seas tonto – Le dice – Es mejor madrugar para los grandes – Comenta con soberbia ella –



- Es verdad – Y le da un beso Hermes. Ella sonríe sonrojada. –



- ¡Espera! Tengo que mostrarte algo. Ella toma la carta, y se la entrega. Hermes la lee sin entender mucho de la situación. – ¿Listo? Quiero que vengas conmigo, es importante



- ¡Pero Cleo!



- ¡¡Pero nada!! – Se irrita Cleo – ¡Es importante!



- Bueno, ¿Antes desayunamos? - Dice un tanto asustado por el rostro de mando de Cleo



- ¡Mmm! Bueno - Asiente ella. –





Luego de concluir, los dos prepararon un pequeño bolso y salieron. -









Cleo a raíz de la misiva recibida por la sacerdotisa, inquirió la importancia de su llamado y ella aparte de ello debía resolver asuntos que no solo la inmiscuían, sino también a Hermes.



En su letargo de hipnosis mental y sentimental, descubrió algo interno de Hermes que no pudo visualizar con totalidad. Ese algo podría ser fundamental. No obstante sus poderes no eran tales como para lograr descifrarlo por completo. Aquel discernimiento otrora pensamiento empírico era sumamente escaso.



Al concluir el desayuno con té y masas. Tomaron unos caballos. El posadero conocía muy bien a la familia Everlast. Cleo para Azaria era como una reina. Y su esperanza llevaba su nombre.



Cabalgaron hacia la puerta principal. La sacerdotisa suele mudar de lugar, o dirección conforme las estaciones del año. Y en el verano permanecía en el oasis del desierto que se encuentra al oeste de Azaria. Cleo releyó la carta varias veces. Las runas de Kik eran ininteligibles. Pues la clave era que no fuera descubierto su contenido interno.



Por medio de las dunas el viento en las arenas comenzó a expandirse. Eso redujo la velocidad del viaje. Como un tornado se avecinaba una tormenta de arena. Hermes conocedor en sus viajes luchando en el desierto advirtió a Cleo.



- Cleo. Debemos refugiarnos es se avecinan problemas.



- ¡Descuida! Es muy común que ocurran este tipo de situaciones. Debemos acelerar el paso – Explaya con decisión



- ¿Eh? ¿Te volviste loca? – Es una tormenta de arena ¡Terminaremos sepultados entre dunas! – Le grita Hermes tapándose con el codo el viento talante.



- ¡No seas tonto! Hazme caso ¡Se bien lo que ocurrirá! – Ordenó con decisión de mando. – ¡Vamos! ¡rápido! – tira de las riendas de su caballo.



- ¡Espero sepas lo que haces! – Se resigna Hermes en un apuro. - ¡¡¡Arre!!!



¡Arre!









Los dos volaban a la velocidad en la tierra. Cleo tenía preparada una sorpresa cuando sus ojos mudaron al color celeste y un aura cubrió todo su perímetro. Hermes se estaba quedando detrás.



- Hermes más rápido – Grita dándose vuelta El caballo galopaba a mayor velocidad.



- Vamos niña no me falles. No voy a lograrlo – Grita hacia Cleo. El viento los introdujo en un hoyo. Cleo delante no podía reducir la velocidad para completar su magia, e hizo un acto de fuerza para expandir sus poderes, lo que debilitaría su posición vital.



Al hacerlo, Hermes por extraña causa comenzó a viajar con mayor velocidad entre las arenas su caballo parecía danzar como si no tocase el suelo, lo que sorprendió a Cleo. En menos tiempo Phileas ingresaba al campo de fuerza de Cleo. De esa forma lograron traspasar quebrando al viento cortante de las arenas del desierto hasta cruzar del otro lado de la tormenta.



Al ver que solo la brisa los acompañaba redujeron el paso.





- ¡¡Cleo gracias!! ¡Me salvaste! ¡Eres mi heroína! – Se alegra éste.



- Mmm. No fui yo exactamente. Pero viniendo de ti, me quedo con el cumplido – Se ríe



- ¿Qué? ¡Oye! La próxima avísame si haremos alguna maniobra rara – se enfada.



- Tranquilo ¿No que eras muy valiente?



