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Llegamos salvos a Macross. PARTE 2
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Llegamos salvos a Macross. PARTE 2

- No es justo ¡No lo es! – Espetaba ladeando en ambas direcciones la cabeza con encono. -



- Nada es justo en tiempos de guerra, pero si podemos por lo menos darle un poco de sentido, y terminar con ello, entonces habrá valido la pena ¿No crees? –





Ella asintió, pero en su fuero interno, sabía que el ir a la Luna, era una sentencia de muerte para el grupo terrestre de Destrois tomahawk. Por más que Lían fuese un experimentado guerrero, no cabían las posibilidades de regreso. Solo ganar o ganar en caso de que una batalla abismal se presentase. -



Lían solo le restaba pensar en cómo todo lo sucesos de su vida se iban amplificando con los hechos de la guerra intergaláctica que se estaba gestando con tanto fervor. Como él, Max estaba en de salida en la ciudad, como muchos que tenían el día libre para ello. Al ver el rostro de felicidad de su amada Miriya, no podía dejar de analizar algo que tal vez pareciera una idea descabellada, pero todos los sucesos vividos le daban a entender que era ahora o nunca, y no tuvo remedio y se lo dijo a Miriya.



- Mi amor, quiero proponerte algo. –



- Sí, mi vida – Se explica ella. –



- ¿Por qué no, nos casamos? –



- ¿Casarnos? No sé, ¿Qué es ello? – Se pregunta con el dedo índice en el medio del labio inferior y superior. -



- Disculpa amor. No te he mencionado. Casarse, significa unirnos para siempre el uno al otro en una formalidad ante todos, y nuestra religión. En el cual seré tu hombre para siempre y tu mi mujer para siempre, hasta que la muerte nos separe - Explica luego, y lo piensa - Perdona Miriya, es solo una formalidad que tenemos los habitantes de la tierra – Max, se contuvo pues no quería alarmarla, a ella que estaba recibiendo muchas emociones en la gran ciudad. –



- Claro, que acepto. Si eres mi hombre. Eres lo que amo. Y te seguiré a donde sea. –





Max, se alegró al recibir la respuesta. El brillo de sus ojos se hizo notar, y ellos se emocionaron, a pesar de que Miriya, aun no conocía todo, el solo hecho de mencionarlo como su hombre, y su todo, era suficiente.



- Y tu Miriya, eres mi mujer, y te seguiré donde sea. –





Era lo mejor para ambos. Pase lo que pase vivirían hasta el último segundo de sus vidas disfrutando de ser lo que son juntos por la eternidad. –





Todos los tripulantes del SDF-1 de una, u otra manera intentaban darle el sentido a sus vidas, y es que la guerra les había enseñado a que los pocos momentos son cruciales y que por mucho que fuera lo que estuviese ocurriendo en algunas partes de la galaxia, la tierra y sus seres humanos, y sus colonias, debían tener por misericordia unas horas de paz.



Rick estaba de la mano con Lisa, cuando ella se le ocurrió entrar al centro comercial, para que ambos disfrutasen de un café. Habían recorrido gran parte de la zona céntrica, y en ella descubrieron un monte de sitios interesantes. De un lado al otro. Lisa se sentía como una niña, y Rick la llevaba a todo sitio que fuere, como dos adolescentes. Primero a tomar una helado, luego a la casa de juegos, en el cual Rick con el gran golpe de martillo. Actividad lúdica de las ferias, obtenía un premio especial. Un oso de peluche para su amada, algo que encantó a la capitana Hayes. Ello de lo mencionado, podría decirse que Lisa, conformaba el ideal de mujer, pues Rick estaba maravillado. Todos los pilotos del SDF-1 intentaban luego de la tragedia de la luna Cerbero, llevar adelante con las situaciones que se vivían.



En una gran pantalla, ambos Lisa, y Rick, podían ver la imagen de Minmei. Rick se mantuvo un tanto parsimonioso, y cabilante ante ella. Lisa entendía bien, que entre ellos algo sucedió, sin embargo no era quien para juzgar los sentimientos. Si hay algo que le enseño el poco tiempo que lleva es que no tiene derecho atar a nadie, y eso es una seguridad.



