Capítulo 1
El expreso de los muertos
Prologo
-Sabías que terminaría así- la voz sonaba lejana, casi a un eco que se perdía y distorsionaba en las sombras. La oscuridad la rodeaba envolviéndola, apresándola, robándole el aliento. Se escuchó así misma gritar, pero todo parecía tan ajeno en aquella oscuridad que incluso su voz no parecía suya.
-Aun así- continuo la voz que venía de ningún sitio y todos a la vez- debo admitir que fue divertido… casi debería agradecerte- la voz comenzó a reírse con sorna. ‘Esa voz’ sabía que debía conocerla de algún lado, pero no podía pensar, las sombras, la oscuridad la engullían cada vez más impidiéndole pensar - ¡Basta! – grito otra voz con autoridad. Esta vez pudo saber de inmediato de quién se trataba, pero eso no la tranquilizo, por el contrario pudo sentir como la opresión contra su pecho crecía considerablemente mientras una sola palabra escapaba de sus labios…
-¡Madre!- Annette cayó de la cama enredada entre sus sabanas. Desorientada y un poco dolorida se puso de pie y miro al reloj despertador en su buro junto a la cama que marcaba las 8:32 de la mañana- qué pesadilla tan rara- dijo casi en un susurro mientras su mano se paseaba por sus cabellos rojizos en un intento de alaciar el desorden que era su cabello por las mañanas. Trato no con mucho éxito de recordar de qué trataba su sueño mientras se duchaba y terminaba de ponerse a punto para salir. Finalmente se rindió mientras tomaba su desayuno, al final no era más que un sueño, no tenía por qué estar perdiendo sus nervios por algo así, no hoy, hoy tenía cosas mucho más importantes que hacer, llevaban demasiado tiempo posponiendo esto, entre la escuela y el trabajo siempre encontraban una excusa para retrasar el viaje, pero ya no más, Lucy por fin había salido de vacaciones de su colegio y Chris había pedido unos días en el trabajo. Por fin podrían tomar esas vacaciones juntos. No pudo evitar sonreír ante la idea, parecía un sueño, llevaban… ¿Cuánto? Annette permaneció un momento pensativa sentada frente a un plato de cereales a medio terminar. No recordaba cuando habían planeado el viaje, era como algo que siempre había existido allí, un plan que existía prácticamente en cualquier recuerdo que tenía con ellos- Santo cielo- se dijo aún sorprendida por la idea- llevamos tanto tiempo posponiendo esto que ya ni siquiera recuerdo- tendría que reprender a sus amigos más tarde cuando los viera, de momento tenía muchas cosas por hacer.
El reloj marcaba seis menos diez cuando Annette cerró la maleta. Había tardado mucho en empacar, pero creía que no había olvidado nada, se cerró la sudadera y se colgó el morral al hombro. Las rueditas de su maleta de mano eran el único sonido que la acompañaba por su silencioso departamento. No es que el silencio la hubiese molestado nunca, de hecho, a pesar de lo que la gente pudiera pensar, había momentos en los que agradecía la tranquilidad de su hogar; sin embargo, hoy no era uno de esos días. No sabría explicar muy bien el porqué, pero llevaba todo el día con una extraña sensación, algo que le oprimía el pecho, quizá esa estúpida pesadilla le estaba afectando más de lo que quería reconocer, pero… ni siquiera recordaba que es lo que había soñado- Basta Ana, no hoy- se dijo frotándose los ojos con el pulgar e índice, llevaban mucho tiempo esperando esto, quería, no, necesitaba estas vacaciones. Cerró la puerta y salió de su edificio. La recibió la suave brisa del invierno. Si bien no era tan tarde ya empezaba a oscurecer, era quizá lo único que no le gustaba de la temporada, de niña era igual, odiaba que oscureciera más temprano, eso era menos tiempo que podía pasar jugando fuera. Como si entrenar toda la mañana no fuera suficiente… estudiar – Se detuvo en la parada del bus – estudiar toda la mañana en el colegio era horrible, nunca se le había dado bien la escuela, le gustaba considerarse a sí misma como un espíritu libre, en cuanto tuvo la oportunidad la abandono… no es que eso hubiera sido mejor tampoco, pero por lo menos ya no le ofuscaba la idea de ir a una buena academia, tomar una carrera y decidir su futuro por los próximos cuatro o cinco años. Soltó un suspiro, el solo recordarlo la abrumaba, sin duda era mucho más feliz ahora fuera de todas esas decisiones y responsabilidades… su responsabilidad- ¿Qué?
El autobús se detuvo frente a ella sacándola de sus pensamientos, ella se levantó casi de un salto y se apresuró a subir, ahora con un único pensamiento en mente. ‘Estas van a ser las mejores vacaciones de mi vida’.
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