Y la cuchilla de metal de la guillotina fue lo último que escuche, acompañado de un rugido formado por los gritos de miles de personas reunidas en el centro de París, sus expresiones y rostros de sangre fue lo último que vi. ¿Lo último en lo que pensé? No pensé en mis hijos, no pensé la soledad de la pobre María Teresa, seguramente encerrada en alguna sucia fría celda. No, sólo pude recordar el amable rostro de madre, dándome la despedida de Austria, antes de que fuera a casarme. No pude contemplar ese bonito y cálido momento durante mucho más, pues de pronto negro se volvió todo, y así fui degollada, una muerte vergonzosa para la reina de Francia, pero todas acaban igual, muriendo, ¿No?
María Antonieta también lo creía, en el momento que su cabeza fue separada de su cuello, en la plaza de la Revolución, 1793 d. C., un frío día de octubre.
Y la cuchilla de metal de la guillotina fue lo último que escuche, acompañado de un rugido formado por los gritos de miles de personas reunidas en el centro de París, sus expresiones y rostros de sangre fue lo último que vi. ¿Lo último en lo que pensé? No pensé en mis hijos, no pensé la soledad de la pobre María Teresa, seguramente encerrada en alguna sucia fría celda. No, sólo pude recordar el amable rostro de madre, dándome la despedida de Austria, antes de que fuera a casarme. No pude contemplar ese bonito y cálido momento durante mucho más, pues de pronto negro se volvió todo, y así fui degollada, una muerte vergonzosa para la reina de Francia, pero todas acaban igual, muriendo, ¿No?
María Antonieta también lo creía, en el momento que su cabeza fue separada de su cuello, en la plaza de la Revolución, 1793 d. C., un frío día de octubre.
Y la cuchilla de metal de la guillotina fue lo último que escuche, acompañado de un rugido formado por los gritos de miles de personas reunidas en el centro de París, sus expresiones y rostros de sangre fue lo último que vi. ¿Lo último en lo que pensé? No pensé en mis hijos, no pensé la soledad de la pobre María Teresa, seguramente encerrada en alguna sucia fría celda. No, sólo pude recordar el amable rostro de madre, dándome la despedida de Austria, antes de que fuera a casarme. No pude contemplar ese bonito y cálido momento durante mucho más, pues de pronto negro se volvió todo, y así fui degollada, una muerte vergonzosa para la reina de Francia, pero todas acaban igual, muriendo, ¿No?
María Antonieta también lo creía, en el momento que su cabeza fue separada de su cuello, en la plaza de la Revolución, 1793 d. C., un frío día de octubre.
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Y la cuchilla de metal de la guillotina fue lo último que escuche, acompañado de un rugido formado por los gritos de miles de personas reunidas en el centro de París, sus expresiones y rostros de sangre fue lo último que vi. ¿Lo último en lo que pensé? No pensé en mis hijos, no pensé la soledad de la pobre María Teresa, seguramente encerrada en alguna sucia fría celda. No, sólo pude recordar el amable rostro de madre, dándome la despedida de Austria, antes de que fuera a casarme. No pude contemplar ese bonito y cálido momento durante mucho más, pues de pronto negro se volvió todo, y así fui degollada, una muerte vergonzosa para la reina de Francia, pero todas acaban igual, muriendo, ¿No?
María Antonieta también lo creía, en el momento que su cabeza fue separada de su cuello, en la plaza de la Revolución, 1793 d. C., un frío día de octubre.
La serie Rodaran Cabezas Por Segunda Vez contiene violencia intensa, sangre / sangre, contenido sexual y / o lenguaje fuerte que puede no ser apropiado para menores de edad y, por lo tanto, está bloqueado para su protección. Entonces, si tienes más de la edad legal de 18 años.
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