- Si, aunque no quiero concluir mis días tragando arena.



- Calma. Hay peores situaciones en la vida – Se ríe nuevamente Cleo.





Hicieron un trayecto bordeando la zona. Cleo conocía como de memoria el camino que estaba trazado en huellas de pictografías que solo ella podía observar. Allí a unos metros el oasis.









Al cruce antes de ingresar había dos estaturas firmes de dos hombres con lanzas vestidos de guerreros. Cleo se detuvo e hizo un gesto a Hermes que no entendía bien.



- Quienes son ustedes – Dijo una de ellas. Hermes se contuvo y luego no tuvo remedio que preguntar a Cleo.



- Cleo ¿Las estatuas hablan aquí? – preguntó rascándose la cabeza.



- No seas idiota ¡Cierra la boca! Estoy tratando de hacer que no permitan el paso. Hay que demostrar estatus, y ser dignos.



- ¿En serio? ¿estatus? – Se preguntó así mismo. -



- ¿Quién eres tú? – Preguntó la otra estatua a Hermes con arrogancia indemne.



- ¡¡¡Estemm!!! Soy el Sr. Smith, y ella es mi adorable esposa la Sra. Mmm Smith. Sí, eso está bien, y venimos de nuestro lujoso palacio para disfrutar de las arenas del oasis, ¿por cierto no tienen calor aquí? ¡Va! No lo creo son estatuas – Aclara Hermes con altanería en su mentira.



- ¡¡Hermes!! Discúlpenlo es que es mi marido es un idiota. Soy Cleo Everlast y él es mi marido el conde Hermes Phileas, y saca la carta de kik y la entrega como salvoconducto. Las estatuas abren al verla presienten la energía que emana de la pluma de la sacerdotisa, ambos concedieron el paso.



Al ingresar Hermes comprendía menos.





- ¿Por qué dijiste eso? – Se enoja Cleo regañando a Hermes.



- ¡Ey! Dijiste que hay que demostrar altanería.-



- ¡Y tú dijiste que estamos casados!. -





- Es que no te iban a dejar ingresar ¡Gr! – Se enfada más Cleo.



- No es mi culpa si tu mundo está lleno de orates, ¿Y desde cuanto hablan las estatuas?



- ¡Mmm! – Mejor sigamos, no quiero tener que reprenderte delante de ellos. Y por favor no hagas bromas con la sacerdotisa. Como buenos días, su piel está muy gastada, o como tratan sus años.









- ¡Ey! ¿Cómo sabias que iba a decir eso? –Pregunta Hermes asombrado. Cleo lo mira con reojo de desconfianza. –



Ya dentro del oasis, se veían palmeras y una vegetación oriunda de un paraíso. Unos guacamayos del tamaño de un humano sobre volaban. El oasis, parecía diminuto, aunque al ingresar se transformaba en una jungla exótica de criaturas dóciles. Este era el poder de la sacerdotisa que mantenía el equilibrio sobre todo un ecosistema que se gestaba con sus poderes. En el centro de aquel lugar de paz, una choza con varias efigies que tomaban diferentes formas. Allí se tallaban símbolos que pertenecían a la brujería olvidada, y debajo de ellos las palabras que Hermes podía ver en su mente.



Aiseirigh nan dearmadach (La resurrección de los olvidados)



Hermes entendía aquella lengua escrita, algo que Cleo al verlo leer sus labios supuso, y era la pregunta que quería hacerle a la sacerdotisa Kik. -



Si otra cuestión que explicar de ello, sortearon las efigies hasta la puerta de entrada. Un cobertizo de mimbre cubierto con paños de color blanco. Cleo palpó con sus manos la capa espesa, para sentir la energía. De no ser así no podrían ingresar.



Al abrirse la cortina de mimbre, Cleo y Hermes ingresaron a un sitio lleno de especias, y objetos propios de un brujo chaman. Vasijas con elementos naturales y no. Formulas en frascos, objetos y muñecos. Todos apilados en estanterías de tres plazas. Las paredes corroídas con adobe, y en las grietas algunas telas de araña. En el suelo de una tierra fija, un tapete persa con dibujos de líneas en cruces. Y sobre el final de aquella primera habitación en posición de yoga estaba una mujer con un velo en su cabeza que le cubría todo el rostro.



