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Estamos aquí en Marte. Los rehenes dan que hablar. PARTE 2
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Estamos aquí en Marte. Los rehenes dan que hablar. PARTE 2

- ¿Que proponen?





- Sugiero eliminarlos – Peticiona Khayron. -





- Lo mismo mantengo – Adhiere Azonia.





- Y por lo pronto un ataque a la nave – Manifestó nuevamente Khayron desde su pantalla visor en cuanto Grel estaba a su lado detrás.



- No podemos tomar medidas tan drásticas sin la decisión del mismo Dolza









- Opino lo mismo. – Confiesa Exedore. -





- Vamos a discutirlo luego de realizar los últimos estudios.





Las pantallas de los monitores se apagaban. Breetaii y exedore pensativos, dirimían en sus mentes sobre el futuro de la humanidad.



Rick se aleja de la sala de máquinas inferior del subsuelo a otra sala computarizada por circuitos que estaban deteriorados y un sinfín de puertas de enfriado. En ella da por cierto que aun funciona el sistema de refrigeración. Unos pasos delante y descubre la sala de almacenamiento. Allí estaban todas las provisiones necesarias para mantener a la población. Para su asombro había todo tipo de alimentos en neveras especiales. Otros estaban en sacos. Como un banco para proceso. Al abrir una de ellas veía latas de comida. Verificó las mismas al abrir una. Pues de hecho tenía hambre. No se arriesgó sino cuando observó el elemento en su esplendor. Era pescado. Al llevarlo a su boca hizo una pausa. Olfateo el mismo. El proceso de crionización fue bastante efectivo se dijo. Y luego lo llevó a su boca. La capitana Hayes lo hubiera regañado por no hacer una prueba bromatológica con la computadora que lo analiza. Pero que remedios. Estaban perdidos en un planeta árido y sin nada más que una base abandonada. Fue un milagro haber encobrado la cámara de alimentos. Su mantenimiento aún era intacto por un proceso de refrigerio especial. Aunque lo que llamó más su atención fue el final de la sala repleta de heladeras. Era una puerta que dejaba ver una tenue luminiscencia que se desarrollaba gracias a la oscuridad del cuarto en el que él estaba. Al llegar a ella abrió con cuidado. La luz se fundió en toda su extensión sobre él. Cerró los ojos un instante y luego los abrió. Quedó estupefacto y maravillado al mismo tiempo. Era un jardín artificial inmenso. Como si se hubiera generado bajo tierra un ecosistema con plantas de todo tipo. Entre ellas comestibles. El oxígeno creado en el interior con la tierra de Marte y una suerte de fertilización, dieron los frutos. Luego de muchos años descubrían en su formación primigenia un bosque.



Lisa recorría constantemente cuarto por cuarto. La sala principal de operaciones poseía ciertos desperfectos, pero funcionaba. Al manipular el tablero de control, intentó por todos los medios darle vida al radio comunicador, mal que fue inútil. Sin embargo. Ese no fue su ideal principal. Su tarea era totalmente diferente. Regresaría luego a tratar con aquel vetusto









aparato. El mapa de la base establecía un corredor al sector de los cuartos en la cual pasaban cada uno de los habitantes la mayor parte de su vida. Voy a buscarte Riber. Lisa recorrió uno por uno. Veía apellidos de grandes militares que formaron parte de aquella colonia que se estableció con gallardía en un planeta sin probabilidades de vida.



Uno por uno fue inspeccionado detalladamente. Buscaba libros y anotaciones. Hasta que el último de todo dejaba tras un polvoriento manto de sedimento la forma de aquellas letras que ella tanto deseaba. Era la habitación de Car Riber. Al ingresar se dio para si un respiro. Era un lugar simple como lo fue él. Un libro acomodado en una mesa con una silla. Una cómoda con pertenencias varias. En ella una foto de Car y Lisa. Allí no pudo evitar lanzar algunas palabras de ¡Te extraño! Luego se sentó en la silla y abrió aquel libro de recuerdos. Decía: mis días son eternos. Eran unas rimas que el repetía. Contenía varios párrafos subrayados y en algunas páginas palabras sueltas. Al cerrarlo, Lisa suspiró. Al volver la visión a la mesa un poco delante de ella, descubrió una pieza metálica. Era un reproductor de hologramas. Tuvo curiosidad por ese aparato. Allí se grababan vídeos que luego se reproducían en una forma interesante como su nombre lo indica. Al apretar el botón una luz se inició en su forma humana. Era Riber en un vídeo de años atrás. Se movía y hablaba y Lisa comenzó a llamarlo ¡Riber!, ¡Car!, ¡Car! Pero él no escuchaba ni veía. Solo era una ilusión.



