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Capítulo 15: Primera arena
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Capítulo 15: Primera arena

Hoy era el día. El día en que se decidiría un nuevo futuro para muchas personas. Empiezan los juegos del coliseo. También conocido como la ceremonia del León Gladiador. Una lucha encarnizada entre los mejores luchadores de cada región del país. Las ocho facciones que participan bajo el nombre del emperador. Se presentarán con diez integrantes con el objetivo de ganar y ofrecer un espectáculo único en todo el mundo.
Miles de personas de todos los lugares se reúnen aquí para verlo. Sentir la emoción de un combate a muerte era lo más impresionante que uno podía presenciar.
La facción ganadora tendrá derecho a llevar a cabo las riendas políticas y económicas del país. Además de que el último gladiador sobreviviente tendrá derecho a la vida de nueva. No importa quiénes hayan sido antes. Ladrones, asesinos, personas discriminadas, desconocidas o criminales. El que se alce con la victoria será reconocido en el mundo entero.
En la primera arena todos los luchadores de una facción saldrán juntos para combatir en equipo contra otros guerreros que servirán como una prueba.
Para ver quiénes son dignos de seguir en las siguientes clasificatorias tendrán que sobrevivir en este evento cruel y sanguinario.
Luego de la primera arena las siguientes clasificaciones serán octavos de final, cuartos de final. semifinal y el último evento. La gran final que será contra el guerrero que haya ganado en el anterior León Gladiador de hace cinco años.
Las normas más importantes de los juegos serán.
No se permitirá ninguna intervención externa de la arena de lucha hasta que los gladiadores hayan terminado su combate y se declare el ganador.
Las armas que se usarán serán puestas por la organización que prepara a los luchadores del coliseo por lo que no se pueden usar armas que no hayan sido supervisadas.
El uso de magia está permitido sin embargo está prohibido llevar cualquier tipo de ayuda externa como hechizos o algún tipo de encantamiento antes del combate.
La lucha no termina hasta que uno de los contrincantes muera o ya no pueda pelear. Solo entonces el público decidirá si el perdedor vivirá un día más o, será ejecutado bajo la orden del emperador.

『???: ¿Qué mierda es esto? 』

『???: Póntelo chaval. Si quieres sobrevivir ahí afuera más te vale que lo lleves puesto. 』

Dentro de un cuarto estaban reunidos diez hombres. Los luchadores de la facción de Rusnerio liderada por el marques Alberto. Donde estaría ahora Neizan entre ellos siendo supervisado. Entre estas personas había un gladiador experimentado que fue el que le resultó a Neizan la ropa que debía llevar para esta ocasión.
Neizan llevaba puesto unas pieles bajo una ligera armadura de metal de color negro cubrían todo su torso. Unos guantes de cuero en las manos. Un brazal en el brazo izquierdo. Una hombrera en el hombro derecho con el símbolo de un león grabado en el metal.
Solo faltaba una última cosa. Un casco que estaba sujeto en las manos de aquel hombre. Neizan cogió el casco y lo estuvo revisando por unos segundos. El tacto frio del metal y su dureza se podrían sentir en la piel. Luego dirigió su mirada a los ojos del hombre que lo observaba.

『Hombre: Ponte eso antes de salir afuera a la arena. Para un gladiador las impresiones son igual de importantes que sus hazañas. Debes causar el temor en tus enemigos nada más te vean. 』

『Neizan: ...Si. ¿Cuántas veces has estado aquí? 』

『Hombre: La verdad nunca he pisado este lugar. Las luchas que he tenido como gladiador hasta ahora fueron en otro sitio lejos de aquí. 』

『Neizan: ¿Normalmente no suelen reunir a los mejores luchadores? 』

『Hombre: Solo tres facciones de las ocho suelen poder darse el lujo de hacerlo pero... 』

『Neizan: ¿Pero qué? 』

『Hombre: El resto solo suelen personas sin ningún renombre. Solo gente que hayan sido esclavos o condenados vienen aquí. Eso nos incluye a nosotros. 』