- Acérquense - Le expresa ella. -









Kik, poseía un airé parsimonioso. Su velo cubría de tal manera su rostro con una tela gris brillante que se extendía por su cuello descendiendo como si fuere un rio que desemboca en las líneas de su piel reseca y antigua. Su atuendo era de una toga del mismo color. De ser posible se misturaba con la alfombra del suelo y todo era una mitosis artificial. Delante de ella, delante de Cleo y Hermes la mesa rectangular en la cual se dibujaba un circulo con petroglifos, con unas piedras que ella recogía y lanzaba, produciendo un rebote en su efecto. La voz tenebrosa de sus cuerdas vocales eran cabales testigos de una posesión.



- Al lanzar las rocas del destino veo tu esencia transmitirse nigromante. – Kik acercó su mano a Cleo y con uno de sus dedos manchó de sangre su frente. Un agujero de color que solo haría efecto con la voluntad de la integrante del clan. – Deja que hierva en tu mente la sola idea de tu poder bruja de los tiempos y de los demonios. Tú que invocaste sin querer, deseando al peregrino del otro mundo. Tú que me lo pediste.



- ¿Qué debo hacer?– Se pregunta ella – Debo vencer, eso deseo. Proteger a los que quiero.



- Deseas vencer. Y aún no te has vencido a ti misma nigromante. Deseas proteger, y eres vulnerable. Abre tu mente a partir de hoy y para siempre. Deja que la luz de la espada se consuma en tu interior. Brilla tu alma. Solo ello.



La mujer quebraba el trance de cierta manera. Y volvía en sí. De su velo escapa un humo que ingresaba en las fosas nasales de Cleo que parecía desvanecerse. Hermes se contuvo, sin mediar palabra que interrumpiera el rito. Fue como si algo ingresara en Cleo poseyendo su cuerpo. Su cuerpo temblaba y la transpiración se ajustaba a los latidos de su corazón escapando por los poros fragmentados de la piel. La llegada de una serie de convulsiones la lanzó al suelo.



- Sostenla peregrino. Tú la debes proteger. Es tu misión desde milenios atrás cuando llegaste aquí.









- ¡No la entiendo! – Comenta Hermes en cuanto tiene a Cleo entre sus brazos que deja de temblar. Kik se ríe, y destapa su velo dejando al descubierto su rostro, lo que sorprendió a Phileas por completo.



- ¡No! ¡No puede ser!. Usted – La señala con el dedo sorprendido. – Usted es la mujer anciana del rio. Usted sabía que esto pasaría.



- Todas las cosas deben suceder de una u otra forma. Es un destino que ella te haya traído por mí. Su petición fue clara



- ¿Pero por qué? – Continua sorprendido Hermes sin saber que decir más escuchar.



- Porque tú ya has estado. Tú fuiste parte de la orden y robaste las reglas de la lengua que solo tu como enigmático guerrero puede ver en su mente escribiendo cada historia en los sucesos. Te lo diré francamente. Haz regresado a tu lugar para librar con ella la batalla.



- ¡Espera tengo muchas preguntas!– Confiesa, mientras Cleo despierta aunque sigue su trance. Kik sonríe



- No es tan complicado. No hay vuelta atrás, solo continuar ¿Puedes hacerlo?



- Mmm. – Hermes piensa



- Debes hacerlo – Kik la observa a Cleo. Y Hermes la ve a ella descansando y en su interior sintió esa llama de fuerza que le pide escapar. Esa calidez que abraza su corazón. Era Cleo que dentro de sí estaba.



- Debo hacerlo – Se dijo con valor Hermes. – Estaré con ella. Kik sonrió con el deseo de que su trabajo estaba hecho. Aún aguardaban dudas. Pero en Cleo y Hermes veía el futuro del amor.







En el centro del conjuro Kik se aseguraba de cerrar todas puertas que quedasen abiertas. Para cuando ella concluyó su tarea Cleo y Hermes descansaban. El agotamiento del trance los hizo introducirse en ellos mismos. Ese es el fin imperativo de la espada de la luz. El poder brillante sea el arma en cuerpo, mente y corazón.









