Capitulo 4: Eres mi esperanza

El silencio se cernía sobre la habitación de Aiden como un manto pesado, envolviéndolo en una atmósfera de soledad y desamparo.

El joven noble se encontraba sentado en el borde de su cama, con el rostro abatido y los hombros caídos, sumido en un mar de pensamientos tumultuosos y emociones desgarradoras.


El peso del menosprecio y la discriminación que había enfrentado a manos de su propia familia pesaba sobre él como una losa, aplastando su espíritu y dejando su corazón herido y vulnerable.

Se sentía atrapado en un laberinto sin salida, incapaz de encontrar una vía de escape de la opresión que lo rodeaba.


En medio de la penumbra de su habitación, Aiden se sentía como un náufrago en un mar de desesperación, con la oscuridad amenazando con engullirlo por completo.

Cada respiración era un suspiro cargado de angustia, cada latido de su corazón resonaba con la tristeza de un alma que anhelaba la libertad.


Y entonces, como un destello de luz en la oscuridad, una ventana de estado apareció frente a él, rompiendo la monotonía de su desolación.

En ella, se proyectaban varias características personales de Aiden: su nivel de cultivo, su nombre, su edad y el título de heredero de baja categoría que lo ataba a las cadenas de su linaje.

Era como si su propia identidad estuviera siendo reflejada ante sus ojos, recordándole quién era en un mundo que constantemente trataba de relegarlo al olvido.


Pero lo más sorprendente de todo fue la vaga imagen que se formó frente a él: un joven de cabello blanco como la nieve, largo y ondeante, con ojos carmesí que parecían arder con una intensidad sobrenatural.

Aiden parpadeó incrédulo, incapaz de creer lo que veían sus propios ojos.


Mientras tanto, en lo más profundo de la mente del joven noble, resonaban los pensamientos del misterioso joven de cabello blanco.

"Este es mi último esfuerzo para encontrar un huésped adecuado para mí", murmuraban las palabras en el abismo de su conciencia, como un eco lejano que apenas podía distinguirse entre el clamor de sus propios pensamientos.


Aiden se quedó inmóvil, contemplando la figura etérea que se alzaba frente a él, sin comprender completamente la magnitud de lo que estaba ocurriendo.

¿Quién era ese joven de aspecto sobrenatural que se había materializado ante él? ¿Y qué significaba esta extraña conexión que los unía?


Mientras el sistema, con la apariencia de un joven guapo, cerraba lentamente los ojos, sumiéndose en un letargo sueño sin amanecer, una sonrisa confiada se dibujaba en sus labios, como si supiera que había encontrado en Aiden al huésped adecuado para cumplir su propósito.

Y en medio de la quietud de la habitación, el joven noble se quedó solo con sus pensamientos, preguntándose qué depararía el futuro y qué papel jugaría en el destino que se avecinaba.

Fin del capítulo