『Neizan: ¿Cuál fue tú delito? 』

『Hombre: El único delito que cometí en esta vida al parecer fue nacer como hijo de una esclava. 』

『Neizan: Lo comprendo... No pudiste ser más desafortunado. 』

『Hombre: ...Solo espero poder ver a mi mujer e hija alguna vez más. 』

『Neizan: Seguro que algún día los verás. 』

Imaginando como seria poder volver a ver a su esposa e hija. El hombre suspiró y cerró los ojos por un momento. Abriéndolos de nuevo se fijo en la cara del chico que lo miraba.

『Hombre: ¿Y cómo terminaste tú aquí siendo tan joven? 』

『Neizan: Digamos que soy un voluntario. 』

『Hombre: ¿Voluntario? ¿Estás loco? Nadie en los últimos veinte años quiere ofrecerse voluntario de esta mierda. 』

No era un escenario habitual así que para una persona que lleva toda su vida siendo un esclavo le resultaría un acto imprudente arriesgar aquí tu vida cuando simplemente puedes tomar otra ruta.

『Neizan: Entonces debo estar mal de la cabeza. 』

El hombre se rio en voz alta al escuchar a Neizan admitir su locura.

『???: Ya es la hora vamos. 』

Fuera de la habitación se escuchó a un hombre que sería un guardia. Todas las personas que estaban sentadas se levantaron ahora de inmediato. Ellos fueron dirigidos hacia la entrada en donde estaban parados los guardias.

『Hombre: ¿Eres fuerte? 』

『Neizan: Mph eso creo. 』

『Hombre: Ya veo, por el trato que tienes con Alberto debes serlo. 』

Dejando salir el aire con un suspiro Neizan contestó.

『Neizan: Si... 』

『Hombre: Es un alivio escuchar eso. 』

Caminando hasta pararse en una gran compuerta se podía escuchar ya las voces de la multitud de personas que estaban alzando sus gritos. Fue entonces cuando Neizan se puso el casco.
Detrás de él una mano le toco de repente el hombro. Era la voz del mismo hombre de antes con el que había hablado quien ahora le aconsejaba de nuevo.

『Hombre: De todas formas si consigues gustar al público chico. Puede que te perdonen la vida para el momento en que llegue tu hora. 』

『Neizan: Ya... Aunque ahora estemos con un pie en el infierno y otro en el cielo. Espero que salgamos de esta. 』

Los ruidos de las cadenas y el movimiento de las grandes puertas de madera que se abrían comenzaron a dejar entrar la luz de afuera.
Los primeros de la fila del grupo de hombres fueron los que pasaron. Hasta que llegó el momento de Neizan poner un pie en la arena del anfiteatro.
El ruido del publico había aumentado y ahora sonaba más fuerte que antes. Dando un rodeo a las vistas, se podía decir que allí habían más de cien mil personas reunidas observando a los hombres que estaban caminando hasta el centro del área abierta.
Este anfiteatro tenía más de ochocientos años. Era como una gigantesca jaula sin techo. El olor de aquel lugar llamaba mucho la atención. Un pestilente aroma a sangre fluía en el ambiente. Tal vez fuera por el incontable número de muertes y sacrificios que abrían tenido lugar aquí. Tiñendo la tierra de un color rojo que quedaría grabado en ella por mucho tiempo.
En las miradas de aquellas personas se podía apreciar su sed de sangre. Estaban impacientes por ver empezar el espectáculo y a su vez emocionados por ver a los primeros luchadores.
La piel de Neizan sudó frío en aquel lugar. Había quedado totalmente impactado por unos momentos y por su mente pasaba, ¿cómo era posible que el ser humano llegara hasta este punto? Ver como personas intentaban matar a otras. Tratados como perros de pelea al que les arrebataban su libertad sin piedad. Sus vidas y esperanzas no eran más que un juego para ellos.
Cuando los diez hombres que pisaban la arena se reunieron en el epicentro de ella. El emperador que estaba aposentado en un lugar bien diferenciado de la grada al resto de los demás se levantó y dio unos pasos al frente. Toda la gente quedó en cuestión de segundos en silencio luego de verlo actuar.
Un hombre de pelo rubio y ojos de color carmesí. Una piel blanca cubierta de una expresión llena de poder en su mera presencia. Con una sonrisa vanagloriada por los dioses movió sus labios para pronunciar unas palabras.

