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La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades.
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La esposa. Locuras de Gaia. El informe y la sala Hades.

Todas las noches ella habla sola queriendo transmitir sus sueños al espacio. Todas las noches ella llora, queriendo que alguien la quiera.





Han pasado varios días desde aquel primer evento de casados. Aunque para mi deberían ser más. Es como si el tiempo no avanzará, Gaia es muy sorpresiva como extraña. Les habla a los gatos como parientes, dibuja cuadros cubistas, tiene una tendencia a la superstición y las estrellas, escucha música muy antigua que no sobrepasa los 40.



Detallemos.





Sábado 15 de Marzo. El sol de la tarde me rosaba el rostro cuando iba al supermercado. Gaia



- ¿Ve con cuidado?



- ¡Cuidado!



- Danna! Eres un tonto. Son los idus de Marzo ¿No sabes lo que significa?



- Se lo que supone. ¡Gracias por la clase de historia! No comprendo el argumento



- ¡Mataron al Cesar! ¡Al dictador! Fue complot terrible en la cual su hijo bruto estuvo confabulado con ese maldito senado – Coloca rostro sigiloso mirando en todas direcciones. Para ese entonces creí que me estaba tomando el pelo ¿De qué me enamoré?



- ¡linda! En serio no sería importante que trates estos temas con un profesional









- ¡Gr! ¡Gr! ¡Tonto! ¡Es tu vida! Yo estoy bien –cruza los brazos tomándose las caderas con mirada altanera ¿A parte mira si hubiera un asesino? Algo así como un Jason de viernes q13



- ¡¡¡Es una historia como la del Cesar!!! ¿Cómo va suceder? Nadie conspira contra mi persona y no creo que venga un loco con una máscara. – se lo dije para tranquilizar el ambiente. – Aparte explícame la relación Julio- Jason



- ¡Eres un iluso! Tu exceso de confianza te llevará a la ruina y luego tendrá que ir tu esposa a rescatarte. Es muy simple señor confianza victima- homicida



- ¡No ocurrirá! ¡Nada!. A parte de ello fue bruto y el senado que mataron a Cesar, Jason liquidaba adolecentes en un bosque ¡¡Va!!No puedo creer lo que estamos discutiendo. ¡¡¡Solo estoy saliendo a hacer las compras!!!,



¡¡¡No a dar un discurso parlamentario!!!Ni correr desnudo a un lago de noche.



Su cara se transformó en enojo.





- ¡Uf! ¡Júpiter eres un caso perdido!



- Olvídalo.



- Me iré a distraer escuchando música – Se dijo así misma. Y de fondo se oía un Jazz antiguo de Glen Miller – ¡Buena suerte! ¡Julio!



No me importó lo que decía. Esta mujer parece un insano con ansiedad extrema. De un enfoque observé el suelo y di un salto de un susto. Era la muñeca de la casera. Esa que parece Anabelle. Atiné a querer agarrarla, desistí. Gaia desde la ventana se reía y señalaba con cuidado que no la toque. Me fui rápido de allí. Retomé el camino desde el pasaje hasta la central. Había pocas personas debido al cambio de clima otoñal. Las hojas en el parque se arremetían desde los arboles de forma anómala por el viento que las invitaba a viajar a su último encuentro. Una bocanada de aire fue lo









que tomé cuando cruce una persona de gafas oscuras que caminaba de frente a mí y no me quitaba la vista. Por su vestimenta oscura no presté atención al sexo, ni peso y altura. Estaba justo en la puerta del supermercado. Al entrar primero fui a la sección de artículos de limpieza. Gaia utiliza mucha lavandina cuando se trata de lavar los pisos. Argumenta que los ácaros son peligrosos y hay que eliminarlos. Lo que no sabe es que nos va terminar eliminando a nosotros con la acidez. Tome un par de botellas, y unos jabones. Del otro lado de la góndola una mirada escurridiza se cruzó. No le di importancia. Luego a la sección de verduras y frutas. Al comprar lo necesario me percate que esa figura de negro estaba observando. Aún continuaba mi recorrido pero resté necesidad de preocupación adversa. Concluí con la góndola de los cortes de carne. En el fondo. Estaba totalmente abandonado. Al ver en el vidrio donde del lado estaban los respectivos cortes. Una figura parecía estar detrás de mí extendiendo la mano a mi hombro. Pronto me di vuelta y no había nadie. Ese suceso me produjo un pánico. Lo pude imaginar supongo. Tome lo debido y fui directamente por la góndola de lácteos. Me sentía observado nuevamente y no porque hubiera cámaras infrarrojas. Era la misma imagen lo sé. Mi mente se nubló un momento y perdí la noción del espacio por causa del miedo. Los ojos estaban por todos lados. Estaba a metros de la caja en la cual se encontraba una señora en fila y el empleado pasando artículos. Debo llegar me dije