- ¿Rick? – proclama ella – ¿Rick? – nuevamente vuelve a proclamar su nombre. -



- Si Lisa, Perdona. Estaba oyendo en la pantalla la voz de Minmei. No quise faltarte el respecto.



- No Rick, no lo has hecho. De hecho tiene una bella voz, y sé lo que sentiste por ella.



- Si, es que ha pasado tanto tiempo, y situaciones. No te preocupes ya se calmará



- Ven aquí mi vida. Vamos, quisiera ir ahora a esa tienda de ropa ¿Me acompañas?



- Claro, ¿Pero no intentaras comprarme algo no? – Se pregunta Rick con cierta burla



- Claro Comandante, viste muy mal para salir con una capitana de rango superior. Incluso le compraré un buen perfume. Y deberás usarlo ¡Es una orden!



- ¿Y qué pasará si desobedezco sus ordenes comandante? -Se ríe Rick tomándola entre sus brazos. –





- Posiblemente se pierda, de estos besos que le he dado – Lisa lo besa a Rick en la boca, y con cierto juego mordisquea su labio inferior – Y posiblemente se pierda mucho más si continua desobedeciendo directivas. –



- Usted manda capitana. – Y Rick aplica el saludo militar con firmeza. -



- Así me parece bien comandante Hunter. – sostiene ella riendo, y ambos van al centro de la tienda de ropa. -



En un desvío a Rick le pareció configurar a Minmei, aunque tal vez su visión le esté fallando, pues había visto su figura en la pantalla grande, cantando en uno de sus conciertos. No quería de todas maneras toparse con él. El hecho de que habían vivido juntos muchas situaciones sentimentales, solo fueron un destello que se fue apagando, pues las indecisiones de uno son la desolación del otro, y Rick estaba en un callejón en el cual se había comunicado con dos damas. Una, una artista famosa, que lo adoptó como un amigo al principio, y luego a pesar de ciertos encuentros, ella no tomaba una determinación, pues para el amor se precisan detalles químicos, que la comandante pudo completar con majestuosidad. Pues Rick al verla ese día poniendo la mesa de un hogar, percibió el calor del compañerismo que otro sitios no hubiera resultado. Percibió el amor de la pasión, la decisión, el perdón, y la firmeza, que él buscaba desde siempre. Si Roy estuviere aquí sabría qué decir. Él, siempre sabía que decir.



El doctor Lang, estaba programando una nueva forma de arma, que de los estudios específicos de la ciudad de los protocultura, descubrieron. El doctor Straig, analizó los elementos, y eran los mismos que habían obtenido en la luna Cerbero, aunque su aplicación estaba compactada con otro mineral, que no estaba establecido en la tabla periódica del sistema solar. En ello el Dr. Straig expuso a Lang, que podrían tener un nuevo prototipo de energía tan eficaz como mortal. La doctora Beth, fue quien descubrió aquel posible recurso que nos daría alguna ventaja ante el enemigo, al cual se complicaba el poder detener su avance. Aunque siempre fueron victorias las que se han desarrollado a través del SDF-1, no bastaba para persuadirlos de siquiera una tregua. Los Zentraedis-Meltraedis, estaban dispuestos a todo por la nave, y por destruir a la posible amenaza de los seres humanos.





Rick y Lisa llegaron a una tienda en la cual vendían algunos presentes de metal. En el interior, veían muchos recuerdos que les parecían importantes, y pensaron en hacerse un regalo especial. En un metal de plata, formaron dos pulseras, cada una con su nombre, y un estampado especial para ambos.



- Lisa, tú tendrás, la que posee mi nombre, y yo tendré la que posea el tuyo.



- Es genial, Rick. – Se maravilló ella, por la idea. –





Al concluir su pedido, que no llevó más de un par de horas, se las colocaron. Ambos parecían los enamorados adolecentes que suelen surtir el primer amor, en cuanto él la miró a ella, y acarició su largo y extenso cabello con redondeles que siempre suele ella acomodarse, y allí le regalo un tierno beso que Lisa devolvió con la cariñosa fantasía en susurros de dulzura.



Dicen por ahí que los besos de la capitana Hayes, huelen al aroma del chocolate cuando su corazón late, pues así de dulce su cariño, ante la magia de estar enamorado.