『Emperador: Me alegra de poder veros a todos aquí reunidos de nuevo. 』

『Emperador: Consagra decir que sois afortunados de verme a mí, vuestro emperador. Y a mi propio espectáculo una vez más este año. 』

『Emperador: En cuanto a vosotros, mis gladiadores. Espero veros derramar hasta vuestra última gota de sudor y sangre en esta arena bendecida por los dioses. Ganaros con ello el corazón del público aquí presente. Ganaros el respeto y la gloria que deseáis. Demuestren ser dignos en esta primera arena para participar en el León Gladiador. Así podréis levantar vuestras cabezas con orgullo y demostrarle a este mundo quienes sois. 』

『Emperador: Todos estamos impacientes por ver lo que nos espera este año. ¡Así que comiencen los juegos del coliseo! 』

Levantando ambos brazos extendidos a los lados mientras miraba a los hombres que estaban por debajo suya. Las trompetas sonaron y el publico alzó la voz con una gran fuerza. Viendo ahora como varias compuertas como las que ellos acababan de pasar se abrían los gladiadores tensaron su cuerpo y se prepararon para lo que venía.

『???: ¡Ya empieza! ¡Agrupaos los que no queráis morir! ¡Recordad! ¡Juntos somos más fuertes que por separado! 』

Uno de los gladiadores llamó la atención del resto haciendo que estos formaran un círculo defensivo. El mismo hombre que había hablado con Neizan tomó el liderazgo en un grito de coraje. Puestas sus miradas a cada rincón mientras veían aquellas puertas abrirse. La adrenalina comenzaba a drenar la piel de cada guerrero bajo el sudor de sus frentes y el calor de la luz del sol alzado en el punto más alto del medio día.

No tan lejos del emperador estaban reunidos en la grada en una zona reservada las ocho facciones que participarían. Lina, Arthur y Meilia veían con atención el lugar donde estaban los gladiadores. Ellos no podían distinguir quien era Neizan desde esta distancia, pero esto se los aclaró el marques Alberto que también se encontraba a su lado junto a Miguel viendo el espectáculo.

『Alberto: Solo fijaros bien en el que más destaque a la hora de la batalla. 』

Dejando por entendido que Neizan serian el eje principal del este espectáculo con total seguridad. Mientras que Miguel asintió con la cabeza y dijo.

『Miguel: Si... Vamos Neizan. 』

Cuando ellos escucharon esas palabras, una parte de sus inseguridades habían desparecido y ahora empezaron a animar a Neizan. Entre los tres asientos estaba Arthur con cara de asustado. A la izquierda de él se encontraba Lina preocupada también. Y por último a su derecha estaba Meilia viendo callada y en desconcierto por lo que ocurriría ahora ya que nunca supo casi nada de cómo sería este acontecimiento.

『Arthur: Claro... Es verdad Neizan siempre se las arregla. ¡Vamos Neizan! 』

『Lina: ¡Vamos Neizan tú puedes! 』

Lina no dijo eso en voz alta. Pero en su mente, en su corazón, mientras sostenía su pecho ella estaba declarando esas palabras. Aunque Neizan no podía escucharlos decir su nombre por el alboroto del público. Él estaba convencido de que ahí en alguna parte se encontraban ellos. Viéndolo a él, animándolo, y deseándole toda la suerte del mundo.

