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Capítulo 1 – Los Sin Sentido
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Capítulo 1 – Los Sin Sentido

Cada día me es incierto, pero... Cada vez que termina, sé lo que va a pasar. Estaré vivo.

Hacía tiempo que deseché la idea de morir. Para otros, no hay día que no les atormente el hecho de que algún día morirán.

Para mi mala suerte, ese día no existe en mi ciclo de vida, y ya no sé si sentir miedo de la vida o de la muerte.

••••

Mis pisadas se hacían pesadas cada vez que intentaba recobrar mi energía. Corría de algo, mas no sabía el porqué.

¿Me haría daño? Sabía que no.
¿Era desconocido? No, pasé toda mi vida con ello...

Cierto. Estaba en otra vida, pero esa maldita cosa seguía ahí.

Mis alas.

Como si mi mente recordara que, innegablemente, estaba vivo, paré para voltear y ver lo que me "perseguía".

Maldije en voz alta al ver que aún podía moverlas.

–¡Ugh! ¡Otra vez! –Las moví y liberé cierta fuerza que balanceó todo los árboles. Quería simplemente cortarlas y ser libre, pero sabía que no me podía permitir eso. Después de todo, eran yo mismo.

–¿Volví a tomar el cuerpo de otra persona? –La respuesta para mí ya era obvia, pero pregunté en voz alta, como esperando a que realmente no sea cierto. Parecía ser que el chico original de ese cuerpo le tocó ser el Salvador de esa generación, pero mi error hizo que yo tomara el mando otra vez. No, desde el principio se había decidido ése hecho. Aún no sabía el porqué, pero tenía claro que no podía hacer nada.

Suspiré, aún inconforme con la situación. Debía prestarle atención a las cosas que sí eran un problema.

El chico que poseía era sordo.

Me senté para pensar más con claridad.

En este mundo, solo existen cinco personas sin uno de sus cinco sentidos, y están destinados a destruir al Salvador.

–¿Por qué..?–.
Me tiré al suelo y miré las estrellas, clasificándolas inconscientemente.
Sí, lo extraño era que, sin razón aparente, ese chico que poseía era tanto el Salvador, como un Sin Sentido.

Reí ante lo absurdo que era.

–¿Y ahora cuál se supone que es tu propósito, chico? –Pregunté al aire, aunque realmente no sabía que tono usé, pues no había manera de escucharlo.

¿Tendría que destruirme a mí mismo? Bueno, realmente no era necesario, pues en ninguna de mis antiguas vidas, a excepción de una, los sin sentido habían logrado matarme.

Tenía mucho tiempo para reírme de mi mala suerte. En esa nueva vida, tenía que buscar a los otros cuatro sin sentido para... ¿destruirme a mí mismo? Reunirse con los demás era inevitable. ¿Tenía que fingir no ser el Salvador y perseguir algo inexistente? No sabía si reír o llorar.

Me pregunté cuantas veces perseguí un propósito diferente, sin contar el propósito del Salvador. Alguna vez mi propósito fue volver a un chico el rey, y otras veces fue solo destruir algo o alguien. Solo una vez me digné a cumplir un propósito que yo decidiera, y todo salió mal. Esperé a que no pasara nada molesto con la nueva vida que acababa de poseer.

Técnicamente, esa era la décimo sexta vez que poseía un cuerpo, contando a mi vida original. Las otras quince veces que no contaban a mi vida original fueron en un solo mundo. Uno que fue nuevo para mí al nacer en mi segunda vida.

Mi segunda vida fue extraña, pues no nací en sí, sino que aparecí de la nada, como la especie amada por el creador; el ión.

Y, aunque yo supuse en ese entonces que era algo bueno, las alas que representaban a esa especie me persiguieron en todas mis demás vidas, dejando en claro que yo tomaría el control, algo que odié por su peso insoportable.

Esas alas mantuvieron a mi alma con ellas, haciendo que posea a cada nuevo ser destinado a ser el Salvador.

Mis alas se alarmaron después de sentir una pequeña vibración en el viento. Podía ser algo inofensivo, como una ardilla, pero era mejor evitar un encuentro humano, incluso si habían pocas posibilidades. Me levanté rápidamente y, con un pequeño movimiento de mis alas, me elevé en el cielo, cayendo en la punta de un árbol. No siquiera volé, mis alas solo se doblaron un poco para que yo subiera en lo alto.

Miré hacia abajo, y ví que un grupo de personas se acercaron con una lámpara, aparentemente buscando a alguien, quien parecía ser el dueño original de mi cuerpo. Supe al instante que no debía bajar, no si quería evitar una molestia.

Las armas vislumbraron con el rebote de la luz de la lámpara. A juzgar por los rostros del grupo de humanos, la luz les afectó en los ojos.

