Capítulo 2: Entre la Realidad y los Sueños
A lo largo del camino, logré mantener mi compostura, ocultando con esmero cualquier indicio de mi inquietud, evitando que nadie sospechara lo que realmente revolvía mi mente. Sin embargo, una sensación inquietante se apoderó de mí en el mismo instante en que crucé la puerta del aula. Los murmullos extraños de mis compañeros resonaban por delante, como si el aula misma fuera un receptor de secretos inaudibles. Mi amigo, cuya expresión solía ser alegre, ahora se tornaba sería. Sus palabras fueron breves, pero llenas de preocupación — Parece que algo sucedió. — Asentí en silencio, compartiendo su inquietud.
— Voy a investigar qué ha pasado. — anunció, y se alejó hacia el grupo más grande de estudiantes. Mientras él se sumía en la conversación, tomé asiento en mi pupitre habitual y me preparé para la clase que estaba por comenzar. Aunque rara vez me involucraba en los asuntos de los demás, una extraña curiosidad se había apoderado de mí esta vez. Pasó un tiempo antes de que Alejandro regresara, y su expresión fuera todavía aún más sombría. — ¿Y bien? ¿Qué sucedió? — pregunté, aunque mi mente estaba en otro lugar. Percibí su titubeo antes de que finalmente pronunciara una pregunta que no esperaba escuchar. — ¿Recuerdas a Marta?
— Marta, ¿la amiga de la líder del grupo? — Reflexioné por un momento antes de contestar. — Sí, ¿qué ha ocurrido con ella? Todavía no ha llegado. — Las palabras de Alejandro compartieron la noticia de su desaparición. Un escalofrío me recorrió, mis pensamientos volaron a mi sueño inquietante, recordándome que Marta fue una de las pasajeras que descendió del tren en mi sueño, ¿Si es que fue un sueño? — ¿Me estás escuchando? — Alejandro me sacó de mis pensamientos con impaciencia.
— Sí, disculpa, estoy algo distraído. — Respondí, intentando volver al presente. Pero en mi mente resonaban las preguntas: — ¿No será simplemente una coincidencia? ¿O tal vez mis pensamientos estaban ya tan sugestionados que veía conexiones donde no las había? Si solo hubiera observado más atentamente los rostros de los pasajeros en mi sueño, tal vez tendría más certeza de lo que estaba ocurriendo. — Durante el transcurso de la clase, la desconcentración se esparció como un contagio, afectando a todos en el grupo. Las noticias no se limitaban a Marta; según Alejandro, varias personas estaban desaparecidas, y lo más alarmante, se habían encontrado cadáveres.
El revuelo fue tal que la escuela optó por suspender la mitad de las clases, permitiendo que las autoridades realizaran las investigaciones necesarias. Rumores sobre las causas de los eventos se propagaron como un incendio, variando desde enfermedades desconocidas hasta abducciones alienígenas. La incertidumbre colgaba en el aire como una densa niebla. Incómodo en ese ambiente inquietante, apresuré mi regreso a casa, tratando de mantener una apariencia de normalidad. Sin embargo, una pregunta me atormentaba: ¿Por qué había soñado con Marta descendiendo del tren justo antes de su desaparición?
Esa noche, la dificultad de conciliar el sueño fue insoportable. Al final, exhausto, caí en un profundo sueño. Un sonido se escuchó a lo lejos: “¡Chk-chk-chk!” Me incorporé de un salto, encontrándome nuevamente en la estación vacía. El tren se aproximaba a través de la densa niebla. Mi respiración era agitada y las palpitaciones de mi corazón parecían sincronizarse con los estruendosos latidos del tren. Las puertas del tren se abrieron, y una oleada de miedo me invadió, recordando el dolor agudo de mi sueño anterior, cuando no bajé del tren.
Sin embargo, las consecuencias de no haber descendido en mi sueño eran ahora más claras. Sabía que debía tomar una decisión, pero el temor me paralizaba. Las posibles consecuencias de bajar eran tan inquietantes como las de quedarme. Además, tenía que asegurarme de que ningún conocido estuviera a bordo; parecía ser el único consciente de la extraña situación mundial que estaba ocurriendo. Las puertas comenzaron a cerrarse, pero detuve su avance a último momento y me adentré en el tren, decidido a enfrentar lo desconocido.