¿Pero qué ocurre? Si estoy en un mercado. No hay peligro. Pronto percibí una adrenalina en mi interior y una respiración cerca. Comencé entonces a caminar velozmente a la caja como si persiguieran mi alma. Solo unos metros. Y entonces el camino se me hizo extenso. No puede ser no llegaré más. ¡Vamos! ¡Tú puedes Júpiter! Hice un esfuerzo amplio. Las fuerzas me abandonaban, sin embargo la meta estaba allí. Y la respiración estaba detrás de mí cada vez más prominente. Mi escepticismo mi hizo olvidar las









escaleras del Cesar. La respiración estaba cerca muy carca y cuando sentí un toque en mi cintura estaba en la caja.



- Buenos días – dijo el empleado – Deposite los artículos por favor



- Uff!! –Respiré con seguridad. –pagaré con la tarjeta de Crédito



- Perfecto – Comenta el empleado





La bolsa de verduras había quedado detrás de mí, en la mesa de objetos varios donde corre la cinta, así que me di vuelta, y vi la figura que me asusto. La tomé y se la dí al empleado para que la pase. Al pagar me fui de inmediato de allí.



- Gracias. Regrese pronto. – Dijo. -



- Gracias – Saludé sin voltearme.





Retomé otro camino, pero aún consentía que me estaban persiguiendo. No había personas en las calles. Me invadió la inseguridad ¿Sera que Gaia tenía razón? No Júpiter eres idiota. Pronto otra sombra parecía acecharme. La ví detrás de un árbol. Llevaba gafas oscuras y un saco negro. Me percaté de ello



¿Era el del supermercado? No recordaba. De éste hecho se fueron suscitando otros. Todas miradas iban dirigidas a un punto especial Júpiter. Una mujer desde una ventana se reía y señalo detrás de mí. Sentí el escalofrío. Un viento roso mi columna de frio. Y una respiración se arrimaba muy lentamente. Era la misma del comercio ¿por qué tengo miedo? Sí, siempre he hecho éste camino. Una y otra vez los ojos del depredador consumían mi mente. Mejor desviémonos de trayecto. Eso confundirá al enemigo. Debo crear una distracción, y al dar la vuelta me encontré con un pasaje semi cerrado. Comencé acelerar el ritmo. Mi corazón estaba estable. Eso era extraño. A paso rápido empecé un trote ligero. Y luego sin nadie detrás di la vuelta en otra dirección. Los acechadores o asechador debían burlados, por lo que retomé la otra cuadra a la izquierda retrocediendo. Cuando quise darme cuenta estaba donde empecé cerca del supermercado. Observé en todas las direcciones y busqué lugares que









no sean blanco fácil de caza. Debo retornar. Debo cruzar el parque. Al ir en diagonal a la plaza cercana luego de realizar la misma operación de varias vueltas en las manzanas aledañas supuse que podía escapar de la amenaza. Me armé de valor y tomé 3l camino del medio que cruzaba todo el parque. Había llegado a la mitad y un tumulto de hojas secas roso mi rostro. El aroma otoñal de la humedad se impregno en mis fosas y con ello la respiración y una sombra particular que se desdibujaba entre arbustos. Me están siguiendo. Lo sé. Creí que solo era mi imaginación locuaz, pero en efecto alguien está detrás de mí. Comencé a caminar rápido. Era como un puente a punto de caer y yo corriendo. Hasta que logré ver a la persona que me espiaba. Apareció como en la película viernes 13. Era un Jasón ¡No! Peor. Comencé a correr cuando estiro el brazo. A mi ritmo iba hacia mí y no podía evitarlo. Me estaba alcanzando. Por descuido tropecé con una baldosa floja y caí al suelo con las bolsas sosteniéndome por acto reflejo con las palmas de las manos al ir de frente. La sombra estaba sobre mí. Y al darme la vuelta se veía una figura de pie con ojos brillantes y estiró el brazo.



Fue cuando grité





- ¡¡Ahh!!



