Por fuera, Sudo es un repartidor, pero por la noche es un mensajero de los bajos fondos. Por casualidad, se reúne con su vecino Uno, por el que se ha interesado, en una comida. Al día siguiente, se acuesta con Uno, que está borracho, y al día siguiente, Uno se aleja mucho de él. Mientras le preocupa que pueda estar tras sus segundas intenciones, ve a Uno enredado con unos hombres sin escrúpulos en la calle, y por reflejo coge a Uno de la mano y huye. El moribundo Sudo, atacado por el enemigo, se salva gracias a un contrato con Uno, un descendiente de brujas. Sudo se entera de que Uno ha estado viviendo escondido del mundo porque es un brujo. Para escapar de sus perseguidores, Sudo vuelve a su casa para recuperar el dinero para su huida, sólo para encontrar a sus perseguidores esperándole...