La primera en despertar fue Cleo.





- Toma esto – Le dice Kik. Le ofrece un vaso con un líquido especial que estabiliza y calma el sistema nervioso. – Te ayudará a recuperarte Cleo. Qué bueno que al fin han salido de ti esos poderes. Cleo se veía sorprendida. Un impulso en su cuerpo bramaba en su magia.



- Kik. Yo no sé qué decir. Siempre nos has ayudado. Ahora estoy completamente segura de poder afrontar esta batalla.



- No digas más. Eres de la familia Everlast. Tu esencia te precede. El temor siempre existirá.



- Es cierto aún late en mí el miedo.



- El miedo es parte del proceso. Si no tienes miedo será mejor que ni te presentes contra Drake. Es por ello que te cité. Tus poderes existían desde siempre y la espada terminó de sellarlos, pero el miedo es un sentimiento plausible que no puede frenarse. Sin embargo también es un aliado. Es precaución, y es valor al mismo tiempo.



- ¡Entiendo! Podré manejarlo –Supone Cleo



- Podrás, y el miedo propio de obligará. En cuanto a él. – Lo observa a Hermes – Es tu otra parte. Como una fracción de ti y tú una fracción de él.



- ¿Qué quieres decir?



- Ustedes eran parte de una vida. Tu aquí, el en el mundo oscuro. El bien y el mal que durante mucho tiempo han compartido un vínculo. Lo bueno, lo deseable y respetable. Lo malo, lo trágico o maltrecho. Un ángel y un demonio. La orden no toleraba ello. No, no podía tolerarlo. Él fue parte de nosotros y escapó del mundo de Necromicom ya que la misma orden no aceptaba que tú en el bien compartieras una vida con el mal. Eran dos vínculos que fueron reencarnando. Y aquel antepasado se robó las palabras. Esas son las que sellan este mundo del otro. Pero dejó una sola frase que he guardado para abrir el camino del vorterix y traerlo de nuevo. Tú me pediste que lo trajera inconscientemente.









- ¡Hermes! –



- Lo extraño, y por ello te he pedido que lo traigas a mí. Es que él ha podido empuñar la espada. De alguna manera ese mal se ha ido limpiando a pesar de su naturaleza. Y ello es por ti. – la niña está en manos de la institutriz del consejo



- ¿Se refiere a Nela?



- Debe permanecer allí. Te habrás percatado de sus poderes.



- Lo he visto. Ella no es humana.



- Es de raza noble en el mundo de la oscuridad. Manténganla a salvo de Drake.



- ¡Bien! – Cleo en su despertar intuía sobre Nela y su historia. Pero su naturaleza no le permitía descifrar su memoria totalmente. Aunque las imágenes y lo ocurrido en ella y con ella, para lograr encontrar las piezas de su origen demoniaco y real, coincidían con la fuerza de Cleo y sus pálpitos visuales en los cuales Ella escapó de Drake y el encarcelamiento de sus padres.



Hermes estaba aún dormido, aunque su conciencia latía en las palabras de Kik. No estaba seguro de sí mismo. Cleo agradeció los dichos de la sacerdotisa, en tanto acariciaba el cabello de Phileas. Luego de una hora Hermes despertó, y junto a él la primera imagen fue de Cleo y sus cambiantes ojos, café y luego celeste.



- ¿Dormiste bastante? – Sonríe



- ¡Eh! ¡Sí! – la jaqueca de Hermes se podía notar con su sola expresión. Cleo le dio de beber la misma pócima que ella consumió.



Debemos regresar en breve.





- ¿Y Kik?



- Ha salido. Se ha ido de aquí



- ¿Se fue?



- Si. Ella muda su hogar como su vida.









Hermes se incorporó y traspasó la que fuera una puerta de mimbre del otro lado solo existía desierto. Unos caballos listos esperando bebían de una vasija grande agua suficiente. El oasis estaba desapareciendo y una nimia brisa se respetaba en el ambiente. No tardaron más que una hora para prepararse y salir de allí. Al tomar cada cual su caballo comenzaron el regreso.



- ¿No sé por qué? No me siento distinto al verla. Incluso no recuerdo lo que ocurrió. Pero algo en mí me dice que no todo está como debe ser – Expresa Hermes con cierto misticismo.