- ¡¡Danna!! Soy yo Gaia ¿Qué te ocurre?



- Gaia – Mi corazón se aceleró. Es que creí... - Hice una pausa. -



- ¿Creíste?



- ¡No! ¡Nada! ¿Qué haces aquí?



- Te olvidaste tu móvil – y Saca del bolsillo el celular. Es por seguridad – Se enfada y me señala con el dedo con ojos fijos.



- ¡¡Pero!!, ¡¡Estás vestida como de espionaje!!



- ¿Usar lentes de sol y saco oscuro es de espionaje? ¡No seas ridículo!



- ¡Oye! Tú empezaste esta historia de que podían matarme.



- ¡Ya veo! No te preocupes me aseguraré que no mueras – me guiña un ojo









- ¡Graciosa! - Recogí las bolsas. Ella se ofreció a llevar una. Comencé a caminar enfadado por toda la situación. Ella estaba como un guarda espaldas riéndose.



- ¡No te rías! – Dije despotricando. -



- ¡Ja! ¡Ja! – No me rio, mientras mira en todas direcciones. Y ve un lugar especial y luego continuó riendo.







Al retornar al hogar primero ingresó Gaia y luego la seguí al subir las escaleras descendiendo venía la mujer de pelo rubio y coletas claro que me miró con malos ojos y Gaia y se ocupo del asunto al devolverle una mirada nefasta. Parecía un duelo de visiones a ver quien tenía un poder mayor, pronto interrumpió el artista.



- ¡Oh! ¡Buenos días! – Dijo mi vecino el cual es escritor. Él, venía descendiendo, y el paso estaba bloqueado entre ambos. El hombre no sabía cómo reaccionar. La situación fue incomoda. Y yo, ni siquiera había comenzado a ascender por ese camino. Y para colmo detrás de él Luna que llegaba, y tenía prisa en pasar. Ella, se encargó de mediar el asunto Gaia – rubia de las coletas. -



- ¡Disculpen! - Y se colocó delante del escritor – Tengo apuro en llegar a mi trabajo. ¿Podrían por favor hacerse a un lado? – Lo expresó de una manera tan sutil y a la vez dinámica con una simple sonrisa de doncella que encerraba un demonio. El escritor no le quitaba la vista a ella. Ambas no tuvieron opción. Y la mujer de coletas prosiguió y Gaia asintió, pero también guardaba un tanto de recelo a ello, sobre todo cuando me saludó al descender. Un saludo y solo a mí. Gaia observo el hecho a mitad de camino con una cara que no tenía significado pero escondía un sentimiento que podría ser.. no.. fue expulsado. Los celos son tan comunes.









- Estuvo discreta en sus palabras. Se nota que tiene personalidad – Comento a titulo de quebrar el hielo el escritor



- ¡Sí! ¡Ja! ¡Ja! ¿Eres nuevo?



- Oh! Mis disculpas. Debí presentarme. Mi nombre es Gregory Ray Asimov, hace poco me mudé por aquí. Soy estudiante de literatura y escritor de novelas ligeras.



- Un gusto mi nombre es Júpiter anónimo Ruppert, y ella es mi esposa Gaia Justina.



- ¡Un gusto! – Cumplimenta sonriendo. -



- Cualquier problema que tengas no dudes en decirnos.



- ¡Gracias! Ustedes también. Estoy a veces ocupado intentando escribir algo, es que la editorial me lo solicita. Así que decidí salir a caminar un poco, eso ayuda.



- Puedes escribir sobre odiseas – Comentó Gaia.



- ¿Odiseas? - Nos dijimos ambos. -



- Cierto. No hay nada mejor que una odisea.



- ¡Mmm! Podría ser factible.



- Odiseas como la de Homero. Y que tal algo más amplio como en vez de navegar por el mediterráneo intentando llegar a Ítaca, ¿No ir a otros rumbos inexplorados?



- ¿Qué podría ser?



- Las estrellas – Dijimos al mismo tiempo con Gaia.



- Eso es una buena sincronización – Se rió Gregory – De hecho se nota a leguas, quizás 20.000 leguas, que se conocen.



Ambos nos miramos con Gaia. Era todo un capitán Nemo con su Nautilus de Verne.



- ¿Y si fuera de otra manera? – Preguntó Gaia









- No la hay. De alguna forma las almas están destinadas en muchas vidas a conocerse. Eso me dejo pensando. – ¿y Por cierto quien era la señorita que abrió los caminos como moisés las aguas?



