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Capítulo 7: El Despertar de los Elementales
La luz del amanecer se filtraba a través de las hojas del bosque, bañando la Biblioteca Eterna con tonos dorados. Nahori y sus compañeros, aún con el eco de la victoria en sus corazones, se reunieron en el claro central. Eldrin, el mago elfo, se les unió, portando un tomo antiguo que irradiaba una luz mística.
“La batalla contra el dragón corrupto ha perturbado el equilibrio de los elementos,” explicó Eldrin. “Debemos restaurar la armonía antes de que los Elementales despierten en ira.”
Nahori asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Los Elementales eran seres poderosos que encarnaban los aspectos primordiales de la naturaleza. Si se desataban, podrían devastar los reinos.
El grupo se embarcó en una misión para encontrar los cuatro cristales elementales: Tierra, Aire, Fuego y Agua. Cada cristal tenía el poder de apaciguar a los Elementales correspondientes y asegurar la paz.
Lyra, la arquera centaura, guió al grupo a través del Bosque Susurrante, donde encontraron el Cristal de Tierra en una caverna protegida por enredaderas vivientes. Thane, el enano guerrero, demostró su valentía al escalar la Torre del Viento para reclamar el Cristal de Aire. Mira, la sirena, sumergió al grupo en las profundidades del Lago de los Espejos para recuperar el Cristal de Agua.
Finalmente, Nahori se enfrentó al desafío más peligroso: entrar en el Volcán de la Perdición para obtener el Cristal de Fuego. Con la ayuda de su Fénix de las Sombras, resistió el calor abrasador y las llamas vivientes, emergiendo victoriosa con el cristal en mano.
Al reunir los cuatro cristales, el grupo formó un círculo alrededor de la Biblioteca Eterna. Nahori, centrando su poder, invocó a los Elementales. Las criaturas majestuosas aparecieron, sus formas resplandecientes y cambiantes, y aceptaron los cristales, reconociendo el respeto y la valentía de los aventureros.
La tierra tembló suavemente, el viento sopló con una brisa refrescante, el fuego danzó con una luz amable, y el agua murmuró con tranquilidad. Los Elementales, satisfechos, se retiraron a sus dominios, dejando a los reinos en paz una vez más.
Con la armonía restaurada, Nahori y sus compañeros se convirtieron en leyendas vivientes. La Invocadora de la Luna Llena había demostrado que, con coraje y unidad, no había desafío demasiado grande ni enemigo demasiado poderoso.
La historia de Nahori continúa, y su legado se extiende por todos los rincones del mundo mágico.
Fin del capítulo
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