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Algo diferente...
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Algo diferente...

– ¿Oye, muñequita, cuanto cobras por una tarde?
– Ven conmigo, te juro que te hace sentir como en el cielo.
– te daré 10 piezas de plata si meneas ese lindo trasero para mí.

El carruaje, con Madea adentro, se encontraba completamente rodeado de vándalos que venían con la intención de pasar un buen rato con la joven. Querían satisfacer sus propios deseos carnales y pensaban que con algunas monedas de plata o sorprendiéndola un poco lo conseguirían. De ese modo es cómo funcionaban las cosas en la villa verde normalmente. El dinero y la fuerza lo era todo. Bueno, de ese modo funcionaban las cosas en casi todo el mundo, sin embargo, en otros lugares manejarían las cosas con un poco más de diplomacia y etiqueta. Ellos no esperarían que la joven en aquel carruaje maltrecho, en realidad era una de esas “personas diplomáticas” que parecían vivir en un mundo diferente al de ellos.

“Soy más fuerte que ellos, soy más fuerte que ellos, soy más fuerte que ellos…”

Madea repetía constantemente en su cabeza tratando de convencerse a sí misma. Incluso si Maxi le había dicho todas esas cosas que le daban a entender que ella era más fuerte, ante sus ojos, un grupo de individuos con ropas hechas de pieles de bestias salvajes sin procesar, enormes músculos, cortes de cabello algo descabellados y enormes cicatrices de batalla; lucían mucho más rudos que una simple joven citadina, que vestía un traje de seda.
Finalmente, lo que Madea mas temía, sucedió y uno de esos individuos se tomó el atrevimiento de subir al carruaje, sentándose a un lado de ella.

– Pequeña muñequita ¿Te importaría dejar de ignorarme? ¿No sabes que soy una de las principales autoridades en estas calles? Si yo quiero algo, simplemente lo tomo y ya…

El hombre extendió su mano para acariciar el rostro de la chica, siendo interceptado por una ligera palmada que le desviaría hacia un lado.

– Quita tus sucias manos de mi vista, simio asqueroso…

Se dice que algunos grandes maestros les bastan una mirada para que su intención asesina se transmita y elimine a sus enemigos. La mirada de Madea ahora mismo no carecía de intensión asesina. Tal vez si el alma de la chica hubiese tenido un par de estrellas más, aquel sujeto ahora mismo estaría agonizando en el suelo.
La reacción esquiva de la chica molesto bastante al hombre. El desenvaino un puñal con el que planeaba amenazar a la joven y asustarla con el fin de que fuera más colaborativa, pero al ver la mano de su contrincante sobre la empuñadura del arma, Madea reacciono sujetando también su arma para darle una descarga eléctrica y luego con una fuerte patada lanzarlo fuera del carruaje. Los demás solo podían contemplar la escena aturdidos, viendo como la chica se plantaba en la puerta del vehículo con un aire imponente y amenazador.

– ¡Esta es la diferencia de poder de alguien con un alma de seis estrellas doradas! –Rugió ella para todos los transeúntes. Aunque no estaba muy segura de lo que eso en realidad significaba, sentía la necesidad de presumir de algún modo para mantener al resto a raya.

En el interior del establecimiento Maxi aún continuaba mirando a los humanoides enjaulados. No era como si estuviera buscando un esclavo al azar o algo por el estilo, estaba buscando a alguien en específico, una persona que había conocido en su vida anterior. Maxi no podía saber si realmente iba a encontrar a esa persona en este lugar, pero al menos sabía que cuando fue vendido como esclavo y traído aquí, esa persona ya había estado en este lugar desde algunos meses atrás. Eso era lo que le había dicho por aquel entonces. Pero incluso si había revisado casi todas las jaulas del gran salón, no podía encontrarle.

– ¿Ya se ha decidido por algo Jovencita? – El comerciante se acercó algo impaciente para preguntar. El comenzaba a dudar si aquella chica estaba realmente ahí para comprar.
– No estoy muy segura… ¿es este todo su inventario? No parece que tenga algo realmente de mi interés.

El mercader miro a Maxi de arriba abajo. Todo lo que él quería en ese momento era patearla fuera de su establecimiento, pero si fuera el caso de que ella era una cliente real, eso no le traería muy buena publicidad. Solo le quedaba una última opción, que la dejaría al descubierto si es que no era una cliente real y solo quería burlarse de él.

– Joven dama, tenemos en la parte de atrás una zona V.I.P. sin embargo, los clientes que desean entrar allí deben pagar una cuota de ingreso. La cuota tiene un valor de…
– No importa el precio –Presumió Maxi, dándole un pequeño saco repleto de monedas de oro al hombre. Solo espero poder encontrar algo bueno allí o mi mama no dudara en desenmascararlo como un fraude.
– Tsk… muy bien, señorita. Por favor sígame a la siguiente sala. –respondió el viejo guiándola de mala gana.