- ¿Luna? ¿O la chica de coletas? – Pregunté. -



- ¡Mmm! ¡Grr! ¡Gr! – El gruñido de Gaia fue suficiente por la dama de Coletas. -



- ¡Je! ¡Je! – chistó con una risa leve Gregory. – Ya veo – Y sonrió de la misma manera que lo hice cuando Gaia apareció en mi vida, por Luna. –



¡Bueno! Creo que debo irme. – ¡¡Odiseas!! – Se fue tarareando y con una voz diminuta y tanto tímida Luna.



Sin otras palabras me reí un poco, en cuanto concluíamos la plática amena de vecinos. Gaia se mantuvo impoluta ante una brisa que paso fugaz entre nuestras narices y se dio la vuelta para encontrarme a mí.



- ¿Ocurre algo?



- No nada Danna – Abrió la puerta – Bien. Todavía estamos a "15 de Marzo".



- Si los idus ¡Ya lo sé! Gaia. Ya lo sé, querida.



- Solo te estoy cuidando Danna.





Desde la ventana podía visualizar a quien sería una pieza fundamental en todo éste periplo que nos deparaba. Gregory, no solo es un gran escritor, sino que también mi amigo, aunque todavía no habíamos llegado a esa conclusión, debido que todavía resta demasiado tiempo en el devenir de los sucesos venideros. Él marco a Luna la primera vez que cruzaron miradas, como lo hice con Gaia.



Es eso un principio de amor tengo entendido, o he escuchado por ahí, aunque la verdad Gaía quizás era parte de mi idealización. Una metáfora que no supe sobrellevar, y es por eso que con la llamada convivencia, fue cuando arrancó la









verdadera relación. No la que se sueña, sino la que tenemos bajo nuestras narices. Sin embargo, y eso agradezco a Gregory, soñar es tan bello, pues nadie nos puede quitar los pálpitos de un corazón al latir por alguien. Duela, o no.



Y aunque fuese un sueño, reverencié que esa idea debía hacerse verdad. Él también lo entendió, y eligió comprar sueños.



La tarde estaba cayendo con el sol, al ponerse desde el horizonte, y la habitación se extendía más. Gaia me advirtió que no debía tocar ningún aparato electrónico de los que había preparados en los tableros. Incluso se disgusta cuando pregunto por tales. Parece el servicio secreto, o interpol.



Otras locuras que he mencionado es cuando habla el gato del vecino como un amigo de toda la vida. Reconozco que lo he hecho con mi antigua mascota, aunque Gaía parece poner el empeño para ser entendida. Aquel gato de nombre Demóstenes prevenía de otro edificio aledaño muy bajo. Supe que era propiedad de la señora de una alta edad, pero no tenía ánimos hogareños para permanecer encerrado ¡Libertad!



En este momento se encuentra conversando con él. Tiene más platica con un pequeño domestico felino que con su marido ¿Eso lo hace a uno poco interesante? ¿O aburrido? ¿Será la palabra correspondiente? Cucho es muy simpático cuando quiere, y sabe atraer a Gaia con un ronroneo cariñoso. O así lo llamo yo, porque se parece al gato de la pandilla de don Gato y su pandilla. -



- ¿Así que vienes aquí? Y comienza el dialogo entre humano y felino. Animal con animal.



Es otra de las rarezas de Gaia. No tengo experiencia con las mujeres, pero tengo entendido que no suelen tener comunicación con las mascotas sino a una edad avanzada. Los hombres al contrario nos comunicamos con la radio o el televisor. O eso diría mi abuelo.









No obstante demóstenes es un anfitrión de lujo con todas las de la ley. Un dialogo entre Gaia y Cucho, es una conversación entre Hipatia y Sócrates. Tanta filosofía me hará explotar el cerebro y todas sus terminaciones nerviosas y fibras eléctricas. -



Una vez lo dejamos ingresar. Mejor expresado. Gaia le dió albergue. Llegué temprano. Ocurrió hace poco tiempo. El quinto día de casados. Estaba en la mesa con un plato de leche y ella con una taza de café. Ahora me entenderán



- ¿En serio me lo dices? Pero porque no entraste por la ventana. Eres un grandísimo tonto.



Cucho de don gato, apenas se remitía a observar a esa orate de mi mujer. Gaia



¡Sí que estas mal!, pero te amo.