- Querida Lisa, te he extrañado tanto. Aquí todo va bien y espero nos veamos pronto. Solo he pensado en ti en estos tiempos. Y ahora debo irme



- No, no te vayas Car ¡No! – Grita ella sollozando.





- Lisa ¿ A que no sabes lo que descubrí? -Justo aparece Rick en la puerta de ingreso que ve y escucha el vídeo. Y observa a Lisa llorar. Se toma un momento nimio, y ante la privacidad y su carácter de importancia sentimental, decide retirarse y esperar que ella haga su duelo. Mientras admira a esa mujer que tiene el rango de una verdadera capitana.



En medio de un Show, Minmei hace una pausa en su camerino ¿Se preguntaba donde estaba Rick? Las noticias eran lo menos posible trágicas para los humanos de la nave, pero ella podía acceder, a la verdadera información por medio de fuentes internas. Al enterarse de la desaparición del teniente Hunter en la misión que fuera un desastre y al mismo tiempo una









victoria no podía dejar de lamentarse haberse separado sin querer verlo una vez más por lo menos. Entendió que existían importancias superiores a veces a las obligaciones y que son un fruto de la vida. Al salir de su camerino el rostro de Rick se dibujó y su voz se hizo eco.



- Minmei será un éxito. Ya verás como todos te aplaudirán, y yo estaré allí para ser el primero. Siempre el primero. – Sentía el eco en su oído y la imagen de su cabello en el espejo en el cual ella se acabó de maquillar. -



- ¿Rick? ¿Eres tú? – Explaya con una voz decaída al voltearse por oírlo al teniente Hunter que solo era una imaginación de su esperanza. – No volverá – Ladeó la cabeza con un ademan negativo y con expresión amargada. Abrió la puerta de la habitación de su camerino rumbo al escenario.



La multitud brillaba en su mayoría de jóvenes amantes de su música. Unas luces hicieron un gesto primordial de resplandores, y la figura de Minmei se multiplicó como si fuera un fantasma que se expandía en todo el estadio al cual aplaudían y gritaban de euforia por su brillantez. Ella la mujer de hoy en día en la música pop quedara para la historia por su arte. Las melodías de ingreso fueron expandiendo y cada vez el sonido de los parlantes al nombrar se mimetizaba con los cantos de sus fanáticos. Minmei, Minmei, Minmei. Luego al llegar ella al centro del escenario la música de entrada concluyó y la muchedumbre guardo el silencio. Agachó la cabeza ella, y luego se dirigió al público que la miraba atentamente.



- Quiero agradecer a todos. Absolutamente a todos, por venir a verme.



- Te amooo Minmei - Gritó un fanático. –



- ¡Gracias! – Se alegró ella – Yo los amo a ustedes. – Han sido grandes los problemas que hemos tenido aquí en el SDF-1, pero es nuestro hogar, y agradezco todo lo que han hecho por nosotros. Los que han pasado y pasaran para que nosotros estemos aquí, hoy festejando y dándonos unos momentos de paz. Era hora de que olvidemos tanta guerra y brindemos por mejores tiempos. – Minmei, se sinceró en sus palabras. Khay lin desde atrás del escenario escuchaba lo que atentamente decía y se enorgullecía por ella. –









- Es muy valiente. – Cavilaba en su interior del corazón. – Eres muy valiente Minmei.







- Quiero comenzar este show, con una de mis canciones. Es dedicada a alguien que no está aquí ¿Qué no sé dónde está? Pero, dónde sea que éste. Espero este bien. – Minmei, manifestó esas palabras con una tez triste, pero para no preocupar al público volvió en una sonrisa. – Aquí va para todos. Mi novio es un piloto. –



Toda la muchedumbre del estadio aplaudía, y su voz comenzó a difundirse con el holograma nuevamente de ella en varios partes de las gradas y plateas. Khay Lin estaba allí, un tanto meditabundo, pues sabía que se refería a Hunter. Y para él, no era de su agrado aquel soldado, siendo Khay pacifista, y teniendo cariño y amor hacia la cantante. –



El público explota de alegría. Ese es el fin. Y todo se transforma en un oscuro campo. La imagen de Rick se acrecenta. Se dibujan destellos en todos los alrededores.







