Capítulo 4: El Umbral Oscuro
La fortaleza de los Oscuros se erigía como un coloso sombrío, sus murallas retorcidas se alzaban hacia el cielo nocturno como garras oscuras que desafiaban el mismo tejido de la realidad. Hiroshi y Aria avanzaron hacia la entrada principal, donde las sombras parecían palpitar con una malévola anticipación.
El viento soplaba susurros ininteligibles mientras se acercaban al umbral oscuro. La puerta, forjada en una aleación de magia y pesadilla, se abrió lentamente ante ellos, como si reconociera la presencia del Elegido y su fiel compañera.
Al cruzar el umbral, la oscuridad se cerró a su alrededor, como un abrazo frío y húmedo. Luces titilantes en las paredes arrojaban sombras danzantes que parecían murmullos de secretos ocultos.
Caminaron por pasillos estrechos y escaleras retorcidas, enfrentándose a trampas mágicas y guardianes oscuros que protegían la fortaleza. Cada paso los llevaba más profundo en las entrañas del mal, y Hiroshi podía sentir la intensificación de la energía maligna que impregnaba el aire.
Finalmente, llegaron a una cámara central, donde un trono de sombras se alzaba en un estrado elevado. En el trono yacía el líder de los Oscuros, una figura envuelta en un manto oscuro que parecía absorber la luz circundante.
"Has llegado, Elegido", resonó la voz oscura, reverberando en la cámara como un eco de la eternidad. "Pero tu presencia solo acelera el inevitable declive de este mundo".
Hiroshi apretó la empuñadura de su espada mientras Aria se colocaba a su lado, lista para la batalla. La confrontación con el líder de los Oscuros estaba a punto de desatarse, y en la penumbra de la fortaleza, el destino de ambos mundos pendía en un delicado equilibrio.
La cámara central de la fortaleza resonaba con un silencio inquietante. Hiroshi y Aria mantenían sus miradas fijas en la figura envuelta en sombras que ocupaba el trono. La voz oscura del líder de los Oscuros seguía resonando en el aire, como un eco lejano que insinuaba la llegada de un conflicto inminente.
"Tu llegada estaba profetizada, Elegido", dijo la figura en el trono, su voz cargada de un poder ancestral. "Pero tus esfuerzos son inútiles. Las sombras han tejido su telar, y la oscuridad se alzará sobre todo".
Hiroshi apretó los dientes con determinación. "No permitiré que tu oscuridad devore estos mundos", declaró, su voz resonando con la fuerza de la convicción.
La figura se levantó del trono, deslizándose hacia abajo con gracia sobrenatural. Cuando la luz reveló su rostro, Hiroshi se encontró con ojos en los que se reflejaban eras de malevolencia. La entidad oscura extendió una mano, y sombras siniestras se agitaron a su alrededor, tomando forma como criaturas de pesadilla.
El enfrentamiento comenzó en un frenesí de movimientos rápidos y destellos de magia. Hiroshi esquivaba con agilidad los ataques oscuros, mientras Aria blandía su espada con maestría, tratando de deshacer las sombras que se cerraban en torno a ellos.
En medio de la batalla, el líder de los Oscuros dejó escapar risas estridentes. "Vuestra resistencia es admirable, pero inevitablemente fútil", proclamó con desdén. "Las sombras son eternas".
La fortaleza temblaba con la intensidad del conflicto mágico, y Hiroshi se sintió abrumado por la oscuridad que amenazaba con envolverlo. En un momento de desesperación, se conectó con la esencia mágica que fluía a través de él, convocando una explosión de luz que dispersó momentáneamente las
prendida por la inesperada resistencia del Elegido. Sin embargo, la oscuridad no se rindió fácilmente. Con un gesto de su mano, el líder de los Oscuros convocó a nuevas huestes de sombras, transformándolas en criaturas aún más retorcidas y letales.
Hiroshi se lanzó nuevamente al combate, su espada resplandeciendo con la luz que había invocado. Aria, a su lado, se movía con gracia mortal, enfrentándose a las criaturas oscuras con una habilidad nacida de siglos de entrenamiento. Juntos, resistieron el embate de las sombras, pero la fortaleza misma parecía gemir bajo la presión de la magia enfrentada.
En un giro sorprendente, el líder de los Oscuros desapareció en un torbellino de sombras, reapareciendo en lo alto de una torre cercana. Desde allí, extendió sus manos hacia el cielo, canalizando una energía oscura que resonaba con la misma esencia del mal ancestral.
"La oscuridad es inextinguible", proclamó el líder, su voz resonando a través de la fortaleza. "Te desafío, Elegido. ¿Puedes resistir la marea de sombras que he desatado?"
Hiroshi se encontraba en un dilema. La magia oscura que fluía desde el líder de los Oscuros amenazaba con consumirlo, pero en su interior, sentía una conexión más profunda con la luz que había invocado. Con determinación, se concentró en esa luz, dejando que fluyera a través de él como un torrente de esperanza.
La confrontación alcanzó su punto álgido cuando Hiroshi, imbuido de luz, se lanzó contra el líder de los Oscuros con una resolución feroz. La magia chocó en una explosión de colores brillantes y sombras retorcidas. En ese instante, el destino de ambos mundos pendía en la balanza, y el choque de poderes resonó como un eco en la eternidad.
El resultado de esta batalla titánica definiría el curso de la historia entrelazada de Hiroshi y Aria, así como el destino de los mundos que habitaban. La fortaleza retumbaba con la intensidad del conflicto, mientras las sombras y la luz libraban su guerra eterna en el umbral oscuro.
Fin del capítulo
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