- Buenos de todas maneras pudiste salir ileso. La lluvia no te hizo daño. A decir verdad. Mojarse no es tan malo. --- no digas eso, son consciente de lo que explicas, pero hay como un acuerdo. Una servidumbre – Claro en esta sociedad ilustrada las criaturas obedecen. No hay una equidad uniforme y centralizada en el bienestar de todos. --- no sabría la razón.



¡Ah! Eso la razón es poder. – tampoco lo hubiera imaginado.



- ¡¡Querida!! ¡¡Llegue!! – Había oído la charla y no quise decir nada.



- ¡Danna!..... Buenas tardes. ¡Va!, ¿No sé por qué te saludo? Mira, te presento. Él es Mikonos. Mikones. Él es Júpiter Anónimo. - - No. Anónimo es su segundo nombre.



- ¿No es cucho?



- ¡Ese nombre lo colocaste tú!



- Me gusta más cucho que Mikonos. ¿Qué viene de Grecia?



- No le hagas caso a mi marido. ¿En serio? ¡Qué bueno! – Se sorprende ella.



Al oír a mi esposa, creí estar en el manicomio. No importaba mi presencia.









- ¡Danna!.. ¡Por favor! ¿Podrías ver la olla?... Dejé unas verduras hirviendo.



- ¿No habrás colocado algún insecto, o elemento raro? – Dije luego de aquella vez con su estofado de ojos.



- ¡No seas idiota! –-- No, no te digo a ti – Observa a cucho – Hablo con mi marido --- Si es un poco torcido



- ¿Ey? No le cuentes al gato lo que soy. – Grité desde la cocina – ¿Que estoy diciendo? – Me pregunté - ¿Qué hace mi esposa hablándole a un gato? ¿No pensará meterlo en la olla no? – La sola idea me daba escalofríos. Estos experimentos culinarios no deben constar en los libros conyugales. Esta manada matriarcal es bastante compleja a la hora de dar órdenes y alimentar a los súbditos.



- En fin según tu política lo mejor será estar alerta --- si lo tendré en cuenta en mi mente



- Hablando de mente ¿Cuando vas a dejar de perder el tiempo con ese animal?



Nadie en la sala prestó la mínima atención. Podía oírla, a la ignorancia burlándose de manera despiadada.



- Tampoco es preciso que me contesten – Dije corriéndoles el rostro – La misma imagen se presenta y el gato se despide de Gaia. Gaia lo saluda, en cuanto salta por la ventana – Le hubieras dicho que se quede a cenar – expresé bromeando



- ¡¡Uff!!...... No quería. Dice que eres muy áspero. Aunque le parece una sorpresa siendo tú, un cadáver social.



- Oye, dile a tu amiguito. ¡Va! Para qué me molesto – Me enfadé y cruce de brazos.



- No te enojes solo comprendió que no hay esperanza para cualquiera.



- Me alivia saber que mi esposa se dio cuenta.









- ¡Je! ¡Je! No te preocupes. No le diremos a nadie que solo sabes respirar como única utilidad en la vida.



- ¡Muy graciosa! ¡Ey! Que no se te olvide algo.



- Tengo mis registros en orden.



- Ese humo de la cocina me recuerda a tu falta de atención. -



- ¡¡¡La comida!!!



- ¡A eso me refería! Voy a pedir una pizza – Comenté con una mueca en burla y enfado al mismo tiempo. -



Gaia logró salvar la cena. O eso creo. No quería herir su dedicación. Ella suele ser bastante tajante a la hora de los comentarios sarcásticos. Y éste era nuestro diálogo matutino.



Al concluir la cena, resolví lavar los trastos. Gaia me veía atentamente. Desde el living ordenando ropa.



El ataque fue cuando acertó a una pregunta. -





- ¿Mismo pantalón?



- Algo así.



- Ya veo. Mucho tiempo. Puede verse en la decoloración.- Confeso con mirada furtiva de cazador. -



De lo poco que se de Gaia es que la falta de uso de artículos en las oraciones corresponde a una mudanza de humor de ella.



Gaia acertó con un lance de un bollo de calcetín y la palabra hiriente de



¡Sucio! ¡¡Cámbiate la ropa ahora mismo!!. Me golpeo con el impacto terrible de la erradicación al ver que tenía el mismo pantalón toda la semana. Necesito que cooperes con tu higiene.



- Prometo solemnemente que mañana usaré otros. -



- Tomaré eso como una sentencia.