La doctora Anne, analizaba el comportamiento de los gigantes. Los supuestos de ser guerreros implacables, no era una única forma de lo que suponían todos de que solo viven para la guerra. Tenían equipo biológico y tecnológico





- Doctor estuve pensando, luego del interrogatorio. Que si bien ellos viven en guerra. Hay quienes detrás de aquellos, les proveen los elementos necesarios para continuar su sociedad



- Efecto Anne. No sé si han notado, que aparte de los minimizados zentraedis y meltraedis que han venido a realizar los estudios. Hay otros seres que no parecen formar parte de su raza. A la que llaman de rango inferior.





- ¿A qué se refiere doctor? – Pregunta con suma importancia Lían





- ¿Hay otra raza? - También pregunta Owen.





- Si, y vienen de los llamados maestros de la robotecnología. Ellos. Los Zentraedis y Meltraedis, son creados por los maestros, pero también esta raza diferente de su actitud belicosa.









- Son como la misma categoría, pero les enseñan culturalmente otros conceptos de vida – manifiesta Max.





- Parece plausible – se coloca los brazos y palmas de la mano detrás de la nuca Lían.





- No hallo que todo sea de esta manera. – Deberíamos salir de aquí – Explica Xavier.





- Debemos ser pacientes – Comenta Max. – Ya vendrán por nosotros.





- Sabe Dios qué harán – Se colocó en una posición pesimista - Xavier. -





- Cabo, no te preocupes. Los sacaré de aquí. Son mi escuadrón. –Se permitió Lían esa seguridad. – ¿Verdad Max?





- Si. Solo espero, que Rick y Lisa estén bien.





- Lo mismo digo – Suspira Lían.





- Creo que deberíamos prepararnos – manifiesta la doctora Beth. Posiblemente quieran analizarnos. No sé si se han percatado. Cuando nos llevaban ante el gigante de la máscara. Ese hombre al que llaman Breetaii. Había otro transporte, y parecían transportar a alguien de los nuestros





- ¿En serio? – Se dijeron preguntando todos los soldados.





- No estoy segura. Estaba tapado.





- Podría ser un objeto que han rescatado los zentraedis-meltraedis en Cerbero – Comenta el doctor Straig.



Todos aguardaron el momento. Pronto vendrían por los prisioneros. Miriya. No podía quitarse de la cabeza a Max por más que quisiera. Se presentaría en breve a macronización, aunque debía por causa de la contaminación aislarse ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti?



Los humanos no parecen una raza inferior. Están completos de ello que manifiestan como sentimientos. Si tan solo me hubiera alejado estaría bien. Pero me tuvo que vencer y mi ego pudo más. Digo ego, ellos lo llaman así ¿Sera posible que somos lo mismo?









Deja de pensar Miriya. Expulsa lo que tengas en ti. No, no puedo. No puedo quitarme a Max. Él, me está venciendo de nuevo. -



Ella paso reflexionando, hasta quedarse dormida. En un sueño vago se vió entre una batalla. Estaba herida y de rodillas, y una mano le tendía un apoyo. Al tomarla. Esa mano abrazó su cuerpo y ella acerco su rostro a ese que nuevamente besaba sus labios. Estoy aquí para ti. Luego Miriya despertó como si fuese una pesadilla, sin embargo no lo fue. Fue un plácido sueño de paz y conforte.



Dolza luego de mucho pensarlo, dio una orden de aniquilar a los macronianos.





- Breetaii, evaluamos con nuestros superiores en Tirol, el hecho de que la raza humana es bastante hostil, incluso peor que la nuestra. Esos poderes que mantienen pueden ser de una característica sobresaliente a la hora de destruirnos. No, nos queda remedio que aniquilarlos por completo. –



- Entiendo su excelencia. Lo que sus palabras expresan ¿Tiene algún plan en mente para luego de realizar ello?



- Si, y tiene que ver con la contaminación macroniana que se ha gestado en todos los ámbitos de su flota. Estamos intentando por todo los medios que no se expanda. De todas maneras, el fenómeno microniano/macroniano que convulsionado a sus sectores. Se le ha prohibido...



- Pero señor, aquí la flota mantiene el mando. Tanto de mis subordinados, como los de la comandante Azonia, y el comandante Khayron.



