Capítulo 16: El Portal de las Sombras

La noche era densa y llena de inquietud cuando Ariel y Gua lideraron a su grupo de valientes guerreros hacia el reino vecino. La energía de los dragones resonaba en sus almas, y sus nuevas habilidades les otorgaban una ventaja formidable. Sin embargo, algo en el aire les advertía que esta batalla sería diferente a cualquier otra.

El reino vecino, conocido como Nyxar, estaba envuelto en una oscuridad profunda. Sus ciudades estaban en ruinas, y los habitantes vivían bajo el yugo de un tirano llamado Lord Malachai. Se decía que Malachai había hecho un pacto con las sombras, otorgándole poderes oscuros y una inmortalidad retorcida.

A medida que se adentraban en Nyxar, los árboles se retorcían como si sus ramas fueran garras esperando atrapar a los intrusos. El cielo estaba perpetuamente nublado, y la luna roja brillaba con una luz siniestra. Los guerreros sentían la presencia de criaturas invisibles acechando en las sombras.

En el corazón de Nyxar se encontraba el Portal de las Sombras, una abertura dimensional que conectaba su mundo con otros reinos oscuros. Lord Malachai lo custodiaba ferozmente, y su objetivo era abrir el portal por completo para liberar a las entidades malignas que yacían más allá.

Ariel y Gua sabían que debían detenerlo. Se enfrentaron a hordas de criaturas sombrías: espectros, demonios y pesadillas vivientes. Los discípulos de la escuela de artes místicas luchaban con valentía, canalizando sus energías para proteger la Ciudad de los Ocho Dragones.

En la cámara del portal, Lord Malachai los esperaba. Su piel era pálida como la luna, y sus ojos brillaban con una malicia inhumana. “¿Qué hacen aquí, semidioses?” gruñó. “Este mundo está condenado. Las sombras prevalecerán”.

Ariel levantó su mano, invocando una tormenta de relámpagos. Gua concentró su mente, creando una barrera psíquica para proteger a los guerreros. Juntos, atacaron a Malachai, pero el tirano era más poderoso de lo que imaginaban.

El portal comenzó a abrirse, y las entidades sombrías se retorcieron, ansiosas por escapar. Pero entonces, una voz resonó desde el interior del portal. Era el anciano maestro de las Montañas Celestiales, quien había seguido a los hermanos en secreto.

“¡Ariel, Gua!” exclamó. “El verdadero poder no radica en la fuerza bruta, sino en la sabiduría y la unidad. Canalícenlo juntos”.

Los hermanos se miraron y entendieron. Unieron sus habilidades: Ariel creó un vórtice de energía y Gua lo guió hacia el portal. Las sombras se disiparon, y el portal se cerró de golpe, atrapando a Lord Malachai en su interior.

El anciano sonrió. “Han demostrado ser verdaderos Guardianes del Dragón. Pero recuerden, el equilibrio entre la luz y la oscuridad es frágil. Deben protegerlo siempre”.

Y así, Ariel y Gua regresaron a la Ciudad de los Ocho Dragones como héroes. La escuela floreció, y los semidioses continuaron enseñando a las nuevas generaciones. Pero en sus sueños, aún veían las sombras acechando, recordándoles que la batalla nunca termina.

Fin del capítulo