Las luces se apagaron cuando fui el último en colocarme el pijama. La veía descansando y eso me alegró. Pronto tendremos otra cita para seguir avanzando como una pareja. Ese fue el acuerdo.



Al recostarme coloque mis manos detrás de la nuca observando el techo.





- ¿Y si no funciona? ¿Digo casarse? Y luego ver que la relación no es fructífera. Eso creo. Eso..es..



- Descuida eso déjaselo al tiempo. Todo saldrá bien.





Abrí los ojos soñolientos. La voz de una imagen me explicaba. Al mirar a un costado en posición fetal. Gaia estaba observándome



- ¡Descuida! Por algo te elegí a ti.



- ¿Eh? – Me asusté al verla. Ella hablaba dormida. ¡Ah! Era eso. Debe estar soñando con el gato. – Y me quedé tranquilo y dormido.



Al otro día desperté y Gaia no estaba en la cama. Creí que tal vez estuviese en el baño, o algo por el estilo. Las mujeres madrugan y van directo al baño a ver su estado anímico, mientras se cepillan los dientes lo reparan. Sera que digo esto porque tengo una hermana que suplica al dios del espejo para verse esplendida el día a día. Los hermanos son así, como seres desconocidos de sangre que saludan y con los que vamos fomentando comunicación. Verifiqué que allí no se encontraba ¿Puede qué el living? Tampoco. No era muy temprano. Dormí lo suficiente como para sospechar que puede que haya salido para algún sitio. Un ruido extraño se escuchaba desde una azotea. Eran como golpes de martillo que se dividían en tres y luego una pausa. No presté atención y seguí mis quehaceres de desayunar. Tomé mi móvil celular a ver si tenía un mensaje. De ella por supuesto, nadie me escribía. No, nada en absoluto. Bueno, debe haber salido. Tampoco vamos a realizar una investigación policial sobre el asunto.



- ¡Ahh! ¡Caray! Ya se completa casi un mes de casados. Y a penas nos estamos conociendo. Es mi cultura me dijo. Y si no sale como lo









deseamos podemos dar de baja el acuerdo ¿Tanto embrollo? Nunca le pregunté si estaba en alguna religión. Si, preguntaré eso.



- ¡¡paff!!¡¡paff!!





El ruido de martillo se amplia. Desde el techo rujen los golpes de metal. Un estruendo se escucha nuevamente desde arriba con un sonido muy particular como si estuvieran perforando.



- ¿Veré de qué se trata?





Al salir estaba Gregory. Luna también había salido a raíz del batifondo, y la pareja que desconozco sus nombres.



- ¡Oh! Júpiter ¡Buen día! – Expresó Gregory.



- Buen día – Dije observando apenas el techo con un rayo de sol que segó mi visión. – ¿Qué ocurre?



Gregory me señala al techo. Gaia estaba colocando una antena de esas viejas con otro aparato. Luna quiso preguntarle, pero su notoria falta de curiosidad venció su pregunta, y solo remitió a observar la situación. Gregory solo salió a sacar la basura y se encontró con el hecho. La pareja hablaban entre ellos. Ernesto Gigs y Cin Estévez. A penas nos saludamos.



- ¿Ocurre algo? – Pregunta Ernesto. -



- No sabemos – respondí – ¡¡Cariño!! – Grite - ¡¡Cariño!! – Volví a gritar hasta que direccionó su mirada a mí



- ¡¡Danna!! –extiende el brazo saludando como si no ocurriese nada. Y prosiguió ahora soldando un metal.



- Gaia! ¿Qué rayos haces?



- Arreglo una línea de comunicación que se ha averiado.









Inmediatamente se nos formaron signos de interrogación en nuestras mentes de lo que expreso ella. Esa línea parecía de una empresa de móviles. La cual no recuerdo su nombre.



- ¡Diablos! ¡Me case con una loca! – Me dije resignado llevando mi mano a mi cara a tapar la vergüenza - ¡Baja de ahí! ¡Es peligroso!



- En cuanto termine. Te deje en la mesa unas tostadas cariño – Grita desde la punta sosteniendo una varilla. -



- ¿No será muy arriesgado? – Comenta Luna.



- Claro, opino lo mismo. Pero puede que hayas problemas de interferencia – Concluye Gregory.



- He tenido inconvenientes con la señal – Señalo Cin– Muy dedicada ella.



- Es verdad. Es muy oportuno tener alguien así aquí en los departamentos.

Fin del capítulo

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