"Si hay algo que sabía de ella, era eso, me dije, una y mil veces. Su dulzura. Y dentro de esa dulzura la sabiduría de un corazón que ha batallado tanto que sabe que una guerra se gana con el primer gesto de paz llamado amor. Esa es mi capitana Hayes, que siempre será. Lo digo porque soy un Hunter como me ha enseñado mi padre, y como los hechos que me trajeron a su lado para vivir en la eternidad sea en la galaxia que sea."



Max, luego de declarársele a Miriya, ambos fueron a celebrar a un restaurante. Él pidió un bistec de esos que solía comer Ben, y ella el mismo plato, pues era tan inmenso, que no podía Max solo devorar aquel mangar. Max en el momento que le propuso casamiento, se lanzaron al parque. El día gracias a los efectos especiales de ecosistema artificial creados en la nave, estaba soleado con esas nubes que se unen, y separan. En medio de una fuente se agacho con rodilla al suelo, y allí sacó de su bolsillo un estuche. –



- Mi vida, aquí solemos hacer éste rito. – ¿Te quieres casar conmigo? – Declaraba con sinceridad y cariño Max. Ella se sonrojó; no entendía aquel mensaje, pero algo de la energía de amor de Max le decía que era el mejor momento del universo.





- Yo, no sé qué decir. Claro que quiero. Acepto – Afirmó con toda la seguridad que en ella se desprendía como guerrera, como mujer, como todo.



Las copas de un buen vino chocaron para que ese sonido chirriante del sabor de esas aguas que se movían como olas, festejaran entre el comandante Sterling y la comandante Parino. Luego de ese momento, salieron corriendo dada la ansiedad de realizar los preparativos.



La gran nave del SDF-1, estaba preparando todo para el despegue. Decidieron a un último



momento lanzarse al espacio, y no esperar a mañana. Fueron los avisos de primer orden. Lisa y Rick recibieron el mensaje, por sus móviles, pero no era necesario. Ninguno de los que se habían tomado el día precisaba regresar, aunque Lisa, insistía que tal vez fuera preciso, a lo que Rick asintió. Los dos tomaron el primer taxi, que los llevó a la base, por si los requerían. Pero fue inútil, un llamado de Claudia, explicó que no vinieran. Hazme caso - Dijo su amiga - Lisa, y Rick, descendían en otra parte de la ciudad. -



Se detuvieron en una tienda, la tarde noche se avecinaba. Allí varios maniquís de hombre. Lisa bromeo sobre ello por los cuerpos y su forma. Rick se reía. Luego pararon en un sitio de comidas rápidas para pedir un bocado ligero. Unas salchichas con aderezos. Tomaron asiento, mientras planificaban a que otro lugar iría. No sería ni cine, ni teatro. Pensaban caminar juntos. Y luego de concluir prosiguieron.



- ¿Qué diferente es todo no? - Se pregunta Lisa. Rick la mira dudando. – Digo estamos aquí, y hace unos días atrás estábamos perdidos en Marte. No teníamos comunicación.



- Te entiendo Lisa. Y más allá de ello. La transposición en Cerbero. Nuestros amigos.





- Si, no quiero pensar en ello. Es increíble cómo estas situaciones tan simples sean tan importantes.



- Es una manera de sobrevivir Lisa. Y cuando ya no haya nada. No sé. – Se dice Rick





- Cuando ya no haya nada. Tendremos los momentos. Y nos tendremos el uno al otro.









Rick asintió con un ademan positivo a las palabras de Lisa.





- Sigamos. Nos quedan muchos momentos para recordar. – Le dice Rick y le da la mano.



Caminamos tanto que nuestras piernas estaban extenuadas, pero éramos felices.





Lisa estaba maravillada con su oso de peluche. Lo llevaba como si fuera su hijo, y de la mano iba al ritmo de Rick. Se detuvieron en una fuente de manantiales. Desde varios agujeros salían brotes de agua hacia que el cielo fuera con colores. Desde azul, al naranja, y el amarillo, al verde. Y sucesivamente. Lisa se colocó frente ellos su mirada respondía a la majestuosa y exuberante Elena de Troya. Rick con su móvil le tomó varias fotos. Realmente es bella.