La siguiente habitación lucia más pulcra y sofisticada, con una mejor iluminación y las jaulas acomodadas sobre bases que normalmente serian usadas para exhibir esculturas. Otra diferencia con la anterior habitación, es que los esclavos que estaban entre estas jaulas, en lugar de llevar harapos mugrosos o simplemente desnudos, vestían finas túnicas blancas, hechas con una tela casi transparente, permitiendo ver los hermosos cuerpos que se suponía debían cubrir. Indiferentemente de su especie, estos esclavos eran todos muy hermosos; su valor probablemente sería inalcanzable para las personas comunes. Muchos de ellos, eran subastados, por lo que sus precios continuaban incrementando a cada minuto.

Una de las jaulas llamaba particularmente la atención de todos. En su interior se encontraba una joven mujer, de piel blanca como la luna en medio del cielo nocturno. Su cabello plateado ondeaba como rayos de luz reflejados en la marea y sus ojos rojos advertían del peligro que existía al quedarse contemplándola por mucho tiempo. Varias personas habían intentado comprarla en el pasado, pero no habían tenido éxito al intentar formar un contrato de maestro/esclavo, incluso había rumores de que algunos habían perecido en el intento. Bueno, si eso ultimo fuera cierto, probablemente aquella joven mujer ya habría sido ejecutada. Fuera de todo lo anterior, varios compradores que por su vestir y apariencia, se podía saber que venían de la alta nobleza o incluso de la realeza, estaban allí solo para intentar comprarla. Varios ofrecían enormes sumas de oro, pero la encargada de venderla solo podía negarse incómodamente, pues el requisito para su compra había sido comprobado hace mucho, no era la mayor suma de dinero.

Cuando Maxi miro a la joven mujer su mente fue inundada con imágenes de su vida pasada, Aquella vez que recién era traído a este lugar junto con otros muchos esclavos. El cuerpo del Maxi estaba lleno de heridas y graves quemaduras, resultado de una prolongada tortura. Al ver el mal estado de Maxi, el comerciante de esclavos había decidido usarlo para alimentar a las bestias mágicas. “Al menos así recuperare algo de lo que invertí en esa maldita cosa” era lo que el decía. Pero Dahmi, la joven mujer de aquella jaula, le impidió hacerlo.

– Amo, lo que tienes allí es invaluable. Si lo usas como alimento otros comerciantes se burlarán de ti por el resto de tu vida. Pero si me dejas cuidarlo hasta que sane, te puedo asegurar que tendrás enormes ganancias.
– ¿Tu que vas a saber? Solo eres una mercancía defectuosa que no logro vender ni por míseras monedas de cobre. ¿Cómo podría este mocoso medio muerto darme algo de ganancia?
– Porque lo que tienes ahí, no solo es un mocoso, también es una chica. Puede ser cualquiera de los dos según tu conveniencia. Eso es lo especial de su especie. Además, por el olor de su sangre puedo saber que no ha sido manchado hasta ahora. Si eso te parece poco, también puedo oler sangre noble provenir de él. Si no es la nobleza, comerciantes y mercenarios pagarían fortunas completas por tenerle.

AL comerciante de esclavos le tomo unos momentos decidirse, pero al final su deseo de ganancias lo convenció, dándole la oportunidad a Dahmi de curar al chico. Para Maxi, aquello fue un motivo para odiar a la joven mujer en un principio. Ella había revelado el secreto que lo había mantenido a salvo de las mentes perversas hasta ahora, el secreto que convertiría su vida en un infierno desde ese momento. Pero con el pasar del tiempo, el chico aprendió a agradecer la piedad que ella le había mostrado en ese momento.

Más tarde, durante el cataclismo que destruyo aquel primer mundo, ya que ambos habían sido comprados por el mismo amo, Dahmi tuvo la oportunidad de volver a salvarle la vida, aunque esto le costó la suya. Un débil Maxi, que, a pesar de su esfuerzo por subir de nivel, no conseguía realmente fortalecerse, a causa de su débil alma. El nunca habría logrado sobrevivir a tal catástrofe global. Pero Dahmi uso su ahora para cubrirlo y ponerlo a salvo hasta que todo hubiera terminado. Del otro lado, cuando el chico fue a buscarla, Dahmi tenía la mitad inferior de su cuerpo aplastada por una enorme roca. Con lágrimas en sus ojos, Maxi intento con todas sus fuerzas levantar aquella roca, llegando al punto en que sus dedos sangraron y se arrancó las uñas. AL final, solo pudo verla morir allí, sintiéndose completamente impotente.

– Esta vez no. –Se dijo a si mismo Maxi apretando sus puños– Las personas que aprecio… las personas que me brindaron sus manos cuando yo no podía hacer nada por mí mismo. Juro protegerlos a todos, incluso si tengo que usar al resto del mundo para hacerme más fuerte.