Llegando la primera oleada. Unos caballos salieron a toda velocidad de aquellas entradas. Tres carruajes de caballo con dos de estos en cada uno. En ellos iban cuatro soldados armados con lanzas y arcos. Una lluvia de flechas comenzó a caer sobre los gladiadores. Entre ellos uno fue rápidamente alcanzado en un hombro. Dejando salir el primer grito de dolor y derramando la sangre que empezaría a teñir los suelos de la arena. Entre los gladiadores iban armados con lanzas, espadas y escudos. Blindados por ligeras armaduras y cubriendo sus rostros con cascos. Neizan no era una excepción y estaba ahí junto a ellos como si fuera un igual.

Luego de la primera ronda de flechas que vinieron de las que varias fueron bloqueadas por los escudos. Los caballos que corrían rodeando en círculos alejados por la extensa llanura del campo de batalla, cambiaron de rumbo dos de ellos dirigiéndose hacia la piña reunida de gladiadores. En cada rueda de las carrozas había dos mortíferas cuchillas largas que giraban a alta velocidad. La primera carroza que llegó por un franco distinto terminó siendo esquivada, pero la segunda que llegó instantes antes no pudo ser evadida fácilmente. Uno de los gladiadores quedó a merced de las cuchillas rotatorias que atravesaron completamente una de sus piernas dejando al hombre tirado en el suelo gritando. Chorros de sangre esparcían por el suelo.

Aunque el enemigo había golpeado fuerte acto seguido de pasar el carruaje una lanza que voló hacia ella atravesó por completo a uno de los soldados que iban en la carroza. El arquero había sido completamente abatido cayendo al suelo de la arena. Y quien había acertado no había sido otro que el joven chico. Neizan estaba ahora sin lanza, pero ellos tenían ahora uno menos mientras que él desenvainó su espada. Aunque de repente de su espalda sintió un fuerte impacto en forma de punta penetrar su armadura y atravesar su piel. Una flecha le había acertado desde el tercer carruaje que era el que faltaba por dirigirse hacia ellos.

El intenso dolor hizo que Neizan dejara salir un grito con fuerzas, aunque para su suerte la flecha no había alcanzado ningún punto vital y tampoco se había clavado profundamente. De todas maneras, el combate siguió y los hombres que veían a la carroza acercarse de nuevo fueron hacia ella bloqueando su cuchilla con los escudos bajos mientras que los hombres de atrás bloquearon las flechas con los escudos arriba y acometieron con sus lanzas llegando una a apuñalar a otro arquero.

Los corazones de todos estaban siendo bombeados con el nerviosismo y la tensión del ambiente. El miedo invadía sus corazones, pero no los hacía ceder a sus esperanzas por un fuerte sentimiento e instinto de supervivencia que haría todo lo posible para sobrepasar a esta situación. Fue entonces que una bola de fuego apareció de la nada impactando en uno de ellos. El fuego ardía vivamente sobre el pobre hombre que cayó al suelo y comenzó a rodar mientras gritaba de agonía al dolor.

Fijándose bien de donde vino el ataque en una de las carrozas había un mago que estaba atacando con bolas de fuego desde la distancia y en su carroza. Los siguientes ataques ya fueron prevenidos por lo que los gladiadores pudieron bloquear el fuego con sus escudos. A su vez otra carroza se acercaba de nuevo hacia ellos. El compañero de Neizan se percató primero y este le avisó para que mirara. Ambos fueron a por la ofensiva esta vez por lo que el hombre lanzó su lanza e impactó sobre el conductor del carruaje, en mientras que Neizan corría directo hacia los caballos y pegó un gran salto en el que con un giro de su espada decapitó a un soldado. Consiguiéndose subir al carruaje y rápidamente con una velocidad que apenas se podía apreciar, cortó la cabeza del soldado restante que quedaba en pie sobre el carruaje.

