Capítulo 9: El Despertar de Zamorak

El regreso de Ada y Horacio a Zamorak fue recibido con una mezcla de asombro y alegría. Las historias de su viaje ya habían llegado al pueblo, y la gente se reunía en las calles para darles la bienvenida.

Ada, con su estatura imponente y su voz que resonaba como un eco de montañas lejanas, comenzó a compartir las experiencias de la conferencia. Habló de los rostros que había visto, de las historias que había escuchado, y de cómo cada uno de ellos era un hilo en el tapiz de la humanidad.

Horacio, por su parte, desplegó las obras que había llevado consigo. En el centro de la plaza, bajo el sol de la tarde, las pinturas brillaban con un nuevo significado. Eran más que colores y formas; eran mensajes de esperanza y unidad.

Los jóvenes de Zamorak, inspirados por Ada y Horacio, comenzaron a soñar en grande. Se formaron grupos de discusión, talleres de arte, y se planearon festivales. La magia de Ada, que una vez había sido motivo de miedo, ahora era vista como un regalo, una herramienta para construir puentes entre las diferencias.

El capítulo termina con una celebración en la plaza de Zamorak. Música, baile, y risas llenaban el aire. Ada y Horacio, en el centro de todo, no solo habían traído el cambio a su pueblo, sino que habían encendido una llama que iluminaría el camino para muchos otros.

Zamorak ya no era solo un lugar en el mapa; era un símbolo de lo que podía lograrse cuando el corazón y el arte se unían para hablar en nombre de todos.

Fin del capítulo