Armado de valor, Maxi paso por en medio de la multitud de compradores, hasta llegar junto a la mujer que se ocupara de aquella venta.

– Señorita, voy a comprar a esta esclava. –afirmo sin ningún titubeo. Todos alrededor le miraron molestos por aquella acción.
– di… disculpe joven dama –Respondió la vendedora con incomodidad– Sucede que esta venta ha estado aquí por un par de meses y aún no ha resultado un comprador que logre establecer un contrato con la esclava. Por eso, las personas que quieren comprarla primero necesitan intentar establecer el contrato antes de realizar la compra.
– No hay problema.

Maxi extrajo un cuchillo de las orlas de su falta, asustando a varios de los compradores, quienes saltaron hacia atrás, pero resulto que el cuchillo era para herir su propia persona. Ligeramente trazo un corte en su muñeca y luego puso la mano herida en el interior de la jaula. Todos estaban muy sorprendidos por las acciones de Maxi, en especial Dahmi se sentía no solo sorprendida, sino también delatada.

“¿Cómo es posible? ¡jamás mencione esto a nadie! ¿Por qué ella lo sabe?” Pensaba intentando resistirse al olor de la sangre. No quería ceder ante sus instintos, pero para ella que había pasado un largo tiempo encerrada en una jaula tratando de pasar por humana, no hubo forma en que pudiera resistirse y al final cedió, mordiendo desesperadamente la mano herida de Maxi para beber su sangre. En ese mismo instante las marcas elaboradas con sangre de bestias salvajes en el brazo de Maxi brillaron y se activaron, pasando al cuerpo de Dahmi, concretándose el contrato.

– Entonces, supongo que es una venta –Dijo Maxi a la boquiabierta vendedora– Tu maestro ya tiene el pago junto a la cuota de ingreso, así que si fueras tan amable de abrir la puerta de la jaula para que la joven dama pudiera venir conmigo…
– ¿Eh? ¡Si, en un momento! – la vendedora se apresuró en conseguir la llave de su bolsillo y cuando estaba pro abrir se detuvo al recordar algo importante– señorita, ¿no requiere antes ponerle un collar de sumisión? Últimamente ha habido muchos casos de esclavos intentando escapar de sus amos.
– No es problema. puedo confiar en la joven dama… también estoy segura que ella al menos siente curiosidad por conocer a su nueva ama.

Maxi miro a los ojos de Dahmi y esta, aun sintiendo escalofríos a causa de la sangre que acababa de beber, asintió con su cabeza. Nuevamente la vendedora se dispuso a abrir la puerta de la jaula, un poco nerviosa, siendo asustada por el grito de uno de los otros postores a comprarla.

– ¡Alto! – La voz provenía de un hombre de armadura plateada con bordes y cruces de oro blanco. Claramente un caballero de la guardia real. Solamente los mejores entre la nobleza del reino del Dragón Rojo, podían llegar a obtener un puesto entre la guardia real– No acepto esto. Esa chica se adelantó a todos e hizo esa cosa misteriosa que nadie puede afirmar si realmente fue un contrato de esclavitud. Además, no le pone un collar de sumisión después de que todos vieron que se trata de una especie peligrosa. Es más que claro que ella solo intenta ayudarla a escapar.
– ¿Ayudarla a escapar, dices? Creo que cada quien es libre de hacer con sus esclavos lo que le dé la gana una vez que ha pagado por ellos– Maxi volteo a ver al comerciante de esclavos de forma recriminatoria y añadió– Jefe ¿Es así como hacen negocios en este lugar? ¿Hace que un caballero de la guardia real intimide a sus clientes para quedarse con las ganancias sin entregar nada?

–Cof, cof, cof… – al hombre tocio incómodamente, viéndose en la necesidad de entrar en acción. Normalmente habría actuado a favor del caballero, pero tras ver el poderoso contrato que paso de la mano de la joven pelirroja a la otra mujer con quien nadie había podido lidiar hasta ahora, era claro que la ama de esa chica no era una persona común y corriente y el no sería quien la hiciera enojar– Estimado cliente, le ruego que se abstenga de hacer algo vergonzoso en mi establecimiento.

Si bien parecía que lo estaba corrigiendo, en realidad le estaba pidiendo solamente que lo que fuera a hacer lo hiciera una vez se hubieran ido de allí. Aquel comerciante solo era un cobarde de primera. La vendedora se quedó completamente inmóvil, lo mismo sucedió con el dueño del establecimiento, que no sabía que hacer más allá de eso. Al final el caballero chasqueo su lengua y se marchó. Aunque todo parecía haberse solucionado cuando Maxi se disponía a tomar las llaves de las manos de la vendedora, para finalmente abrir la jaula por su propia cuenta, noto la fiera mirada del resto de los individuos, que habían sido influenciados por las quejas der aquel caballero. Maxi soltó un largo suspiro y entonces hablo a la joven mujer de la jaula.