Cuando el impacto de una flecha llegó a él notó su casco retumbar. La flecha había sido desviada por el metal, gracias a eso evitó que el carruaje que ahora lo seguía detrás le acertara y pudiera protegerse luego con su escudo para evitar ser alcanzado por las demás flechas. Viendo en el suelo de madera del carruaje encontró los cuerpos fallecidos derramando sangre y a un lado estaba el arco con flechas. Neizan agarró el arco mientras dejaba su escudo que lo protegiera, y en unos segundos él tomó la flecha tensándola sobre la cuerda del arco. Ahí él se puso de pie mostrando ahora su figura que apuntaba hacia el carruaje. El tiro fue directo a la cabeza de uno de los arqueros. Pero luego de eso vino una bola de fuego que impactó destruyendo el carruaje. El saltó con su espada y escudo aterrizando en el suelo.

En el otro frente de la acción estaban los gladiadores lidiando con el segundo carruaje. Ya que solo quedaban dos fueron decididos y seguros al frente. Varias lanzas volaron hacia este alcanzando uno de los caballos y otra clavándose en un arquero. El caballo calló al suelo lo que hizo que el carruaje perdiera el control y terminara por volcarse haciendo que todos terminaran en la arena. Los sobrevivientes que quedaron apenas tuvieron el tiempo para levantarse ya que el grupo de gladiadores fueron con sus lanzas y espadas a ejecutarlos.

Quedando ahora únicamente un carruaje con tres hombres. El conductor, un arquero y el mago. Mientras que del grupo de gladiadores quedaban en pie ocho de ellos, aunque algunos estaban heridos por las flechas. Sonando de nuevo el estruendo de las trompetas. De unas puertas más pequeñas salieron una docena de soldados. Esta vez iban bien armados con escudos y blindados por armaduras que cubrían más sus cuerpos, llevando unos cascos que los hacían parecer demonios de batalla, indicando así que ya había comenzado la segunda ronda de la arena.

Cuando vieron a estas cuadrillas de hombres avanzar desde tres ángulos distintos. Los tenían rodeados al grupo de gladiadores siendo que estos fueron golpeados de nuevo por bolas de fuego que apenas podían resistir con los escudos por el efecto de las llamas que se expandían. Neizan estaba ahora apartado de ellos al frente de cuatro de estos soldados que se dividían para rodearlo. Nada más fueron a por el chico en un abrir y cerrar de ojos ya había abierto un hueco entre ellos. Ya que uno de los hombres había perdido el brazo que sostenía su espada.

Gritando de sufrimiento. Desde la espalda de este sobresalió una espada en su pecho. La espada fue retirada después, dejando caer el cadáver al suelo viéndose la figura del gladiador que tenían enfrente. Los tres soldados al ver esto decidieron juntarse en vez de seguir separados para rodearlo ya que habían presenciado lo que pasaría si se enfrentan en uno contra uno al chico, que aunque estuviera rodeado era lo suficientemente rápido y hábil como para dejar incapacitado a uno de ellos sin dificultad.

『Neizan: ¿Qué os pasa? Si no venís vosotros iré yo. 』

Viendo como este fue de frente hacia ellos. Neizan comenzó una pelea contra estos tres a la vez. Bloqueando todos sus ataques de espada, Neizan aprovechó la apertura de uno de ellos para patearlo duro en el escudo, enviándolo unos tres metros atrás hasta caer al suelo por el fuerte retroceso de su patada. Dejando ahora estos dos contra la feroz embestida de ataques del chico. Mientras tanto en el otro frente lamentablemente las cosas no iban tan bien.

Los gladiadores estaban cayendo abatidos, cediendo al cansancio y las heridas. Ahora solo quedarán cinco de ellos contra seis soldados. Solo habían conseguido derribar a dos de ellos y sin embargo aún tenían que seguir resistiendo los ataques que provenían de la carroza restante.

『???: ¡Mierda! ¡¿Qué hacemos!? 』

『Líder: ¡Aguantemos todo lo que podamos! 』

Fin del capítulo

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