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• Parte uno - Entre la nada •
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• Parte uno - Entre la nada •

Cada momento se dedica al primer respiro de vida a una nueva criatura.

No importa qué pase en un lugar, eso no evita el nacimiento de una nueva mente.

La duda de si era su primer respiro o no, no era importante, y sin embargo, su primera vez abriendo los ojos era de gran importancia.

Una pequeña criatura envuelta en solo una tela de lino abrió los ojos sin ser consciente de ello. Entre un gran espacio lleno de fauna y viento, solo había verde, mas ella no vió más que un tono azul, vacío y sin ninguna nube.

Al mirar el cielo con gran indiferencia, la niña de tan solo unos pocos días cerró los ojos y durmió nuevamente. Al ver después de un largo tiempo de sueño, se encontró con algo más interesante que un cielo azul.

Dos ancianos, ni cerca ni lejos de los setenta años, tuvieron reacciones diferentes al observar los ojos de ésta niña. Uno de ellos era una anciana que sólo pudo sonreír ante la ternura, y el otro era un anciano que simplemente no podía creer lo que veía.

Grandes ojos de un negro que parecía eterno, sin fin. Brillaban sólo si el cielo lo permitía, y sólo si el que los viera no se dejaba caer en ellos.

El anciano seguía sin palabras no solo por el color de sus ojos, sino el cabello, que era del mismo color oscuro. Una combinación que nadie imaginaría a menos a que pensaran en la oscuridad absoluta, estaba delante de ellos, con grandes ojos curiosos.

La anciana se inclinó con una sonrisa que abarcaba casi toda su cara, y le habló al anciano con más emoción que sorpresa. –Mira, cariño. Ya abrió los ojos. –Siguió sin esperar a que su esposo mirara –Son tan lindos... Parecen perlas, ¿cierto?

–¿Qué hacemos con ésto? –El anciano se preocupó, casi cediendo ante la ternura del bebé.

–¿Qué más haríamos? Hay que cuidarla. –La anciana contestó sin dudar ni bajar su sonrisa. –No es como si te fuera a preocupar como lidiar con un niño, ¿no? No es tu primera vez.

–...¿Has visto un niño tan raro en tu larga vida?

–¿A quién le importa eso en un lugar tan remoto, viejo? –La anciana decidió no pensar demasiado, y cargó a la niña.

La pequeña criatura envuelta en lino, en un lugar remoto, sin llorar ni reír, de un cabello y ojos completamente negros y majestuosos, era un ser nuevo, sin embargo. ¿Qué podía hacer solo?

–Los demás ya nos han visto cargándola a nuestra choza, cariño. –El anciano se rascó la cabeza con frustración, sabiendo que la terquedad de su esposa no era posible de vencer. –Sólo... No vayas a presumir mucho de ella. –Miró a la niña al terminar, que lo veía fijamente. Su cara se ruborizó ligeramente de ternura, y sonrió sin poder permitir seguir negándose.

La anciana se rió como si hubiera predicho la reacción.

–¿Vas a venir a ayudarme?

–...Lo haré. –El anciano salió de su trance y caminó hacia la puerta donde se dirigía su esposa, con la extraña niña que traía en brazos.

///////////

La llegada de aquella niña no tardó mucho en abarcar a todo el pueblo. Aunque fuera de un aspecto extraño, no era más que una buena noticia para los demás.

Y la alegría de aquella llegada no le dió problemas a ésta niña, que al pasar a sus tres años de edad después de convivir con los niños del pueblo yendo a ríos a pescar, conseguir hierbas medicinales, jugar juegos con piedras y construir pequeñas cosas, consiguió su nombre.

–Mel. –El líder del pueblo habló cuando todos reunidos esperaban el nombramiento de sus hijos, que compartían la edad de la niña, Mel. –¡Tu gran nombre será Mel, como una perla brillante! –Mel miró al líder con emoción.

–¡Soy Mel! –Habló Mel con una voz de baja pronunciación, recibiendo aplausos y gritos por su nombre.

Sus padres anciano y anciana lloraron mientras decían su nombre. Encima de una gran piedra, el siguiente niño que esperaba su turno pasó al lado del líder, con ojos llenos de esperanza.

–Ven aquí, mi perla... No, mi pequeña Mel. –La anciana extendió sus brazos hacia Mel llorando a borbotones.