¿Me has tomado una fotografía?– Preguntaba la dama





- Claro, no podía dejar de hacerlo. Te veías entre los colores como un hada Tomémonos





- una fotografía, juntos – Le pide.





- Claro. – Rick, coloca el componente de su celular y se toman una de forma inmediata.





- Déjame a mi Rick – Ella sabe con mayor pulso. Y con su móvil hace una toma ideal. Luego le piden a la máquina de fotografías que saque una instantánea.



Los dos se unen y el momento es captado. El robot parlanchín se acerca y les expone la imagen.





- Es hermosa – se sonroja ella. Es bello este lugar. Como para bailar.





- ¿Me concede esta pieza?– Pregunta como un caballero





- Sera un placer teniente - comandante.





Y una de las maquinas que activan música se acerca como si fuera una rocola de esas de los bares. Rick pone una canción vieja que escuchaba su padre de Elvis.



..Can't Hellp falling in love....





El ritmo lento de la letra hace que su paso sea efímero, pero eterno cuando ella apoya su cabeza frente al pecho de Rick y poco a poco van girando lentamente en vueltas y vueltas y las aguas iluminan la noche que cae en el SFD-1. Todo brilla para ellos dos como los únicos que se encuentran allí



- Quisiera que nunca terminase la canción, como tampoco éste momento - entre los pasos de las personas Lisa se dirigía Rick



- No debe terminar si no quieres.





- Sí, pero en algún momento concluirá.





- ¿Qué quieres mencionar Lisa?





- Que todo puede acabar así de inmediato. Como esos edificios que se desploman. – Confiesa con un toque de resignación.





- Sí, pero los cimientos estarán allí para darle vida. Te lo prometo.





- ¿A dónde iremos a parar? – Generó la pregunta. -





- A las estrellas, si tu quieres ¡O dónde sea! –





Ella colocó sus brazos sobre su cuello con mayor firmeza y así estuvieron volviendo al ritmo de la canción.



- Mañana será un día especial – Confiesa Lisa. Rick dudó en esas palabras.



- Lo sé. – Y no confesó más nada. Lisa no quiso continuar la frase, ni oración que se vincule. De hecho, era mejor así. A veces el beneficio de una duda genera certezas y curiosidad. Si es que Rick, se empapaba de ello.



Ya presentada la noche y una alarma de llamada se presentaba. Debían regresar a la base. Tuvieron un día maravilloso. Pero era hora de regresar. Ahora sí, debían regresar, por lo menos Lisa.





Al llegar a la base ambos, lisa despidió a Rick. No tuvo ni tiempo de poder dejar su regalo, que se vistió con su uniforme de militar. Al llegar a la plataforma solo recibió algunas indicaciones. La nave SDF-1 comenzaba volar. Ella veía como Marte se alejaba. Gracias Carr por entenderme y aprobar a quien estará a mi lado. Espero tu también puedas encontrar a ese alguien al cual aprobaré con gusto. Se feliz, que yo lo seré.



Concluida la guardia de emergencia, ya en pleno espacio el turno nocturno continuaría por Antonella y demás tripulantes capacitadas.



- Que descanses Lisa.





- Gracias. – Saludo con gracia. Estaba rendida. De su móvil, no tenía mensajes – ¿Me pregunto si Rick habrá terminado? Al final su día libre, concluyó en patrullaje.



Llego a su habitación. Claudia no estaba. Quizás fue por una copa pensando en su amado Roy. Y manteniendo esa esperanza. Eran las cero horas de un día nuevo en el espacio si es que existen días. Su móvil estaba en el bolso y sonó. Se lanzó desmayada del cansancio previamente. Y su celular nuevamente sonó. Ella no respondía. Y continuó. Despertó de inmediato



- No, ¿Quién será? – Preguntaba con un enojo típico de esas personas que entre sus tópicos, el sueño es uno de ellos. Como soñar también.



- No me olvide. Ve tu boldo – Fue un mensaje de Rick





Al sorprenderse, revisó, y descubrió un estuche. Al abrirlo la emoción le había aflorado el alma como si despertará en un campo de rosas. Un anillo de compromiso. Tenía las pulseras con sus nombres que fue de un mutuo acuerdo, pero recibir éste regalo.



