Capítulo 3: El Encuentro de Destinos

La aurora traía consigo el susurro de un nuevo día en la Ciudad de los Ocho Dragones. Mientras los primeros rayos del sol se filtraban a través de las nubes, Ariel y Gua continuaban su entrenamiento, cada día más cerca de dominar las Artes del Demonio Celestial.

Pero ese amanecer no era como los demás. Una energía diferente flotaba en el aire, una sensación de que algo o alguien estaba a punto de alterar el curso de sus vidas. Fue entonces cuando Lian decidió revelarse.

“Ha llegado el momento de que conozcan la verdad,” dijo Lian, emergiendo de las sombras con una presencia que demandaba respeto. “No están solos en esta lucha, y el poder que buscan es más grande de lo que imaginan.”

Ariel y Gua la miraron con sorpresa, pero también con alivio. Habían sentido su presencia protectora, pero nunca se habrían imaginado que su guardiana fuera una maestra de las artes marciales.

Lian les contó sobre Zhào y sus malévolos planes para controlar la ciudad. Les habló de los dragones, seres de poder inmenso cuya voluntad estaba ligada al destino de la Ciudad de los Ocho Dragones. “El libro que poseen es la clave,” explicó. “Pero deben estar preparados para enfrentar las pruebas que vienen.”

Con la guía de Lian, Ariel y Gua se sumergieron aún más en su entrenamiento, aprendiendo no solo a luchar, sino también a comprender la conexión profunda entre su arte y los dragones. La seda del guerrero se convirtió en su lazo con el poder antiguo, una fuerza que los unía a la tierra y al cielo.

Mientras tanto, Zhào no perdía tiempo. Con cada día que pasaba, su red de influencia crecía, y sus espías le informaban de cada movimiento de los hermanos. “Pronto,” murmuraba con una sonrisa cruel, “el poder de los dragones será mío.”

La Ciudad de los Ocho Dragones se encontraba en la encrucijada de un gran cambio. Los hilos del destino se entrelazaban, y cada decisión, cada acción, tejía la trama de una historia que estaba a punto de desplegarse en toda su magnitud.

Fin del capítulo