–Mel... ¡Nuestra gran Mel! –El anciano la acarició del cabello cuando fue cargada en brazos por la anciana. –Mira cuánto ya crecido, Sion.

La anciana sonrió ante su nombre y besó la frente de Mel con gran cariño. –Tus padres también recibieron un gran nombre en esta ceremonia. –Volteándose, también besó la frente del anciano.

–Paal, Sion, y Mel. –Una señora llegó ante la familia feliz, con un niño inquieto en sus brazos –¿No será hora de cortar su cabello? Gran familia.

–Oh, está en lo cierto, Dismen. Aunque si mi hija resulta ser de la realeza, ¿no sería una pena? –Sion rió y acarició el cabello de Mel.

–Si de verdad es así, entonces espero que mi hijo también lo sea, ¿no? Saluda a Mel, Rin. –Dismen acomodó un poco la posición en la que cargaba al niño inquieto, y se acercó un poco a Mel.

El niño inclinó la cabeza hacia un lado, extendiendo una mano. –Mel, hola. –Parpadeó para procesar un poco la situación, y la miró fijamente.

Mel no se inmutó ante al saludo, y dijo de forma directa –Rojo. –señalando el cabello de Rin.

Paal sonrió, como si fuera algo nostálgico.

–Sí, su cabello es rojo. Bonito, ¿cierto? –Dismen acarició entonces el cabello puntiagudo de Rin.

–¿Por qué el mío no es rojo? –Mel se acercó solo a la punta de la nariz de Rin, mirando fijamente sus ojos.

–¡Sólo yo soy rojo! –Rin se irguió en los brazos de Dismen, como si no quisiera compartir algo suyo, y cruzó los brazos de forma arrogante.

–... Papá también es rojo. –Mel hizo un puchero, inflando sus mejillas. Paal se extrañó por sus palabras, pues su cabello era ya afectado por el blanco de sus canas, y no había señal de ser de cabello rojo. –¡La cara de papá es roja! ¡Mi papá también es rojo! –Mel gritó mientras señalaba a Paal, que se ruborizaba cuando todos vieron a Mel gritar y se dirigieron hacia a él para saber qué pasaba.

Dismen se rió a carcajadas cuando vió la pequeña pelea, y asintió. –Rin, Mel está en lo cierto, ¡su papá también es rojo!

–¡Míralo ahora! ¡Está rojo ahora mismo! –Sion rió también a carcajadas, burlándose de Paal.

Paal sólo pudo ocultarse con sus manos de la vergüenza.

///////////

Había pasado un año y Paal y Sion descubrieron el gran potencial de Mel.

Un gran potencial para la medicina.

Cuando recibía sus pequeñas excursiones por hierbas medicinales con niños del doble de su edad, y de la misma edad, su conocimiento sobre ellas fue reconocido por la mayoría de los que la acompañaban. Mostraba un gran interés en el tema, y una habilidad para reconocerlos. Todo el pueblo tenía por seguro que ella sería un gran médico.

Entonces, pensando en un gran futuro para ella, decidieron dejarla más tiempo en las pequeñas excursiones.

Y saliendo Mel una mañana para acompañar a sus compañeros en busca de hierbas, cortó su cabello hasta arriba de sus orejas, como tenía mandado.

Los plebeyos, al contrario de los nobles, tenían por obligación el cortar su cabello lo más corto que pudieran, pues el largo representaba el estatus de la persona.

Y ella, que fue adoptada por una familia sin prestigio, solo podía cortarlo si no quería ser castigada.

–¿Cómo castigan, mamá? –Mel preguntó antes de salir por la puerta.

Sion se detuvo cuando estuvo a punto de despedirse.

–Los plebeyos no... No pueden vivir si deciden copiar a los nobles. –Dijo con un poco de vergüenza en su voz. Ciertamente, había acogido a una niña sin pensar en que su posición, que es la más baja, le afectaría, así que había un poco de culpa. –No es algo que deba preocuparte, Mel. Sólo ve y disfruta. ¡Te esperaremos!

Mel asintió y cargó su canasta cuando abrió la puerta. –¡Volveré pronto!

Cada minuto es el inicio de una nueva vida, y también el final de otra.

Fin del capítulo

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