Por dentro de mí, reí por sus desgracias.

Rechisté al notar que cualquier placer de ver el sufrimiento de los demás no era parte de el dueño original de ese cuerpo. Parecía tener una gran empatía por los demás... como yo en mis primeras dos vidas.

El grupo de humanos iluminaron hacia arriba y me tomaron desprevenido, iluminándome. Sus rostros parecían de alguien que encontraba un tesoro.

Salté más alto y solté una ráfaga de viento con mis alas contra ellos, y caí de pie unos pocos metros lejos de quien tenía la lámpara. Ya no tenía opción más que enfrentarlos, pues me habían descubierto, y tenía un poco de curiosidad. Si no fuera por las restricciones de ese cuerpo empático, habría volteado los ojos ante las reacciones del grupo de humanos.

Verdad. Yo era indefenso para ellos, pues no podían ver mis alas, por lo que sus rostros embobados tenían sentido.

¿Así que este cuerpo es una belleza?

Miré mi cuerpo con curiosidad. Cierto, no había verificado si era un hombre o una mujer.

Tres humanos del grupo hablaron conmigo, sin saber que no tenía la más mínima idea de lo que decían. Me reí de la inocencia del grupo, pensando en sus reacciones al ver que yo no respondería. Aunque no podía expresarlo por el cuerpo empático que, por su corazón amable, decidió responderles aunque no escuchara.

–No puedo escucharlos. –Mis oídos pitaron de forma extraña cuando intenté decir algo. No sabía si lo que dije era audible para los demás, o si era demasiado fuerte.

El grupo de humanos se quedó estupefacto ante... algo. ¿Había sido mi voz?

Después de que dijera eso, un hombre que parecía ser el líder del grupo me tomó del brazo y me sonrió falsamente. Mis alas vibraron, alertándome del peligro. Pero no le tomé importancia.

Tal vez descubriría lo que hay detrás del cuerpo original con seguirlos. Oh, bueno, en realidad lo hacía porque eran buenas víctimas para mi entretenimiento.

Los seguí sin ninguna perturbación en mi rostro, para no dar señales de que era consciente de lo que pasaba. Al acercarme, noté que era de baja estatura comparado con ellos. Sería algo molesto, pero tal vez eso explicaba el porqué el cuerpo del dueño original era empático, como un niño.

Me quedaba corto con las grandes pisadas del grupo de humanos. Estaba tropezando conmigo mismo, y mi brazo derecho empezaba a doler por la fuerza con la que me sostenía el hombre.

Soy débil.

Lo supe con solo recordar la sensación del dolor.

No tardamos mucho en llegar hacia donde sea que el grupo de humanos me llevó. Era una simple aldea que se iluminaba con luciérnagas y luces decorativas que la hacían parecer el Odipar, el lugar donde las luces de los muertos se reunían. Podía ser de noche, pero la gente era tanta como si fuese un festival. Oh, lo había adivinado fácilmente. Era un festival.

Dos mujeres mayores llevaban barriles de agua con tal fuerza, que me dió escalofríos. A la entrada de la aldea, habían dos casas que no se asemejaban en absoluto a las chozas detrás. Gracias a las luces, pude notar incluso las grietas y las diminutas gotas de agua que se deslizaban por las esquinas. Era un lugar totalmente húmedo, y probablemente no hacía mucho que pasó una tormenta tropical.

El grupo de humanos me acercó a una de las mujeres mayores, que se había detenido a observarme con brillos en los ojos. Empecé a pensar que era molesto no poder escuchar lo que decían, y mi cuerpo contuvo mis ganas de poner los ojos en blanco.

La mujer me tomó con aún más fuerza que el hombre que me trajo allí. Realmente tuve razón al sentir escalofríos con su presencia. Su fuerza era descomunal.

La señora parecía emocionada, como si al igual que el grupo de personas, hubiera encontrado un tesoro, con la diferencia de que ahora se veía extrañamente perturbadora.

Recordé que tenía que actuar como si no fuera consciente de la situación. Una persona común no habría ignorado el hecho de que la tomaban con mucha fuerza. Y menos si no tenía la capacidad de escuchar.

Hice mis ojos llorosos y le dí peso a mis alas para que la señora no lograra jalarme a su merced. La mujer peligrosa me miró. ¿Realmente parecía indefenso? No era un problema si no era así, pero realmente tenía curiosidad sobre qué me pasaría si me dejaba llevar.

–Duele... –Cerré mis ojos con fuerza y me encogí de brazos, intentando hacerme más pequeño y verme más vulnerable.

La mujer con fuerza descomunal se acarició la barbilla, notablemente culpable, y aligeró su fuerza en mi brazo, aún sin soltarme.