- Breetaii, el hecho de recibir tantas comunicaciones de los micronianos, más la información de nuestros espías a bordo del SDF-1, significó un aluvión de idealismo sobre una sociedad nefasta. NO PODEMOS DEJAR QUE SIGAN CONTAMINANDO NUESTRO MODO DE VIDA.



- Entiendo, señor. ¡¿Pero?!.



- Pero, nada Lord Breetai, mis órdenes han sido dadas. Pronto recibirán directivas con relación a su flota. Mientras tanto acate las órdenes, y continúen sus incursiones agresivas ante el enemigo. -









- Perfecto señor. – Expresa Breetaii. La pantalla con la figura de Dolza se desdibuja, y desaparece. Breetaii, entendía lo sucedido, aunque en su fuero interno sabía que Dolza tramaba algo hacia él, y los suyos. Algo que podría ser terrible. -



La orden en la base de Breetaii, fue recibida. Los rehenes serán aniquilados, algo que intuía Miriya, pero su mente no podía dejar de pensar en Max, entre todo el bullicio iría a tomar la decisión que le podría valer la expulsión de la raza Zentraedi – Meltraedi. Meltraedi, pues ella es mujer como muchas que se han separado de la raza unificada por cuestiones de salvarse. Estuvieron en guerra durante mucho tiempo, y unieron fuerzas separadas entre sí.



Miriya, se preparaba ante la situación de las noticias que venían desde el alto mando. Al salir de su habitación fue directo hacia la sala en la cual estaban los rehenes. Un grupo de soldados pasaba corriendo a gran velocidad. Ella, micronizada se hizo a un lado. Aún no realizaba su nueva transformación de macronización. De hecho estaban por atacar la nave, por lo que dio lugar a que Miriya fraguara su plan de liberar a los rehenes. En especial a Max. Luego tenía planeado escapar en uno de los modelos battlepod preparados para Zentraedis y Meltraedis micronizados, como lo fue en el caso de Rico, Bron y Konda. Al llegar a la puerta de entrada. Una puerta dimensional diferente a la que solía verse en las naves Zentraedis. El guardia observó a la diminuta mujer que firme, les avisó que eran requeridos en el puente de mando.







- Pero Comandante, nos han dicho que tomemos guardia. –



- Y yo, les digo que deben presentarse a mando. Deben ir a la batalla.



- Enterado comandante. – Dijo uno de ellos con su voz. – Ambos se retiraron,



y Miriya se acercó a los botones menores de la gran puerta. Allí aplicó la misma combinación de números que le fueran otorgados a la hora de hacer los exámenes. Al abrirse. Lían, notó la luz del exterior.


¿Qué rayos ocurre? – el Dr. Straig estaba harto de todo el asunto. –



- Vengan conmigo. No hay tiempo – Miriya estaba dispuesta a liberarlos-



¿Contigo? – Ni soñarlo - Le comentó la doctora con repulsión. -









- No podemos confiar en alguien como tú. – Manifestó Xavier. – La cabo Owen opinaba lo mismo. –



- No tienen alternativa – Confiesa. – O vienen, o se quedan por siempre



- Creo que es una trampa – Expresa Lían. –



- Por favor vengan – Y mira a Max. – No podemos perder tiempo. -



- Vamos, no tenemos otra opción. Doctor Straig, teniente Cou, debemos ir con ella. – Dijo con seguridad Max. –



Todos consintieron en las palabras de él, aunque no estaban seguros. –





- Vendrán por ustedes luego del ataque. Hay órdenes de Dolza de aniquilar a los rehenes. – Confiesa Miriya – Vamos por favor. –



Todos se miraron, y salieron pronto de allí. En efecto no tenían muchas opciones como expresaba Max, y si debían escapar. Era el momento justo.-



Ella, les daba órdenes para que vayan yendo a medida que los oficiales pasaban. Gigantes que iban y venían, otros micronizados. Estaba el alerta de posicionarse en sus puestos.



- Vamos por aquí, rápido. – Ordenó Miriya. Atravesaron el pasillo principal, hacia la plataforma de subsuelo. Allí, uno de los comandantes micronizados que se encontraba dentro del proyecto de análisis de los rehenes, avistó que estaban todos fuera.



- Miriya, debes ir a punto central para prepararte para macronización ¿Qué hacen los rehenes fuera?