- ¡Ja! ¡Ja! Será porque hay algo malo en ti – Se burla ella.



- ¿Eh? ¡¡Va!! Deja de decir tonterías. – Se enoja de las palabras mofadas



– soy un humano en todas sus características



- ¡Si tú lo dices! – Ironiza Cleo, volteando los ojos hacia arriba con indiferencia. -



- ¿Cómo? – Pregunta extrañado frunciendo el ceño. -



- ¡Nada! ¡Nada! Apurémonos – Ordena Cleo con alguna risita guiñando el ojo.





Los caballos se movían a gran velocidad para poder cruzar el páramo de entre las hierbas que se iban amplificando. Muy lejos se esfumaba el oasis, volviendo un desierto de arenas con incontables dunas que se movían como las olas. El paisaje del viento golpeaba los rostros de los dos jinetes que apuraban la marcha. Debían llegar, y completar todos los recaudos para partir en breve a la batalla. Los consejos de la sacerdotisa venían en la mente de Cleo, que no paraba de pensar en ello, y luego en Hermes. No solo debía salvar la vida de su madre y hermana, debía vencer a toda costa de los contrario, no cabría fuerza que fuese capaz de detener a la maquina devastadora de Drake, y estando su presencia el agujero del mundo oscuro no se cerraría nunca, permitiendo el vínculo entre ambas dimensiones. Ese era un verdadero problema, pues un mundo no está preparado para la oscuridad plena. Todo moriría, aquí, pues el verdadero plan de Drake era luego de conquistar el mundo, absorberlo, desde la dimensión de la oscuridad, y todo estará acabado entonces.









Los pasos de las herraduras dejaban las huellas hasta cruzar a la ciudad de Azarea/Azaria. No fueron directamente a la posada, sino al cuartel. Allí en un palenque amarraron los caballos, había noticias interesantes para Cleo, y era seguro que precisaba darse de ellas para saber la situación. Hartman, Manni, y Mac, estaban allí para escuchar la información.



El Avance de Drake, se estaba complicando lo que mejoró la expectativa de ordenar las tropas. Lo que ocurre, es que el portal del mundo Oscuro estaba ampliándose con el paso del tiempo, y cada vez más monstruos hacían su aparición, lo que dio lugar a tomar la decisión de salir en breve de Azarea rumbo al norte.



- Bien, Señorita Cleotilde Everlast, esas son las noticias de nuestros mensajeros. –



- No tenemos opciones. No podemos dejar que siga abriéndose el agujero del mundo. De lo contrario... - Pausa ella sus palabras. –



- De lo contario, ese gran hoyo podrá succionar este mundo.



- ¿Fusionarse? – Pregunta Mac. –



- No, peor, aún – Dice Manni – Tragárselo -



- Transportando todo lo existe aquí, allá – Aclara Hartman -



- Que todos vayas a sus posiciones capitán – Ordena Cleo – Es hora de comenzar. –



- Enterado Srta. Everlast – El capitán se retira. Todos hacen una pausa. El ataque a la orden del dragón será pronto. Cleo, se quedó en la sala de operaciones, para ordenar la batalla entre flancos de ataque. Un grupo a pie, otro a caballería, y el tercer grupo en el aire. –



Lo esperado es que la contienda arranque con el grupo a pie de escuadras. –





- De eso nos encargaremos nosotros – Dijo Hartman – Tengo mi gente esperando. Iremos al cuerpo a cuerpo. –









- Quisiera ayudar – Tu Manni manejaras los faros de ilusión. – Dijo Cleo – Son el prototipo para crear las distracciones – Necesitaremos de todo el apoyo. – Yo conduciré la caballería hasta el laberinto, donde se desarrollará el combate. Debemos ingresar y romper las ondas de la entrada, parar hacerlo desaparecer. Otro grupo de tierra e infantería, ira luego de ello ¿Tu Hermes podrás?

Fin del capítulo

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Diego Leandro Couselo
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Dedicado - Sinopsis
Un último momento.
Nuestra historia recién comienza.
La despedida. -
El rescate de Cleo. Muere Drake. -
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