Capítulo 17: El Despertar de los Guardianes

Mientras el alba se esparcía sobre la Montaña de los Sueños, Ada y Horacio se preparaban para lo que sabían que sería una jornada trascendental. El Núcleo Estelar, ahora latiendo suavemente en la mochila de Ada, parecía estar en sintonía con el despertar del mundo.

“Debemos ir al Observatorio de la Cima Celeste,” dijo Ada, su voz llena de un propósito renovado. “Allí podremos descifrar los mapas estelares con mayor precisión.”

Horacio asintió, consciente de que cada paso que daban los acercaba más a la verdad que buscaban. Juntos, emprendieron el ascenso por la montaña, cada curva del camino revelando vistas más impresionantes de la vastedad del cielo.

Al llegar al observatorio, se encontraron con una estructura antigua, sus paredes cubiertas de símbolos astronómicos y ecuaciones matemáticas. En el centro, un telescopio gigante apuntaba hacia el infinito.

Ada colocó el Núcleo Estelar junto al telescopio, y de inmediato, el dispositivo cobró vida, sus lentes ajustándose para alinearse con las coordenadas que les habían sido reveladas. Las pantallas alrededor de la sala comenzaron a mostrar constelaciones y cuerpos celestes, algunos reconocibles, otros completamente nuevos.

“Esto es increíble,” murmuró Horacio, mientras sus dedos seguían las líneas de luz que conectaban las estrellas en la pantalla. “Estamos viendo el universo a través de los ojos de los antiguos.”

Ada, concentrada, comenzó a interpretar los patrones, su mente trabajando a la velocidad de la luz. “Estos no son solo mapas,” explicó. “Son historias, leyendas escritas en el cielo. Cada constelación es un capítulo, cada estrella, una palabra.”

La revelación los dejó sin aliento. No solo habían encontrado un atlas, sino también una biblioteca celestial, un compendio de conocimiento codificado en la danza de los astros.

De repente, el Núcleo Estelar emitió un pulso más fuerte, y una nueva serie de coordenadas apareció en las pantallas. “Es una invitación,” dijo Ada, sus ojos brillando con emoción. “Un nuevo mundo nos está llamando.”

Horacio miró a Ada, su determinación reflejada en su mirada. “Entonces, ¿qué estamos esperando?”

Con el Núcleo Estelar como su brújula, Ada y Horacio se embarcaron en su nave, el Destello de la Aurora, y se lanzaron hacia el vacío estrellado, listos para descubrir los secretos que el universo les tenía reservados.

Mientras la nave se alejaba de la Tierra, una estrella fugaz cruzó el cielo, como si aprobara su valiente búsqueda. El viaje de los Guardianes del Conocimiento estaba lejos de terminar; de hecho, acababa de comenzar.

Fin del capítulo