"Escucha, pecador, Yudrain Aile". Una voz abstracta llegó desde encima de su cabeza. "Eres un pecador que olvidaste tu deber y responsabilidad como comandante de la Caballería, e intentaste conspirar contra el mundo con tus inatacables pretensiones. Te atreviste a engañar al mundo y también intentaste robar la Esfera del Mundo invadiendo el santuario prohibido. ¿Admites que intentaste huir a otro país cuando la verdad salió a la luz, la verdad que se reveló y se relacionó con el asesinato del duque de Peletta hace nueve años, la destrucción de la Torre de la Perla hace siete años, y los disturbios y el campo rojo hace cinco años?". Yuder rió para sus adentros. Era un gran pecador que pasaría a la historia durante mucho tiempo. ¿Había alguien aquí que quisiera saber la verdad cuando sólo recitaban las respuestas que ya habían decidido que eran la verdad? De todos modos, lo que querían creer no era la truculenta realidad de que el mundo pronto podría caer en una crisis existencial, sino la creencia de que el omega de medio pelo que originalmente era un plebeyo de poca monta se atrevía a conspirar contra ellos, por lo que matarlo lo resolvería todo. Mientras tanto, Yuder llevaba años vagando por el mundo, intentando encontrar a alguien que le escuchara y le creyera. Tantas señales decían que algo malo estaba a punto de sucederle al mundo. Yuder podía sentir algo tan grande que ni siquiera él podía decir qué se acercaba lentamente, pero nadie le escuchaba. Con su personalidad malhumorada y aguda, Yuder, que deambulaba repetidamente por el exterior sin familia ni contactos, estaba completamente aislado y recibía críticas por estar loco. Incluso en este momento, estaba completamente solo. Si realmente se hubiera marchado cuando le pidieron que se transfiriera al siguiente imperio, ¿habría experimentado esto? Yuder movió uno de los ojos que le quedaban para mirar el jade de la lejana plataforma. El lugar del emperador en la penumbra estaba vacío. En otro tiempo, sólo se apoyaba en él. El emperador que le susurraba y le ordenaba muchas cosas que no podían hacerse públicamente se apartó cuando Yuder fue capturado. En su lugar, un hombre se paró al lado del trono con un bastón de árbol espinoso negro. Incrustado en él hay una piedra roja. No hace mucho, el bastón pertenecía a Yuder. El uniforme que vestía como comandante de la Caballería y la autoridad para estar junto al trono le pertenecieron antaño. El hombre que está en su lugar fue una vez subordinado de Yuder. Un hombre que nunca antes se había atrevido a establecer contacto visual con Yuder ocupaba ahora su lugar. Su actitud con el bastón era notable. ¿Quién podría culparlo ahora? En retrospectiva, tantas cosas se habían perdido en nombre de una gran causa. Pensó que no se arrepentiría de nada cuando muriera, pero no fue así cuando se encontró ante la muerte. Muchas cosas se mezclaban y se arremolinaban en su cabeza. La terquedad y el orgullo que le habían sostenido. Mucho trabajo por hacer. Una pregunta sin respuesta. El primero en marcharse. El futuro después de su desaparición. Y... el rostro de alguien a quien se había visto obligado a reprimir. "......." "En la historia, nunca ha habido un criminal como este. El pecador no reflexiona en absoluto sobre sus actos, a pesar de haber cometido un delito en el que intentó aprovecharse de la confianza del Emperador y arruinar a toda la nación. Su Majestad está asqueado por la conmoción de poner en un puesto impropio a un hombre que no conoce su honor ni su responsabilidad. Así que el castigo del pecado es la pena de muerte, él va a ser decapitado aquí hoy. Bendito sea por siempre el generoso Emperador". WAAAAAA Los pétalos se agitaron y sonaron vítores. Yuder fue arrastrado hasta el altar mayor por los brazos de los soldados. En el altar especialmente construido para castigar al criminal prepotente, una gigantesca guillotina que hizo ver a todos la escena de la decapitación, hacía brillar una hoja azul marino. Una larga tortura arrojó su cuerpo aplastado como carne picada bajo la hoja. Hasta que su agujero de maná fue destruido, el extraño dolor, que tenía poco que sentir rodeado de una energía baja y suave, había sido abrumado sin aliento. Yuder jadeó mientras sentía que sus ojos se blanqueaban. Normalmente, los criminales condenados a muerte tenían la oportunidad de dejar un testamento, pero a Yuder no se le había dado tal oportunidad. Finalmente, Yuder miró al cielo azul, lo suficiente como para que sus ojos se enfriaran. Era extraño. Pensó que sería bastante injusto para él derramar lágrimas de sangre, pero no se sintió mal. Más bien se sintió aliviado al pensar que pronto podría librarse de todo este tedioso trabajo. Entonces, ¿qué le hacía tanta gracia a él, que estaba a punto de morir, a quién le importaba el futuro de