Si permanecía pasivo y permitía que los pasajeros bajaran como en mi sueño anterior, cargaría con una culpa abrumadora. El interior del tren parecía una réplica exacta, pero con una sensación inquietante. Risas y charlas llenaban el aire, pero ahora estaba decidido a descubrir la verdad detrás de este enigma. Comencé a grabar en mi mente los rostros de las personas, consciente de que mi memoria podría ser la clave para desentrañar esta situación. Mi resolución fue firme: no permitiría que se repitiera la tragedia que había ignorado debido a mi sueño anterior.
A medida que exploraba el tren, me di cuenta de que no parecía tener fin. Los vagones se repetían uno tras otro, y la pregunta de cuánto tiempo podría continuar esta búsqueda me acechaba. Cuando la desesperanza amenazaba con apoderarse de mí, una voz conocida cortó el aire: — ¡Hey! ¡Ángel! ¡Aquí! — Levanté la vista y mis ojos se encontraron con los de mi amigo. En ese momento, una sola cuestión atravesó mi mente: — ¿Por qué diablos estás aquí?
En ese momento, solo una cosa quedaba clara: mi amigo, Alejandro, estaba en el mismo tren misterioso que yo. Mi desconcierto y sorpresa se mezclaron con una oleada de emociones. Agarré su cuello, mis palabras salieron en un torrente: — ¡Tú, por qué diablos estás aquí! ¡Eres un idiota! ¡Por qué tenías que subir a bordo!
Alejandro me miró con una expresión extraña en sus ojos, su voz cargada de perplejidad: — Este sí que es un sueño muy extraño. Eres muy diferente a cómo eres en la vida real.
Mis emociones fluctuaban entre la ira y la confusión. Luché por calmarme, respirando profundamente antes de intentar explicar la compleja situación que estábamos enfrentando. — En serio, soy yo, y este no es ningún sueño, o más bien, no es un sueño normal. Tienes que escucharme y mantener la calma.
Alejandro frunció el ceño, su expresión cuestionando mis palabras. — ¿Estás seguro de que no es solo un sueño? ¿Cómo puedes estar tan seguro?
— Marta, la compañera que desapareció, la vi en este tren en un sueño antes de que todo esto sucediera, uno idéntico a este. No puedo explicarlo, pero es como si estuviera viviendo lo que ya pasó. Y tú, tú también estás aquí, y necesitas entender que esto es real y peligroso.
Hubo una pausa tensa mientras Alejandro asimilaba la información. Luego, él habló con cautela: — Bien, finjamos por un momento que te creo. ¿Qué hacemos? No podemos dejar que los demás bajen del tren si ya sabemos lo que les espera.
Mis pensamientos giraban, buscando respuestas en medio del caos. — No pienso que podamos salvar a todos. He estado explorando varios vagones y están llenos de pasajeros. Pero tal vez podemos tratar de salvar a quienes están en este vagón. Al menos, podemos intentar evitar que más personas caigan en esta situación.
Alejandro asintió, buscando soluciones como siempre lo hacía. — Entonces, salvemos a todos los que podamos en este vagón.
Sin embargo, nuestras buenas intenciones se vieron interrumpidas por el sonido familiar del tren deteniéndose. Las puertas comenzaron a abrirse, y en un acto de desesperación, Alejandro intentó bloquear la entrada, pero fue arrojado hacia afuera por la corriente de pasajeros que descendían. Mi intento de detenerlo resultó en mi propia caída del tren. Mientras caía, vi a Alejandro luchando por levantarse y poder ayudarme a regresar dentro del tren, pero las puertas se cerraron y el tren comenzó a alejarse.
Quedamos atrapados fuera del tren, en esta nueva estación, viendo cómo el tren se perdía en la distancia, llevándose todas nuestras esperanzas de salir con vida de esta situación. Una sensación de impotencia y miedo me inundaba por completo. Sabía que ahora tenía que enfrentar esta situación y buscar respuestas a lo que estaba sucediendo, para que de esta manera lograra sobrevivir.
Fin del capítulo
Informe