Miriya sin saber que decir titubeo. –





- Azonia, me ha enviado para que los lleve a otra sala. –



- ¿Azonia? No tengo reporte de ello. –



- Si, verifica. –





Al tomar su computador, no podía encontrar, la orden. –





- Te digo que Azonia, nos ha dado las directivas. – Comentó con furia. –



- No, encuentro nada, pero bueno, debo dirigirme a macronización, en seguida. –









- Perfecto, iré en cuanto deje a los rehenes en el sector indicado. –





Al darse saludo, todos se fueron en dirección al subsuelo. Otro de los comandantes preparados para ello, había recibido ya las órdenes de ir a liquidar al grupo, cuando se topó con Miriya. Su altura desde los metros parecía que ella hablara con un edificio. -



- ¿Qué ocurre aquí Miriya?



- Vengo a llevar a los rehenes. –



- Imposible me han dado las órdenes de encargarme de ello. –



- No, puede ser. Debo llevarlos. Son órdenes de Breetaii. –





El hombre dudo unos momentos, y luego asintió con la mirada en ella. –





- Está bien. – Su desconfianza, lo había mantenido cavilando en cuando aquellos diminutos soldados se iban en dirección a la salida. Al cabo de unos momentos, el comandante micronizado, regresa.



- Miriya alto, no hay ninguna orden de Azonia. Regresa con los rehenes. -



¿Orden de Azonia? ¿Creí que era Mi lord Breetai? ¿Qué está ocurriendo?





Miriya sin saber que decir, expresó el grito de corran al subsuelo.





- ¡Corran de inmediato! - Dijo, y todos comenzaron a escapar. El gigante con su arma comenzó a disparar. Los sonidos de las balas hicieron eco, y luego otros soldados aparecieron en la escena. Miriya en medio de la balacera quedó atrapada siendo apuntada por aquel gigante. Cerró sus ojos, y un disparo en el pecho lo derribó. Max, estaba a su lado, había tomado una de las ametralladoras que estaban colocadas en orden para su uso. El impacto hizo que callera al suelo, Miriya fue por él.

- ¿Estás bien? – Preguntó Miriya. –



- Si, ¿Tú lo estás? – Comentó Max. Ambos se miraron mutuamente. –



- Chicos, luego habrá tiempo para miradas, y halagos debemos irnos – dijo Lían, que tomo una de las armas y comenzó a disparar como podía con todo sus cuerpo a los soldados que se atrincheraron. –



- Jefe, son demasiados. –dijo Xavier que lo acompañó.









- Cabo Owen, lleve al Doctor y la doctora ¡Urgente! – Expresó Lían. - Ella, tomo vista de los sucedido, y asintió. –



- Debemos proseguir – Expresó Miriya. –



- Llevalos. Nos quedaremos con Lían. aquí.



- No te voy a dejar. Escuchen vayan directo, y espérennos allí. – Miriya recogió una de las armas, y comenzó con fuerza a disparar. Dando en el blanco. –



- Buen tiró – Comentó Max. –



- Gracias – Sonríe. –



- Debemos salir de aquí. Urgente. – Expresa Miriya, al disparar toda una ráfaga. Dispararen todos a la compuerta.



- Enterado. – Comenta Lían. La ráfaga continuó, generando que los soldados Zentraedis, y Melatraedis fueran algunos retrocediendo, hasta pasar del otro lado de la puerta. Allí Ella, con un tiro certero, averió el botón de ingreso de apertura de la puerta, cerrándose y atrapando del otro lado al enemigo, que había dado la alarma.



- Ahora vámonos. – Dijo. -



- Un día voy a tener que ir a un psiquiatra - cita Lían



- Lo mismo digo - Confiesa Xavier. -



Todos corrieron en dirección al otro grupo que escapaba. Al llegar al subsuelo. Estaba allí un Battlepod, listo. Eran los prototipos utilizados por los micronizados para espionaje.



- Vamos debemos entrar allí. –





Las órdenes llegaron pronto a Breetaii.





- ¿Cómo que escaparon los micronianos?



- Si, fue con ayuda de Miriya, parece. –



- Estos micronianos, son más inteligentes. Los hemos subestimado. Vayan por ellos, que no escapen ¿Dónde se encuentra nuestro ejemplar?



- En observación. –



- Perfecto. –



- My Lord, sugiero que al ejemplar. Lo coloquemos en cabina de estudio de curación. Va ser mejor así, para su análisis.



- Si, si, tienes razón. Ahora debemos preocuparnos por los rehenes, y el ataque.