Feliz cumpleaños mi vida, mi ser, mi amor. Tu Rick por siempre.





Ve a la ventana mayor de la plataforma sur. Ella no entendió el mensaje y decidió ir.





Al salir de allí. Se acercó y con una luz de colores apareció el Skull 1. Rick piloteando hizo una maniobra y ella se alegró de júbilo de ver esa lluvia y entonces recordando los días del circo Rick generó una pirueta y comenzó a escribir con varias tonalidades.





"Desde que te conocí, siempre has hecho palpitar mi corazón. Soy terco y a veces tonto, pero contigo soy valiente, y osado. Tú me haces querer la vida, porque eres amor que nace cada día. Tú me haces amar como nunca se ha amado. Quiero estar a tu lado aquí y allá y para siempre por todo el infinito".



Feliz cumpleaños mi vida. Te amo por toda la eternidad. Luego entre las palabras, Lisa y Rick, se dibujaron estrellas Y pintó un corazón en medio de un centro cósmico.



Lisa colocó sus manos en frente de aquel vidrio y lloraba y a veces reía. Y nombraba cada palabra y entre ellas Rick era su protagonista. Y no se percató cuando detrás de ella aparecieron sus compañeras y compañeros.



Ella se volteó y las miradas relucían cuando cada uno y una esperando para decirle feliz cumpleaños Lisa.



- ¡Claudia, Vanessa, Kim, Sammie, Max, Miriya, Lían, Almirante! No me lo esperaba – Cantó emocionada ante ellos. El presenté de Rick y ustedes.



- Amiga querida. No podría nunca olvidarme





- ¡¡¡Un Urra!!! ¡¡¡Por Lisa!!!, Nuestra comandante – Dijo Kim. Y todas aplaudieron. La emoción en la simpatía le dio a comprender a la capitana que a pesar de tantos tras pies y momentos existía para con ella, una verdadera familia.







Le regalaron no solo flores, sino su tiempo. Aprovecharon aquel para siempre teniendo presente que estaban en una época nefasta. Decidieron beber algo para brindar allí mismo. Sammie bebió tres copas.



- Teniente, recuerde que mañana debe retomar tareas – bromeaba el almirante Global. Sammie gesticuló una mueca de risa.



- Almirante no se preocupe – manifiesta Kim.





- Claro mañana estaremos allí.



Entre algunas pláticas, Lisa se conmovió por todo.

- Quiero agradecerles a todos ¿No sé qué decir?

- Solo, ¡Se feliz! – pronunció Claudia. – Siempre voy a estar contigo – Se sincera ella. –

¡oh! Parece que viene el príncipe azul. – Rick llegaba. Lisa se puso de pie y fue hacia él. Lo abrazó y besó. Entre sus oídos un te amo se escuchó.

- Guarden algo para después – Guiña el ojo Claudia.

- Bueno aprovechando la ocasión – Comenta Max que toma la mano de Miriya. –

Queremos decirles que vamos a casarnos – Anuncia con alegría. Todos se quedaron estáticos y boquiabiertos. – Bueno, no se queden mirando – Se ríe. - Disculpen, fui muy directo tal vez. - Comenta. -

-

¡Max, Miriya! ¡Es fantástico! ¡Los felicito!

-

¡Otro motivo para festejar!– Comentó Kim, feliz.

-

Viva los novios ¿Podemos ser las madrinas?

-

¡Eh! Si claro – dice Max. -¿Tú qué piensas amor? – Le pregunta a Miriya. Me

-

parece fantástico – ella responde sin conocer demasiado del asunto. Brindemos

-

una más – Levanta la copa Lían

- Faltas tú viejo – Se ríe Rick. Lían cruza vista con Vanessa. Pero solo sonríen. Claudia, no pudo evitar pensar en Roy. Lisa estaba a su lado y acarició la espalda sosteniendo el recuerdo amargo como buena amiga.

Pasaron el tiempo y cada uno fue a descansar. Sería una jornada extensa y un cumpleaños de la capitana merecido como nunca tuvo.

El SDF-1 estaba en órbita y se acercaría a la tierra. Pronto, muy pronto. -

Fin del capítulo

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