– Señorita Dahmi ¿Quieres hacer los honores?
– ¿EH? Sí, claro. –A Dahmi le tomo un par de segundos comprender lo que Maxi quería decirle, pero una vez lo capto, no tardo en golpear la puerta de la jaula, logrando derribarla en el acto. Tal demostración debería conseguirles algunos minutos para que pudieran retirarse del lugar, antes de que alguno de ellos consiguiera el valor de actuar e ir tras ellas.

Afuera, Madea esperaba con las riendas del carruaje en su mano, lista para que pudieran partir en cualquier momento. Maxi observo con curiosidad como los vándalos de las calles guardaban su distancia del vehículo, pero no le dio mucha importancia y subió, tomando la mano de Dahmi para ayudarla a subir también.

– ¿Está todo bien? – Pregunto Maxi a Madea.
– Perfectamente –respondió Madea muy segura de sí misma– ¿Quién es la dama que te acompaña? –Pregunto curiosa luego, ya que, aunque sabía el tipo de lugar al que había entrado el chico, al no ver un collar de sumisión en la mujer, no era capaz de asociarla como una esclava.
– La señorita Dahmi nos estará acompañando desde ahora. O al menos ese es el plan por ahora, más adelante ella deberá tomar una decisión.

La joven mujer, no se atrevió a decir nada al respecto y solo escuchaba atenta. Ahora mismo se sentía muy curiosa por Maxi y como podía haber sabido el hecho de que ella era descendiente de la raza vampiro, cuando era un secreto que su madre se había llevado a la tumba. Y para acabar de completar, esa joven pelirroja, con olor y esencia de hombre también sabia su nombre sin que ella se lo hubiera dicho. Incluso sin un collar de sumisión, Dahmi estaba muy interesada en seguirle hasta satisfacer su curiosidad. En su mente existía la posibilidad que ella o el, fuera también de la raza vampiro y que de algún modo ocultaba su esencia. Era la única explicación lógica a su capacidad de formar un contrato con ella por medio de su sangre.

Por su parte Maxi todo lo que sabía acerca de ella era porque en su vida pasada ella misma se lo había dicho durante el tiempo que compartieron sirviendo a un mismo amo. Uno que por su parte si era un vampiro y que por tal motivo había logrado hacer el contrato con Dahmi. El motivo por el cual Maxi termino en el mismo lugar, fue porque Dahmi le suplico a su amo que lo comprara también.

– Entonces… ¿Ya es momento de regresar a casa? –Pregunto Madea mientras ponía el vehículo en movimiento.
– No en realidad. Esto solo fue una parada extra. Aun debemos buscar a la persona que va a ayudarnos. Tu solo ve adelante, yo te diré donde girar.
– Comprendo, pero ¿No sería mejor si primero buscamos una posada
– Oh, descuida. El lugar al que vamos es una posada. Una de las mejores que hay en la Villa Verde si se me permite presumir.
– ¿Por qué presumirías de algo como eso? La villa verde no es una de las aldeas dentro del territorio de Cadia… ni siquiera es del gran imperio.
– Supongo que también está permitido presumir de tus aliados.

Escuchando la conversación de aquellas dos, Dahmi no pudo evitar intuir algunas cosas. Como el hecho de que aquella pelirroja era en realidad su nueva ama y no una enviada de esta como ella había dicho antes. O el hecho de que, aunque lucieran como dos chicas humildes, esas dos en realidad provenían de una prominente familia, pero aquello que intuyo en el momento y le dio suficiente importancia para decidir hablar, fue el lugar al que se dirigían.

– Perdón, jóvenes señorita. Si se me permite preguntar ¿La persona de la que hablan es Lady Blowm?

Maxi regreso la mirada con curiosidad hacia Dahmi. Era consciente de que, aunque ella le había contado muchas cosas de sí misma en su vida pasada, no se lo había contado todo, y esta era una de esas cosas que la no sabía. Maxi jamás se había enterado de Dahmi conociera a Lady Blowm.

– Es allí donde vamos. ¿Acaso algo va mal?
– No es eso. Es que van en la dirección equivocada.

Maxi asomo su cabeza un segundo por fuera del carruaje para verificar y volvió adentro confiado.

– Te equivocas, ya casi estamos allí, la posada muses.
– Pero la posada muses, pertenece al jefe de la aldea. El establecimiento que dirige Lady Blown siempre ha sido la taberna Blown…
– ¿Taberna Blown?... – Antes de que Maxi pudiera consultar más al respecto una fuerte jaqueca vino a su cabeza, soltando un gran grito de dolor, mientras caía inconsciente con su nariz sangrando.

Fin del capítulo

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