Al ingresar todos en la nave enemiga, varios de los soldados se hicieron frente en disparos. Miriya indicaba a Max, como utilizar el rifle laser. En cuestión de segundos los soldados fueron aniquilados. Miriya golpea el metal para generar una abertura. El fondo del espacio los succiona, y salen disparados de allí. El doctor Straig, toma el radio para comunicarse, en medio de un ataque de balaceras que genera confusión.



- Aquí SDF-1. Soy el doctor Straig. Aquí. SDF-1, soy el Dr. Straig.



- Señor recibo, una comunicación del doctor Straig – Dice Vanessa. –



- No puedo creerlo – Dice el almirante. Claudia, envíe varios veritech, por ellos



- Entendido, señor. – Acató Claudia. Todos tenían el ánimo que de que algunos de sus amigos habían aparecido, pero aún faltaba más. –



Luego de varios choques, el battlepod, era llevado a la nave. El enemigo continuaba el ataque, y por causa de la huida de los rehenes, deciden suspender las maniobras. Los rehenes estaban a salvo, Miriya observaba la nave que era muy extraña y ya no podría regresar. Max se acercó a ella, para agradecerle, ella asintió y le sonrió. – Al llegar a base. Todos estaban esperando el arribo de los soldados. La cabeza del Battlepod, era traída por varios battleoid. Al descender de la pista la compuesta se cerró de inmediato. Todos salían de allí. Vanessa fue corriendo hacia Lían, y en el abrazo se besaron mutuamente. Luego el Doctor Straig, y la doctora Beth. La cabo Owen, y el cabo Xavier. Max, fue el último en descender, detrás de él, Miriya.



- ¿No vienes?



- No creo que me acepten – Dijo con una mirada indecisa. –



- ¿Por qué? – Preguntó Max dando la vuelta hacia ella. –



- Soy una asesina para tu pueblo, y una traidora para el mío. No puedo estar en ningún lugar. Es mejor que me vaya.



- Pero tú nos salvaste. No puede irte. No dejaré que te vayas



- Lo hice, porque sentí que debía hacerlo. Tú, me venciste en batalla, quise asesinarte, y no pude. No tengo valor. No sé qué es lo que tienes.



- Yo si se lo que es. No te dejaré Miriya. – Max, fue hacia ella, y con su mano tomó su mentón. Y luego la besó como nunca lo había hecho. Ella asintió, y le sonrió con algunas lágrimas pequeñas que se iban intercambiando camino a las mejillas de Max.









- ¿Qué es? – Preguntó ella.



- Es amor. – Ambos se tomaron la mano, y salieron de allí.



Claudia veía que no estaba Lisa, y Roy. Veía que faltaba varios entre ellos el teniente Hunter. Max y Lían no sabían que decir.



Desde el radio se escuchó un mensaje en clave, recibido desde alguna parte del sistema solar. Kim rápidamente comunicó al Almirante Global. Ello significo algo de esperanza, direccionando la nave hacia aquel sector.





Claudia, solo podía pensar en su amiga y su amor. Pero sabía que Roy no volvería. Max le había indicado lo sucedido con una mirada que manifestaba desazón.



Kharyon se preparaba para otro ataque, y recibió la reprimenda de Breetaii desde la pantalla. Lo que enfado al mismísimo.



- Debemos atacarlos – Explayó con cierto odio – Han escapado los rehenes. Dolza no lo tolerará.



- Lo sé, ya veremos qué hacer con ello. Mientras tanto no generes más problemas.



¿Entendido?, O tendré que encargarme de ti. –



- Entendido – Dijo Khayron con cierta furia, apagando su pantalla visor. –



- Señor, tenemos los resultados. Se encuentra estable, listo. Nuestros avances tecnológicos en medicina, son óptimos. Pudimos realizar los estudios y su genética es idéntica. Las múltiples heridas y pérdida de sangre han sido suplidas dando una mejoría. Seguirá en observación. – Explicó Exedore. –



- Perfecto. Increíble que sus cuerpos, mentes y demás sensaciones. Sean como las nuestras ¿Puedes creerlo Exedore, que estemos luchando contra nuestra propia población?



- Señor. Ellos son parte de un planeta en el cual fue uno de tantos que habitamos. Tal vez no sea toda la historia que sabemos sobre nuestra creación, y los maestros de la robotecnia, tal vez oculten algo más, que tenga que ver con la protocultura



¿No lo piensa?

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