todos modos? Fueron ellos los que no escucharon su maldita advertencia. /Ah, ya veo. En realidad estaba agotado..../ En cuanto se dio cuenta, la espada cayó de su cabeza. La muerte no era ni dulce ni dolorosa. ----------------------------------------- Yuder nació en un pequeño pueblo en la esquina del Imperio Orr. Creció bajo la tutela de sus padres y su abuelo, pero luego sus padres murieron, y su abuelo también falleció cuando él tenía 13 años. Desde entonces, se hizo cargo de todo él solo, desenterrando árboles, hierbas y vendiéndolos para llenar la mesa de pan. Tal cambio de vida se produjo a los 18 años, cuando un día cayó del cielo la enorme Piedra Roja que sorprendió al mundo entero. Afortunadamente, la piedra que cayó en una cordillera en medio del deshabitado Imperio de Orr, volcó rápidamente toda la tierra y llenó el mundo de extrañas vibraciones. Después de aquel día, algunas personas corrientes empezaron a despertar extraños poderes. Un niño que nunca había empuñado un cuchillo podía cortar una roca con sólo una rama, y una vulgar criada de pueblo podía matar a todos los monstruos que atacaban la aldea con un dedo. Había una extraña energía que llenaba el mundo y la Piedra Roja caía sobre los cimientos de todo ese poder. Como no podían entender la situación, esas personas decidieron creer que la energía que llenaba el mundo era una especie de maná. Antes había maná en el mundo. Sólo entonces, muy pocos de los talentos elegidos tuvieron que entrenarse durante mucho tiempo antes de poder sentirlo y utilizarlo. Sólo existía. Muy pocos eran magos que pertenecieran a la torre y estudiaran durante décadas, o caballeros capaces de blandir la espada tras un intenso entrenamiento. Sin embargo, los nuevos Despertados no tenían que esforzarse en utilizar su habilidad, independientemente de su edad o sexo. Al igual que eran capaces de utilizar sus manos y pies desde el principio, también lo eran con sus poderes. Como resultado, la estructura del mundo, que había permanecido inalterada durante más de mil años, empezó a cambiar. Se produjo una tensión repentina entre los que hasta entonces habían ostentado el poder y la autoridad y los que tenían un nuevo poder: los Despertados. Con el tiempo, la tensión fue en aumento a medida que se revelaba que si una persona con poder cumplía ciertas condiciones, podía desarrollarse más allá del nivel de su primer despertar. Los que ostentaban el poder en cada país estaban preocupados por cómo lidiar con los nuevos poderosos. [Quien tenga poder, que venga a la capital por el Palacio Imperial. Si puedes demostrar que tu fuerza es verdadera y juras usarla sólo para el Imperio y el Emperador, ¡sin importar tu posición tendrás derecho a unirte a la Caballería!]. El anuncio se extendió por todas partes en un instante, como si se desplegaran unas alas. Incluso Yuder, que vivía solo en las montañas desiertas, se enteró. Entre los que adquirieron una extraña fuerza tras la caída de la Piedra Roja estaba Yuder. Un día, de repente fue capaz de cortar árboles sin usar un hacha. Podía cruzar la ciudad sin sudar. Podía prender fuego a la estufa sin leña, y sin evitar a los depredadores ni a los monstruos, podía mover piedras con un dedo para atacarlos. Pero no pensó que tendría que mostrar ese poder a los demás. Sólo pensaba que viviría solo en una pequeña cabaña, donde vivió con su abuelo toda su vida. Sin embargo, su corazón se conmovió de repente cuando se enteró más por haber ido al mercado a vender árboles. Reuniendo a hombres poderosos del palacio. Era una oportunidad que los plebeyos corrientes jamás soñarían. Su abuelo le dejó un testamento en el que le decía que no fuera codicioso y que viviera, pero aún era joven. El anuncio le pareció una oportunidad brillante y una aventura desgarradora para él, que era incapaz de quitarse su niñez. Era una época en la que aún no sabía que todo tenía un precio, y que él no estaba muy de acuerdo con esos precios. Yuder hizo las maletas y se marchó de casa. Si no lo aceptaban en la Caballería, volvería a casa. El alojamiento más cutre que había tenido en la capital. En el alojamiento que estaba a punto de derrumbarse y tenía un nombre inapropiado llamado "Sueño de Gigante", Yuder volvió a abrir los ojos después de haber sido aparentemente decapitado por una guillotina. "...¿Qué demonios está pasando?" Por mucho que se mirara en el sucio espejo, la forma en que se veía no cambiaba en absoluto. Yuder se miró desconocido en el reflejo. Un rostro que aún era joven, pelo negro con una capa sombría. El cuello que se había cortado estaba limpio sin ninguna incontinencia. La ropa barata hecha de tela áspera y los zapatos que le quedaban grandes eran muy realistas. Mirara donde mirara, era él después de salir de casa por primera vez once años atrás camino a la capital.