Siguió hablando con los demás, como si los regañara. No me sentí confiado con esa señora en absoluto. Era peligrosa, y mis alas parecían vibrar como locas.

¿Debería darle una lección amistosa después de ver un poco?

Aunque mi tipo de "lección amistosa" era un poco diferente.

La señora me trató con un intento de delicadeza, y abrió la puerta de una de las casas que estaban a la entrada de la aldea. Específicamente, a la casa izquierda. Ví como mujeres y niños pequeños, contando con criaturas parecidas a ellos, entrecerraron los ojos ante la luz de afuera. Las ventanas tenían tablas de madera que impedían que la luz llegara adentro, por lo que era razonable.

Mirándome con un falso cariño, la mujer de fuerza descomunal me metió adentro, como indicando mi lugar, y presentando a cada uno de los que estaban adentro.

–Nuevo.

Volteé al instante hacia donde venía la voz.

Un hada del viento.

¿Una recién nacida? Me habla mentalmente sin cautela.

Mantuve mi rostro indefenso hasta que la mujer descomunal se fue, y esperé a que cerrara la puerta.

Un pequeño fuego salió de mis manos. Algunos miraron débilmente la luz, mientras que otros la miraron con esperanza. Al parecer, ese cuerpo si tenía afinidad con el fuego, aunque no una muy buena. Si no fuera por mi control total de todos los elementos, podría haber quemado todo el lugar.

Ya no era factible mantener mi rostro indefenso. Tenía que dar la confianza suficiente para que me explicaran qué sucedía.

–¿Qué hacemos aquí? –Hablé con mi voz interna directamente para que el hada del viendo me escuchara. Su cara mostró una clara sorpresa. Hacía mucho que no veía tal sinceridad en una expresión.

–Nos sacarás de aquí. –El hada del viento me respondió como si lo hubiera confirmado. No había mentira en su pregunta, pero mi plan original no era salvarlos. Esperaría un poco para eliminar las raíces de todo el problema.

¿Por qué?

Me asusté un poco. Nunca había sentido tal impulso de entre todos los cuerpos que había poseído. Un impulso que, sin importar que reciba a cambio, haría lo posible para hacer justicia. Era escalofriante. Si seguía de esa forma, sería arrastrado por la voluntad del cuerpo.

Bueno, no era aterrador en sí.

No podía dejarme llevar por el miedo. Después de todo, era mi décimo sexta vida, ¿realmente importaba lo que hiciera? Tal vez sí, pero en ese momento nada era importante.
Lo único que podía hacer era buscar entretenimiento.

Con una voluntad tan fuerte por parte de este cuerpo, ¿debería solo ver?

No había necesidad de gastar mi fuerza mental en intentar hacer lo que yo quisiera. Ya lo había hecho por quince reencarnaciones, no había nada que quisiera hacer.

El hada del viento no reaccionó a mis pensamientos.

¿No tiene el suficiente nivel para escuchar mis pensamientos?

No, pudo escuchar lo que le comuniqué mentalmente.

Miré fijamente los rasgos del hada. Cabello verde y largo, no era muy diferente a los sauces. Sus ojos emanaban una ligera luz cálida, aunque no muy notable por su mirada decaída. Era más alta que yo.

–¿Qué harás para ayudarnos?

Me sobresalté un poco al escucharla nuevamente. Pasé tres vidas enteras sin ninguna perturbación mental, por lo que perdí un poco la costumbre.

Sinceramente, no planeaba ayudarlos. Solo ver un poco lo que hacían. Pero mi cuerpo tenía una ansiosa sed de castigar a los que estaban al fondo de esto.

–Está bien. –El hada asintió con un ligero brillo en los ojos.

¿Qué le dije?

Supe rápidamente lo que pasaba. El hada podía escuchar los pensamientos, pero solo del cuerpo.

O sea que mis pensamientos vienen de mi alma.

Eso quería pensar. Le había comunicado algo mentalmente, ¿o en realidad no lo escuchó?

El hada del viento se levantó.

Ciertamente, era más alta que yo, incluso cuando estaba sentada. Nunca había visto un hada del viento desde abajo. Después de admirar un poco la perspectiva, el hada me tomó de la mano. Los demás que estaban amontonados se esparcieron, hasta hacer espacio para que el hada y yo pasáramos. Pude ver los pies sucios de todos. Al igual que ellos, estaba descalzo con mis pies sucios y con bastantes heridas.

Sentí que todo era una mentira. Solo había unos cuantos niños y mujeres bellas, pero la mayoría no gozaba de una notable belleza. ¿Así que solo traficaban niños y mujeres sin importar su belleza? Tal vez, cuando encontraban a alguien bello de pura suerte, se sentían ganadores. Al igual que cuando me miraron como si encontraran un tesoro.

////////

Fin del capítulo

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